/ País portátil

Selección de poemas

Por | 15 septiembre 2022

Foto: Yolanda Pantin. De la serie: Crudo.

Casa o lobo (1981)

La infancia fue una gracia que me fue desprendida. Aquello que se viene me devuelve persona con brío de reír. Ya no tengo memoria para el nombre del árbol y semilla talada. Ni de aquel que resiste con caballos en las palmas y tiene a cada lado una rienda tejida. Lo cierto, lo más oscuro. Cuando divago y pregunto, háblame de aquello, de las cosas sucedidas, cuando antes: La rudeza de sentarnos en las sillas de madera.

A Víctor

En esta casa se amontonan los fantasmas. Uno les cuenta los cabellos y les adivina, sin cristales, los pasos, de tanto fantasma que hay por la casa. Qué cantidad de estribos y de bronces, de cosas puntiagudas en los márgenes del barro, los espacios abiertos en las piedras, esas cuevas intranquilas, las movibles profundas y sus vientres. Irrumpen en los muros las cavernas y se espantan. Uno destila de abrir huecos y piensa, estático, benigno, a esa cueva le pesan los estribos los bronces, las cosas aquellas puntiagudas de tanto escondida, de tanto embrujada, de tanto aparecer y desaparecer como si cualquier cosa todos los días.

* * *

Nada por más me arrancarpa de mi sitio. Igual fulgor me escupió de muerte cuando reía mi madre y todos. La paz es un minuto. Clausuro las ventanas, las puertas antiguas de mi casa. Es un minuto. Tú, ellos, de las palabras, de los labios a las palabras recias. Lento, prolongado, insistente. No alcanzo más que a golpear. En este sitio. La palabras a golpes desprendida. Volcada de revés. La calma es un minuto.

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