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Juan Sánchez Peláez: Filiación oscura

Por | 11 febrero 2023

Juan Sánchez Peláez (1922 - 2003) fue una de las voces fundadoras del discurso lírico contemporáneo venezolano, de alta resonancia tanto en la poesía venezolana como latinoamericana. Su libro, Elena y los elementos (1951), fue un acontecimiento estético “que marcó huella en la poesía de su país por la manera como introdujo imágenes surrealistas vinculadas a lo erótico y a lo existencial” (María Antonieta Flores). El año pasado varios trabajos conmemoraron el centenario de su nacimiento. En este estudio lingüístico, Irma Chumaceiro propone una lectura minuciosa del poema Filiación oscura (1966).

Juan Sánchez Peláez retratado por Vasco Szinetar. De la serie Re-Tratados. Caracas, 1983. @vascoszinetar.

Si a mí se me pidiese un buen consejo sobre cómo leer poesía
diría que ante todo hay que querer leerla.
Querer como querencia. Sin mala fe, sin desesperación.
Averiguando qué diablos quiso decir el poeta.
Porque los poetas son difíciles de leer.
Hanni Ossott, 2002

Leer un poema no es un ejercicio, es siempre una experiencia sensible, que conlleva un ánimo y una decisión.  Incluso, cuando el texto nos parece difícil, críptico, algo se mueve en nosotros. Bien sea por la fuerza o la complejidad de las imágenes o, simplemente, por la sonoridad de sus voces.  Este es el caso del texto que hoy nos ocupa y, en general, de la obra poética de Juan Sánchez Peláez.[1]

El poema reclama del lector un esfuerzo máximo de atención y entrega.  Esta tarea no consiste solamente en una lectura lineal de asignación de significado, sino en [des]velar lo que el texto de manera elusiva y, o a veces confrontante, nos propone.  La lectura nos desafía, nos plantea el reto de encontrar en el texto las huellas de quien lo escribió, pero también las nuestras. Se trata de unir, a través del discurso, experiencias de vida, impresiones y lecturas de dos seres (el autor y el lector) quienes por un momento se encuentran virtualmente en el espacio material del lenguaje. Leer, en estos casos, es una tarea siempre subjetiva e irrepetible de idéntica manera.

El poeta y su obra

La obra de Juan Sánchez Peláez (1922-2003) significó una ruptura con la tradición y la estética venezolanas de su momento. Sus primeros libros: Elena y los elementos (1951) y Animal de costumbre (1959) abren un camino de innovación y renovación en la lírica. Como lo expresan algunos de sus críticos, su escritura irreductible, de oscuridad y destellos, exige un dejarse llevar por parte del sorprendido lector.

“[Su] hacer poético muy poco asible, nos sorprende y al mismo tiempo nos distancia. Muy poco dada para permitir la construcción de un discurso sobre ella, siempre en los límites y marcando un límite. ¿Desde dónde, entonces; abordarla?” (Alberto Márquez, 2018: 7).

Frente al anterior cuestionamiento, Eugenio Montejo nos dice:

Conviene aproximarnos a su poesía de modo que la interroguemos desde sus propios destellos… Advirtamos que no es fácil indagar en una obra lo que se debe a sí misma, ni dar con ese espacio secreto donde la palabra del poeta se torna irreductible en su propia desnudez. Eugenio Montejo (1974: 156)

La propuesta de lectura

 Leer un poema es también re-construir su sentido a partir de las pistas que el mismo texto proporciona. Es una tarea compartida entre el poeta y su lector. La elección, por parte del creador, de una estructura organizada en verso es ya una propuesta de sentido que, además, preestablece en el receptor una forma de acercamiento, un conjunto de significados y hasta le sugiere una evaluación estética.

En lo que sigue, les propongo acompañarme en mi lectura del poema de Sánchez Peláez “Filiación oscura” (1966), incluido en el libro del mismo nombre. Ello, como un modesto homenaje en la conmemoración de los cien años de su nacimiento.

El modelo de lectura que presento se fundamenta en dos áreas de estudio estrechamente relacionadas: el análisis textual (lingüístico-semántico) y la pragmática de la comunicación literaria[2] (discurso).

Mi lectura da cuenta de los siguientes aspectos: 1.- el poema y sus características, 2.- la determinación de los contextos, 3.- la interacción poética y sus particularidades, 4.- la comprensión del significado y la construcción del sentido, 5.-los elementos lingüístico- semánticos, 6.- recursos pragmáticos (retóricos y discursivos) que dan singularidad al texto y 7.- el poema como acto de habla: efectos sensibles y comunicativos.

Todos estos aspectos se relacionan con el plano pragmático, pues dependen directamente del acto de comunicación, diferido y complejo, que se inicia con la escritura, se materializa en el texto y culmina en la lectura y en los efectos movilizadores (perlocutivos) que ésta suele producir en el destinatario. [3] 

En adelante, presento, por una parte, una muy breve revisión teórica de aquellos conceptos básicos relacionados con el texto literario y con la caracterización de tal tipo de discurso. Por otra parte, expongo una propuesta de análisis semántico – pragmático que puede guiar y enriquecer la lectura del poema. 

Algunos conceptos básicos

1.- El texto literario puede explicarse como una manifestación lingüística, es decir, como materia verbal organizada que produce sentido y permite comunicarlo. Su lectura hace posible un espacio virtual de interacción (entre creador y lector) a través del texto mismo.

2.- El texto literario conforma una materia lingüístico-estética autónoma, tanto en su estructura como en su significado. La complejidad de las relaciones semántico-pragmáticas que de él se derivan hace que sea susceptible de múltiples interpretaciones y que dichas interpretaciones puedan diferir de un lector a otro y hasta de una lectura a otra.

…el poema se sustenta en el uso de la lengua de todos los días, con sus mismas unidades y estructuras, pero actualizada en una interacción de particular naturaleza (imaginada y virtual), en la cual prevalecen, las función emotiva (manifestación del yo) y la función conativa (movilización del otro), dirigidas primordialmente a la construcción del sentido y a la búsqueda de resonancias estéticas y emotivas.  Chumaceiro (2010: 111)

3.- Todo ejercicio de lectura es siempre un esfuerzo de interpretación. Ello se debe a que los materiales presentes en el texto, plasmados originalmente por su autor, se recrean a partir de la subjetividad de cada lector, no solo para alcanzar el sentido, sino para procurar la experiencia estética o emocional que el creador le quiso trasmitir y que el lector espera encontrar.

4- El sentido del texto no está dado, sino que se construye a partir de sus contenidos semánticos explícitos e implícitos, de las relaciones de significado que el lector pueda establecer entre dichos contenidos y los diversos contextos que el texto procura. La interpretación o sentido se alcanza no solo a partir de lo verbalizado, sino también de lo no dicho, de las imágenes que el lector ha de develar, de la musicalidad y el ritmo que surgen de sus líneas, así como de otras experiencias cognoscitivas que se concretan para el lector al momento de la lectura. Sin este esfuerzo de interpretación, el texto puede resultar incomprensible o no alcanzar efecto perlocutivo alguno, es decir, no dar lugar a la movilización sensible del destinatario como respuesta.

5.- El discurso poético abarca i) el texto mismo, ii) los participantes en la interacción: (autor/ hablante poético – destinatario poético/lector) y iii) los múltiples contextos (cognitivo, situacional, cultural, literario, etc.). El sentido del poema se construye con base en esas tres instancias.

El poema

Filiación oscura[4]

[1]       No es el acto secular de extraer candela frotando una piedra.
                     No.

[2]       Para comenzar una historia verídica es necesario atraer
                     en sucesiva ordenación de ideas las ánimas, el purgatorio y 
                     el infierno.

[3]       Después, el anhelo humano corre el señalado albur.
             Después, uno sabe lo que ha de venir o lo ignora.

[4]       Después, si la historia es triste acaece la nostalgia.
                     Hablamos del cine mudo.

[5]       No hay antes ni después; ni acto secular ni historia verídica.

[6]       Una piedra con un nombre o ninguno. Eso es todo.

[7]       Uno sabe lo que sigue. Si finge, es sereno. Si duda, caviloso.

[8]       En la mayoría de los casos, uno no sabe nada.

[9]       Hay vivos que deletrean, hay vivos que hablan tuteándose 
                      y hay muertos que nos tutean,
                      pero uno no sabe nada.

[10]     En la mayoría de los casos, uno no sabe nada.

La mirada al texto

Algo más que la purificación de la palabra: su secreta alquimia […]
nunca la escritura de Sánchez Peláez ha sido “desértica”,
no solo porque despierta una inmediata resonancia emotiva […]
sino también porque sabe enriquecer continuamente su combinatoria verbal.     
Guillermo Sucre (1985:303).

Antes de hacer la lectura de Filiación oscura, he querido recordar un texto de Guillermo Sucre. Este poeta revela, magníficamente, los dos aspectos que destaco en las páginas que siguen: a) el lingüístico-semántico, es decir, “su combinatoria verbal”, que es estudiado por la semántica y el análisis textual y b) el pragmático, “… su inmediata resonancia emotiva”, que es materia de la pragmática de la comunicación literaria y la retórica. La conjunción de estas dos dimensiones logran la “secreta alquimia” del texto.

1.- El poema: aspectos generales, estructura y características formales.

Filiación oscura se caracteriza por su tono reflexivo, se trata de un texto conciso, de versos cortos y espaciados. De escritura despojada, que no “desértica” y velada.  Es un poema con pocas imágenes, pero esas pocas tienen un gran poder de sugerencia. Está integrado por 10 estrofas no regulares, estructuradas con sangrías y espaciados diferentes. Los versos son libres.  Igualmente, este texto nos sorprende por la forma cómo el contenido se plasma en la escritura, por la manera como las pausas, esos espacios de silencio, se integran para dar lugar al sentido.

No es, de ninguna manera, un texto de lectura complaciente. Hay que volver una y otra vez sobre él, dejar que las palabras y los versos que se repiten y las imágenes que se nos imponen, nos abran paso hacia la interpretación del poema y a sus guardadas resonancias

2.- La determinación de los contextos. 

Filiación oscura contraviene el conocimiento del mundo del lector, quien se ve sorprendido por la no convencionalidad de lo que se le plantea, como en: “Hay muertos que nos tutean” y “…atraer en sucesiva ordenación de ideas las ánimas, el purgatorio y el infierno”. En este sentido, puede caracterizarse como un texto oscuro y hasta perturbador.

En este poema no hay referencias, es decir, marcas autobiográficas o contextuales que le sirvan de asidero al lector. Este deberá apelar a su imaginación, a su conocimiento del mundo y a su competencia literaria para recrear su versión del texto. De tal forma, Filiación oscura plantea al destinatario el enigma de su interpretación.

Sobre el carácter enigmático e innovador del poemario Filiación oscura, a juicio de Adriano González León, para el momento de su publicación, este texto “abrió paso a lo fantástico” y operó “una domesticación del delirio”, unidos a “la certeza del vocablo, ácido en su desnudez de puñal.” (González León, 1984:Xl)

3.- La interacción y sus particularidades.

Más allá de interacción discusiva que se activa y culmina con la lectura del poema y que involucra al poeta y al lector, en este texto hay una interacción interna: una voz, la del hablante poético, que habla desde su saber y su “experiencia”. Esta voz se dirige a un destinatario, el receptor poético, del cual aparentemente no hay evidencia textual.

La presencia velada de este hablante interno la vemos en el pronombre indefinido uno, que se repite en varios versos. Este pronombre podría incluir también a los destinatarios, pues, como se sabe, uno es el yo, en lo que tiene de común con los otros.

Después, uno sabe lo que ha de venir o lo ignora. [3]

En la mayoría de los casos, uno no sabe nada. [10]

La locución adverbial: En la mayoría de los casos, podría hacer referencia en este verso a esas otras situaciones que van más allá de la propia experiencia del poeta y del hablante poético, y que podría, eventualmente, ser compartida con sus destinatarios. Con esta locución, la voz poética, pareciera, generalizar la vivencia de su no saber nada, de su desconcierto existencial y la hace extensiva a otras personas, procurando con ello un lazo de empatía con el lector.

4.- Del significado al sentido. Título, tema e interpretación.

El título nos habla de la “pertenencia o raíz” de “la filiación”, de ese vínculo cercano que nos une con alguien o algo. Esta relación se adjetiva como oscura, o asociada con las sombras, con que nos es desconocido.

En el nombre del poema se plantea una contradicción semántica, entre filiación [como realidad no material] y oscuridad (condición o carácter). Por ello, tal expresión solo puede comprenderse como una metáfora de vínculo o raigambre.  El título del poema no se repite en los versos que le siguen, aun cuando su huella de sentido atraviesa todo el texto y, más aún, puede considerarse como su centro temático.

El sentido en Filiación oscura se construye a partir de tres tópicos o ejes semánticos:

a) “La soledad del hombre, su desamparo, su exilio existencial”. Esta temática está presente en la imagen de la piedra. Debo decir que el adjetivo solo/a no es utilizado en el poema, sin embargo, está implícito en la frase que sigue: Eso es todo.

Una piedra con un nombre o ninguno. Eso es todo. [6]

b) “La filiación oscura”, el no saber. La imposibilidad humana para comprender aquello que lo trasciende, incluso el sentido de la propia existencia.

Uno no sabe lo que sigue. Si finge, es sereno. Si duda, caviloso [7]          

c) “La intemporalidad de lo que nos acontece y la incertidumbre sobre el después. El verso que sigue pareciera decir que no hay tiempo lineal, ni actos que se repitan, ni verdad alguna. Se cuestiona lo real o la capacidad humana para percibirlo y comprenderlo.

No hay antes, ni después; ni acto secular, ni historia verídica. [5]           

5.-Recursos lingüísticos y semánticos.  Cohesión y coherencia semántica.

 A) Unidades y estrategias gramaticales y léxicas que propician la cohesión textual.

En el poema se hace presente un conjunto de elementos y de estructuras sintáctico-gramaticales y léxico-semánticas que procuran, por una parte, establecer la cohesión (conexiones internas) y, por otra, si esto fuera posible, el re-hacer la coherencia textual (sentido, conexiones externas).

  • El léxico. Como señalé anteriormente, se trata de un texto parco en palabras.

Hay pocos sustantivos (piedra, historia, albur, nostalgia) y muy poca adjetivación. En algunos casos los nombres se acompañan con adjetivos no convencionales: filiación oscura, señalado albur, acto secular.

  • Los tiempos verbales: El presente simple de indicativo caracteriza el poema.

Su utilización comunica la idea de “acción que se prolonga en el tiempo”. Su reiteración fortalece la cohesión textual.

  • La repetición de unidades de diverso tipo que aseguran la cohesión lingüística.

a) Elementos léxicos: piedra / historia verídica.

b) Elementos gramaticales:

Negaciones: no / no hay / no haber, no saber.

Adverbios: después/ antes/ nada.

Verbos: ser/ haber /saber.  Estos verbos expresan nociones semánticas de existencia y conocimiento fuertemente vinculadas con los tópicos que se desarrollan en el poema.

c) Frases temáticas que se repiten: uno no sabe nada/ uno sabe / en la mayoría de los casos.

d) En el plano retórico-estilístico, las repeticiones de Después y de Uno no sabe nada constituyen también recursos de anáforas y epíforas.

  • Las elipsis pronominales y verbales. Este recurso contribuye a darle agilidad

y ritmo al texto. Si # finge, es sereno, si # duda # caviloso. No hay antes ni después, ni #acto secular…

  • El empleo de estructuras impersonales e indefinidas que acentúan la noción de:

oscuridad: temática y gramatical. Es el caso de los verbos ser y haber en su significado de existir: (…es necesario atraer en sucesiva ordenación…,… hay vivos que), los pronombres indefinidos (uno, nada) y frases en las cuales no están explícitos los referentes.

B) Recursos semánticos-pragmáticos vinculados con la coherencia y la construcción de sentido.

  • Nociones semánticas opuestas o contradictorias:

Uno sabe lo que ha de venir o lo ignora. [3]
Uno sabe lo que sigue […] / En la mayoría de los casos uno no sabe nada. [7/8]
Una piedra con un nombre o ninguno [6]

  • Contrariedad o incompatibilidad semántica:

Este tipo de recurso es evidente en los ejemplos que siguen:

es necesario atraer en sucesiva ordenación de ideas las ánimas, el purgatorio y el infierno. [2]

Como sabemos, ánimas, purgatorio e infierno constituyen conceptos abstractos y disímiles, que no se pueden ordenar y aún menos de manera sucesiva.  Cabe destacar que la referencia a estos tópicos no es religiosa, sirven para conectar al lector con los temas de la oscuridad y el no conocimiento.

el anhelo humano corre el señalado albur. [3]

            Bien se sabe que el albur, un concepto abstracto, no puede ser señalado; simplemente acontece. En este caso, se violenta una restricción semántica[5], para dar lugar al uso metafórico de fijar o señalar algo que no tiene materia, ni concreción alguna como el albur.

si la historia es triste, acaece la nostalgia. [4]

En el ejemplo precedente, se atribuye a un sentimiento: la nostalgia, cierto rasgo de animación. Se presenta como algo que sucede (acción) y no que se padece, como convencionalmente se concibe.

  • Aparente contradicción con lo real.  Se plantea aquello que escapa al orden natural

de las cosas como algo lógico y natural: Hay muertos que nos tutean.

  •  Cambio de tema o digresión textual: Hablamos del cine mudo.

Esta frase criptica sorprende a lector que no logra establecer una relación directa entre los temas presentes en el poema y el cine sin voz.

 En este verso llama la atención el empleo de un verbo en primera persona plural: Hablamos. ¿A quién incluye este plural, quiénes hablan?

6.- La dimensión pragmática, los recursos retóricos y estilísticos

Las imágenes, las figuras retóricas y las estrategias de la comunicación literaria están presentes en el texto, sin embargo, sus efectos sensibles, estéticos o lúdicos solo se concretan en la interacción que la lectura hace posible.  

A propósito del uso de la lengua y de los rasgos retórico-estilísticos en la poesía de Sánchez Peláez, Arturo Gutiérrez Plaza nos dice que se trata de un lenguaje caracterizado “por su condición enigmática, balbuceante, hermética, fragmentaria y lúdica” (2021)

En mi lectura de Filiación oscura, son tres las imágenes, que más allá de las palabras, se imponen al lector:

a) El despojamiento, que es una imagen velada pero transversal en el texto. 

Se expresa en la piedra como su símbolo. Esa piedra con nombre o sin él, también, nos conecta con la soledad, con lo permanente, quizá con la muerte (una lápida).

Una piedra con un nombre o ninguno. Eso es todo. [6]

Si unimos fondo y forma, apreciamos que este despojamiento no es únicamente existencial sino también verbal, está en los silencios y en los espaciados y sangrías del texto. Aparece igualmente en la críptica referencia al cine mudo. 

b) La oscuridad, que constituye una imagen medular, tanto en este poema como en la poética de Sánchez Peláez [6]

Lo que particularmente me seduce en la obra de Juan Sánchez Peláez es el acorde oscuro, aquello que siempre aparece como entredicho, lo que no termina de decirse; si no fuera una palabra demasiado trillada en los últimos tiempos, diría que se trata de la sombra que generan sus poemas. Espacio de indeterminación que es al mismo tiempo una vocación y una apuesta, también una debilidad convertida en fuerza. Márquez (2018)

c) El no saber, todo el poema es una reiteración de esa imposibilidad humana de conocer lo que nos trasciende.

Uno no sabe lo que ha de venir o lo ignora. [3]

La penúltima estrofa del poema profundiza metafóricamente esa “oscuridad” y su vinculación con el desconocimiento, el lenguaje y la muerte.

Hay vivos que deletrean, hay vivos que hablan tuteándose  [9]
            y hay muertos que nos tutean,           
            pero uno no sabe nada

En estos versos pareciera estar presente una confrontación con la palabra, con su torpeza para comunicar (esos vivos que deletrean) y para explicar el misterio, lo inefable (esos muertos que nos tutean).

7.-Efectos sensibles y comunicativos. El poema como acto de habla.

Como se sabe, todo texto literario busca la movilización sensible del destinatario. En Filiación oscura el efecto perlocutivo se logra a partir de las imágenes provocadoras que obligan al lector a indagar y a plantearse más de una hipótesis de sentido; incluso, a veces, contradictorias entre sí.  Ese lector se cuestiona a sí mismo y se sorprende ante la evidencia de su propio desamparo y del desconocimiento de aquello que lo trasciende.

©Trópico Absoluto

Conclusión

En la lectura de Filiación oscura, hemos observado que el lector debe hacer un doble camino; por un lado, dejarse llevar por las palabras y las imágenes hasta desvelar los secretos de la escritura y la complejidad de los temas (re-crear el poema); por el otro, ir del aparente sinsentido a la interpretación (relacionar el texto con los contextos o con la ausencia de ellos). Este doble recorrido ha de ser personal y, muchas veces, contradictorio y cambiante. En este esfuerzo, el estudio lingüístico del texto y la pragmática de la comunicación literaria pueden servir como apoyos y enriquecer la lectura.

Referencias

Chumaceiro, Irma. 2005. Estudio lingüístico del texto literario. Análisis de cinco relatos.Caracas: Fondo Editorial de la Facultad de Humanidades y Educación. Universidad Central de Venezuela.

Chumaceiro, Irma. 2010. Las voces del poema. Una lectura desde la pragmática literaria. Akademos 12 (1 y 2).105-135.

Chumaceiro, Irma. 2023 (en prensa). El poema como discurso. Una mirada desde la pragmática de la comunicación literaria a un texto de Eugenio Montejo. Tolima: Universidad de Tolima.

Gómez, Juan Pablo 2019. La huidiza oscuridad de Juan Sánchez Peláez. Prodavinci. 16/02/2019.  https://prodavinci.com/la-huidiza-oscuridad-de-juan-sanchez-pelaez/

González León, Adriano. 1984.  Palabras como animales de Oro. Poesía. Juan Sánchez Peláez (Prólogo). Caracas: Monte Ávila Editores. Col. Altazor.

Gutiérrez Plaza, Arturo.  2021. Inocencia, desamparo y erotismo en la poesía de Juan Sánchez Peláez. Revista Cultural Turia. Valencia. https://www.ieturolenses.org/revista_turia/index.php/actualidad_turia/inocencia-desamparo-y-erotismo-en-la-poesia-de-juan-sanchez-pelaez.htlm

Márquez, Alberto. 2018. Juan Sánchez Peláez: revelación y transparencia. Antología de Juan Sánchez Peláez (Prologo). Caracas: Fundación para la Cultura Urbana.

Montejo, Eugenio. 1974. La aventura surrealista de Juan Sánchez Peláez. La ventana oblicua. Valencia: Ediciones Universidad de Carabobo, pp151-160.

Sánchez Peláez, Juan. 1984 [1966]. Filiación oscura. Poesía. Juan Sánchez Peláez. Caracas: Monte Ávila Editores. Co.l Altazor. Pp. 92-93.

Sucre, Guillermo. 1985. La metáfora del silencio. La máscara y la transparencia. México: Fondo de Cultura Económica.  Col.  Tierra Firme.

Notas

[1] Juan Sánchez Peláez: poeta venezolano, (nacimiento: Altagracia de Orituco, 25/09/1922 – muerte: Caracas, 20/11/2003). Obra poética: Elena y los elementos (1951), Animal de costumbre (1959), Filiación oscura (1966), Un día sea (1969), Rasgos comunes (1975), Por cuál causa o nostalgia (1981) y Aire sobre aire (1989). 

[2] La pragmática de la comunicación literaria es la disciplina que se ocupa de estudiar los textos en función del evento comunicativo en que estos se realizan, así como de establecer los contextos que los determinan (véase Chumaceiro 2005 , 2010 y 2023).

[3] Para la teoría pragmática,  el acto de habla consta de tres niveles fundamentales:

Acto locutivo: Es una emisión verbal que consiste en decir algo.

Acto ilocutivo: Es la intención del hablante, su finalidad al decir algo. Está ligado al propósito del emisor

Acto perlocutivo: El efecto o consecuencia que produce un acto ilocutivo en el destinatario. En el caso de una obra literaria, se trata de las emociones o la movilización sensible que se experimenta el lector.

[4] Poesía. Juan Sánchez Peláez (1984:  92-93)

[5] Se trata de expresiones que contradicen los conocimientos de la lengua y de la realidad que tienen los hablantes.

[6]Los estudiosos de la obra de Juan Sánchez Peláez coinciden en caracterizarla por “su acorde oscuro”. Entre otros, Alberto Márquez (2018), Arturo Gutiérrez Plaza (2019), Alejandro Sebastiani (2019) y Juan Pablo Gómez (2019) destacan dicho rasgo.

Irma Chumaceiro es Licenciada en Letras y Magíster en Lingüística de la Universidad Central de Venezuela. Es profesora titular de la misma universidad. Como investigadora, ha publicado trabajos sobre semántica, análisis del discurso (político y literario) y el estudio de la variedad del español americano y particularmente el venezolano. Ha publicado Estudio lingüístico del texto literario. Análisis de cinco relatos venezolanos (2001, 2005), Discurso político: teoría y análisis (2006) y, con Alexandra Álvarez, El español, lengua de América. Historia y desarrollo del español en el continente americano (2004).

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