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El error no es un desastre

Por | 1 septiembre 2022

Siguiendo los trabajos del investigador Clement Chéroux, el fotógrafo y docente Alfredo Padrón formula una breve reflexión a partir de su propia experiencia sobre el error y la creación como parte del trabajo fotográfico.

Alfredo Padrón. Bucaramanga 1988. Retrato de Marcela Calderón con veladuras producto del error por accidente fotográfico.

El error fotográfico, esa mácula que nos impele a ocultar de la visión ajena aquellos clichés que consideramos fallidos, es a fin de cuentas un accidente que, voluntario o no, sirve de estímulo para el descubrimiento de nuevos atributos en la imagen, que en lenguaje artístico se pueden considerar como valores estéticos, pero que en lenguaje pedagógico significan el surgimiento de nuevos conocimientos, en la medida que enfrentan a quien los comete con la incertidumbre de un significado distinto al que aporta el registro mimético de la realidad.

Los centros de enseñanza clásica o las escuelas tradicionales de fotografía enseñan la manera de evitarlo, desperdiciando así la posibilidad de una reflexión en el estudiante a partir de sus propios errores, tal como lo enseña el método científico para beneficio del progreso desde fechas inmemoriales.

La lectura de dos títulos contemporáneos despiertan mi interés por el estudio del tema al que nos enfrentamos desde nuestros inicios todos aquellos que hemos sido seducidos por la magia de la fotografía. Los sugestivos títulos a los que me refiero, son Breve historia del error fotográfico (2009) y La fotografía vernácula (2014), ambos de Clement Chéroux, doctor en historia del arte, historiador de la fotografía y curador en jefe del Museo de Arte Moderno de Nueva York, quien ha escrito un delicioso ensayo donde analiza la importancia de la ocurrencia del error en la fotografía, como un incentivo para la evolución del arte fotográfico. Se trata de un libro sintético, bien documentado y no exento de sentido del humor que me lleva a reflexionar sobre los contenidos que imparto como docente en las Escuelas de Cine y Comunicación del Instituto Tecnológico de Santo Domingo y en Chavón la Escuela de diseño, en la capital de la República Dominicana.

Es así como emprendo, estimulado por el estudio de Chéroux, un pequeño trabajo de investigación que lleva el título de este artículo y que me hace consultar bibliografía, entrevistar fotógrafos y artistas, encuestar estudiantes y en última instancia, revisitar mi propio archivo, que como cualquier archivo, es un lugar de hallazgo de tesoros. 

En entrevista con Nelson González, artista conceptual venezolano radicado en Aruba y que en la actualidad expone su “Poetique de la cote” en la Alianza Francesa de Santo Domingo bajo la curaduría del también venezolano Gerardo Zavarce, me entero de un trabajo inédito de González titulado ISO 20, que es el resultado de un registro fotográfico analógico, realizado el año 2000, sobre el arte occidental en Europa y que dejó abandonado por la irrupción de lo digital en la fotografía, para reencontrarlo 30 años después, afectado por la humedad, los hongos y la distorsión de los colores, convertido en una obra de arte conceptual.

Con esta información en mente, recuerdo un viaje emprendido con un grupo de amigos hace 35 años, desde Caracas a Bucaramanga, en el cual llevé conmigo un dispositivo para recargar carretes de película, que contenía 50 pies de material blanco y negro y que utilicé para hacer retratos de mis acompañantes y amigos de nuestra familia de acogida y de uno que otro paisaje, en síntesis, fotografía de viaje, sólo que tomada con todo el rigor del empleo de las reglas y la técnica que se esperaba de un profesional. De regreso a Caracas y luego de revelar los rollos, encuentro que uno de ellos ha sufrido veladuras debido a la entrada de luz parásita en el carrete reutilizado varias veces y que había perdido su blindaje a la luz. Mi reacción primaria fue de frustración y decepción, pero lejos de desechar el material, lo guardé en el fondo de mis archivos, un poco por el contenido entrañable de las imágenes que, aunque veladas, eran un bello recuerdo, aunque impresentable para mi reputación profesional.

En su Breve historia del error, Chéroux nos comenta, “en el siglo XIX, cuando la fotografía era esencialmente mimética, puesto que sus principales funciones eran utilitarias, el error es considerado contra-natura, o no-productivo, y por lo tanto excluido. Por el contrario, en el siglo XX el cuestionamiento de la mimesis constituye una de las puntas de lanza de las vanguardias, cuando no es su caballo de batalla preferido. Algunos artistas consideran el error fotográfico como una herramienta privilegiada en la deconstrucción de la mimesis” (p.190).

Es así como bajo la luz de estas afirmaciones me decido a rescatar de mis archivos los negativos objeto del accidente que produjo el error, mirándolos ahora bajo una perspectiva diferente y considerando que esta falla enriquece la estética de estas fotografías, potenciando su valor puesto que ha crecido con el paso del tiempo y la ocurrencia del error

Los retratos parecen visitados por una luz mágica y onírica, o que les fue aplicado una especie de LUT en algún software de postprocesado, impregnándolas de poesía.


Alfredo Padrón. Bucaramanga. 1988. Contacto fotográfico del rollo objeto del accidente fotográfico mediante veladuras.

 Alfredo Padrón. Bucaramanga. 1988. Retrato de Rolando Martínez con veladuras producto del error por  accidente fotográfico


Alfredo Padrón. Bucaramanga. 1988. Retrato de Álvaro Serrano Calderón con veladuras producto del error por accidente fotográfico.

Rolando Martínez. Bucaramanga. 1988. Retrato grupal, de izquierda a derecha: Marta Calderón, Adriana Calderón, Alfredo Padrón, Marcela Calderón, Yvor González y Alvaro Serrano Calderón. Fotografía con veladuras producto del error por accidente fotográfico.

Si las vanguardias y el arte moderno han reivindicado el error incorporándolo a la cultura contemporánea, las escuelas de fotografía harían bien en contemplar en sus contenidos el estudio del error, como principio de incertidumbre ante lo desconocido, para desentrañar lo que hay de enseñanza en él y que pueda acudir en apoyo del discurso personal de cada autor, en la búsqueda de su estilo y de sus narrativas propias.

©Trópico Absoluto

13 Comentarios

  1. Muy bueno Alfredo! Tu lenguaje claro y diáfano clarifica todo este tema, que , como bien sabes, no se presenta solo en la fotografía , sino en todo emm no l arte y en todo proceso de enseñanza-aprendizaje.
    Gracias por compartirlo!
    Éxitos!

  2. Bellísimo. Pero hoy en día es difícil el error fotografico desde la herramienta de la captura ya que todas cada día más poseen IA igual que los teléfonos. Solamente los curiosos pueden generar herrines en el mundo digital

  3. ¡Fascinante!

    Nunca había leído un análisis sobre los «errores» en la fotografía.
    Como artista visual que soy, mayormente pintor, estoy acostumbrado a jugar con los aspectos técnicos propios de esa incertidumbre que rodea al acto creativo. En Pintura, no llamamos error a los accidentes, sino que más bien los buscamos y utilizamos como parte de la estrategia técnica de cada medio.
    En particular las acrílicas o acrílicos (se usan ambos nombres) son el medio ideal para experimentar con la mezcla de materiales que alteran la superficie pintada. Son muy conocidos los efectos que por ejemplo tiene el alcohol sobre los pigmentos acrílicos y su distribución en un lienzo o papel. Así mismo los fabricantes venden una serie de diluyentes o «mediums» que producen determinados «accidentes», como es el popular craquelado.
    La fotografía por su origen y esencia, cuando era análoga, estaba sujeta a lo impredecible o imprevisto, pues hasta que el rollo no era revelado no sabíamos a ciencia cierta qué había sucedido cuando apretamos el obturador de nuestra cámara.
    Abrir por descuido una cámara con el rollo dentro podía ser un estrepitoso fracaso, o, como el caso de arriba, ¡un grandioso descubrimiento!
    Estudié fotografía paralelamente a mis estudios de pintura, y pasé dos décadas en la fotografía tradicional. Luego, con el advenimiento de la fotografía digital, desde el año 2003, me monté en el tren de las cámaras digitales hasta el sol de hoy.
    Con Photoshop, Lightroom y otros programas se recrean muchos de los efectos que tan bien explicados aparecen en el artículo vuestro. Obviamente, ya eso le quita un poco de lo mágico y sorprendente, pues son efectos predefinidos que no llevan a la sorpresa.

    Creo que este ensayo sobre el error es más que vanguardista. Es revelador de que siempre el arte triunfa y se mueve misteriosamente como un ente con vida propia, llevándonos a lugares inexplorados y maravillosos.
    Espero que esto se difunda y sea tomado en cuenta en todas las escuelas de fotografía. !Bien vale la pena!

  4. Excelente artículo Alfredo y comparto plenamente tus reflexiones acerca del error…yo lo he incorporado cómo elemento creativo del azar ( y del hacer con error) en el desarrollo de algún trabajo.

  5. Freddy Aguirre Morales

    Estupendo. Me parece que el error es producto del caos y el caos es una parte de la estética. Ver Gilles Delauze, por lo menos en lo concerniente a la manera de concebir la obra de arte, antes de su ejecución. A este fin las escuelas de arte deberían incluir el momento de caos de la obra, quizás el caos sea el error, pero no lo sé. Abrazo fraternal y saludos, amigo

  6. Felices accidentes. Errores afortunados. Un hecho fortuito que muestra algo más y distinto de lo que éramos capaces de ver. El arte y la ciencia están llenos de esos momentos que no están mediados por la voluntad y que, por eso mismo, tienen un gran poder. Me imagino esas fotografías de amigos en un viaje. ¿Qué serían hoy sin las veladuras? Buenos recuerdos, pero sin mayor misterio. Buen artículo, Alfredo.

  7. ALFREDO PADRON BUONAFFINA

    @Enriquillo Amiama
    Un saludo, gracias por tu extenso e interesante comentario, no se si recuerdas que te conocí en tu reciente exposición en el MAM. Guardaste mi teléfono. Tírame por whatsApp para enviarte las fotografías que te hice. Un abrazo

  8. ALFREDO PADRON BUONAFFINA

    Hola @Walter, llevas razón en el hecho de que los automatismos tienden a minimizar la ocurrencia del error fotográfico, sobre todo en los teléfonos inteligentes, sin embargo aún en estos casos, cuando las fotografías se realizan fuera de los parámetros o estándares para los que fue dieñado el dispositivo, por ejemplo, una point and shoot, el error puede sobrevenir. Esto se ve con frecuencia en las fotografías nocturnas (aunque no solamente) sobre todo en el caso de la fotografía vernácula, que no es otra que la practicada por diletantes que ni siquiera comprenden a profundidad el dispositivo que manejan, pero a los que tampoco les importa tanto la calidad de la imagen como el documento o el recuerdo que atesoran. El error se da también en tomas con teléfonos en las que no se enfocó antes de disparar y en imágenes de dedos superpuestas en el objetivo, etc.
    Gracias por comentar

  9. ALFREDO PADRON BUONAFFINA

    Hola @Juan
    Me alegra que te guste, tienes razón, lo que dices queda muy bien ilustrado con el comentario de @Eriquillo Amiama en esta misma sección. Saludos

  10. ALFREDO PADRON BUONAFFINA

    Hola @Boris
    Exacto, el misterio que genera el principio de incertidumbre en el observador, cuando se miran fotografías que no responden a la mimesis de la realidad ¿que es lo que se ve? ¿qué me quiere decir? Más preguntas que respuestas
    Recibe un abrazo

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