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Poemas en bicicleta: Autores grandes para pequeños lectores. Una reseña

Por | 25 enero 2025

Claudia Cavallin (San Cristóbal, 1972) reseña el volumen ‹Poemas en bicicleta: Autores grandes para pequeños lectores. Antología de poesía venezolana› (La Poeteca, 2024). «Somos los niños que vivimos en este infinito mundo de la poesía (...) porque aquí los pequeños seres hemos nacido para arder».

Hay números que se voltean en los múltiples márgenes de las páginas de una revista, números que se mueven bordeando el espacio de la poesía y que giran por estar insertos en el doble color de las pequeñas ruedas de una bicicleta. Allí, el naranja y el negro ilustran ese círculo que, como las esferas de Aristófanes, no se detiene nunca en búsqueda de su otra mitad. Escritores indagan sobre lectores infantiles, aunque, curiosamente, los Poemas en bicicleta: Autores grandes para pequeños lectores (La Poeteca, 2024) se insertan profundamente en la memoria de los ya adultos, a través de fantasías parlantes que nos permiten reconstruir y dramatizar la antología de la poesía venezolana.

Usando las ruedas podemos jugar a trasladarnos en el libro, a través de esos profundos quiebres de las palabras. Desde una «Página en Blanco» (17) intentamos mantener el equilibrio de la pequeña esfera a la derecha, cuando Alberto Barrera Tyszka nos enseña la profunda movilidad borrada de un punto «seco, simple, solitario». Otro giro en bicicleta nos lleva más allá de ese puntillo naranja, pues ciertos movimientos del «Así inicié los pasos» (35) giran en sentido contrario, «desandando, borrando, olvidando» en las palabras de María Antonieta Flores. Más lejos, otra esfera enhiesta ilumina la ruta. Pero, en «El amor» (60), todo siempre se desvía y el redondel de una bicicleta se muda a la diagonal izquierda, donde Claudia Noguera Penso detalla cómo doblar el sentimiento más profundo. Doblarlo, volverlo a abrir, crearlo, tacharlo, como un sueño. Como aquella «Night» (70) que, diez páginas después, nos regala la conjunción que abre los versos, «y los sueños», «y los motores», «y los cuerpos», «y las alas», «y la música», «y la escritura…» porque la rueda de Beverly Pérez Rego también gira hacia la izquierda.

Dos rutas a la derecha, dos opuestas en las páginas ¿hacia dónde vamos ahora? ¿tenemos una nueva vía? Borges nos decía que la poesía nos lleva hacia cierta eternidad filosófica, que podría ser un pensamiento, un sentimiento o un lugar. «¿El campanario de San Agustín?» (74). Allí, Erika Reginato sube al ático, abre las ventanas, escucha el viento entre las ramas de los abetos, inhala el fresco aroma del pino, «el olor del sur venir», bajo la infinita mirada de su abuelo «que acumula el polvo, la quietud». Volvemos a movernos. Una vez más, estamos a la izquierda, donde la esfera ondula justo encima de la bicicleta que lleva en su riel 16 libros. Numerología, páginas infinitas, claro está. Ahora, a la derecha. Como «La posibilidad de mil y tantas noches» (95) de Lena Yau. Cinco líneas del retorno a la ciudad, del «entender cómo se siente no venir de sitio alguno». De nuevo, cruzamos a la izquierda de la humildad, de lo obvio, de ese «Lugar común desinfectado» (76) que nos heredó Armando Rojas Guardia.

Sí. Esa izquierda «De camino» (22) tras la ruta de Rafael Cadenas, «donde habla el viento, en su lengua de cortinas». Giramos, bajo el reflejo de la «Última luz» que junto a una «Piedra sobre piedra» comparten el valioso número (13) a la derecha, «donde el aire es luz, todo es luz» para Octavio Armand, y Edda Armas construye el muro- y la pirámide- de las palabras. Las ruedas naranjas que van de extremo a extremo, que nunca se detienen, también cuestionan la linealidad del tiempo o la clausura de los espacios. Se trata de «Ese tiempo y sus falsos números» (57) de Eugenio Montejo, «El tiempo que no sabe matemáticas», «El tiempo que cambia a su placer los números», ese que heredamos de los niños, el que nos anima a no detenernos nunca en las páginas de este libro.

Otros números seguirán volando entre nuestras manos. Múltiples ruedas de bicicleta seguirán trasladándonos por coloridos caminos. Como si fuésemos pequeños lectores. Aprendiendo «El arte de planchar camisas» (82) al rodar a la izquierda, bajo el pronóstico del tiempo de Fedosy Santaella. O a cómo ser un «Guerrero» (66) en esa misma ruta, desafiando el alma de una casa que vive detrás de los retratos. «Es un dragón albino», nos dice Yolanda Pantin. Sí, volvemos a ser niños, aunque los 143 poemas en bicicleta no se encuentren precisamente en las obras infantiles. Somos Constanza y Santiago, y nos dedican la palabra «Juguete» (64) para volver a los sueños y deambular por las sílabas más blandas del idioma, como nos enseña Leonardo Padrón. Sílabas blandas que se heredan de los libros usados, aquellos que se quieren ciegamente, como detalla Raquel Abend van Dalen en «Venia» (6). Que viven en el interior, «donde se teje una conversación que aun no entiendo», en «El silencio» (18) que nos transmite fuertemente Igor Barreto. Somos los niños que vivimos en este infinito mundo de la poesía, entre corchetes, como las «[Cardiopatías]» (30) de Oriette d’Angelo, porque aquí los pequeños seres hemos nacido para arder.

Poemas en bicicleta: Autores grandes para pequeños lectores. Antología de poesía venezolana. Compiladores: Fanuel Hanán Díaz, Jaqueline Goldberg y Alicia Montero. Caracas: Fundación La Poeteca. Colección El Envés del Dado. 2024. 123 páginas.

Claudia Cavallin (San Cristóbal, Venezuela, 1972) es Profesora Asociada en la Universidad Simón Bolívar (Venezuela) y docente en el Departamento de Lenguas y Literaturas de Oklahoma State University. Es autora de los libros: Ciudades de película: Ficciones urbanas del cine, la literatura y la música (Editorial Académica Española, 2012) y Espectros de la palabra. La metáfora en Borges: los juegos del lenguaje que hacen posible la configuración de un universo de imágenes recursivas (Editorial Académica Española, 2012). Entre 2012 and 2015, fue directora de Estudios. Revista de Investigaciones Literarias y Culturales.

1 Comentarios

  1. Volver a la infancia…esa es la mágia de la poesía donde se escribe con la palabra del recuerdo…con el amor que se hace verso. Imagenes que trascienden en los años en todos los autores grandes niños, jóvenes autores.

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