Memoria de afectos
Antonio Navas Jiménez emigró a Venezuela en 1959. En Caracas vivió hasta su regreso a España en 1997. Interesado por la literatura, en ese lapso mantuvo contacto directo con importantes escritores españoles: Miguel Delibes, Gabriel Celaya, Antonio Buero Vallejo o Angel González, “todos ellos protagonistas centrales de la historia cultural del tardofranquismo, marcados por un fuerte sentido ético de la literatura y un rechazo total al ominoso tiempo de la dictadura”, nos dice José Luis Morante (Avila, 1956), en esta reseña de Querido Antonio: aquí, como siempre. Cartas a Antonio Navas Jiménez (1967-2004). Se trata de un legado afectivo e intelectual, la correspondencia que el poeta Angel González escribe al amigo, “un cúmulo de momentos reflexivos que define la sensibilidad literaria, humana e intelectual de Ángel González en el cuajado memorial de afectos que generó una amistad, prolongada en el tiempo durante tres décadas”. El material aquí contenido es también una especie de archivo del exilio, el de aquellos españoles que se lanzaron a tierras remotas en busca de la libertad, y de las resonancias que éste provoca en la actualidad en aquellos sujetos que los acogieron y que hoy se ven a sí mismos navegando esas mismas aguas.
La breve nota inicial, que sirve de pórtico a la edición, ilumina de inmediato la naturaleza de este epistolario. Recoge, como testifica la ensayista y editora Marina Gasparini Lagrange, “la correspondencia que el poeta Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008) envió a Antonio Navas Jiménez (Madrid, 1931-2018)”. Conforman el legado treinta y tres cartas, dieciséis postales y dos publicaciones periódicas, junto a siete dibujos del poeta. En suma, un cúmulo de momentos reflexivos que define la sensibilidad literaria, humana e intelectual de Ángel González en el cuajado memorial de afectos que generó una amistad, prolongada en el tiempo durante tres décadas.
El destinatario de la correspondencia epistolar, Antonio Navas Jiménez, emigró a Venezuela en 1959, se instaló en Caracas, y allí desarrolló su quehacer laboral durante más de cuarenta años, hasta el regreso a España en 1997; pero mantuvo siempre un contacto directo con escritores peninsulares, como Miguel Delibes, Gabriel Celaya, Antonio Buero Vallejo o Ángel González, todos ellos protagonistas centrales de la historia cultural del tardofranquismo, marcados por un fuerte sentido ético de la literatura y un rechazo total al ominoso tiempo de la dictadura. Muchas de esas cartas se han conservado con delicado empeño hasta que el receptor cedió el material evocativo a su hijo Antonio Navas Cabrera, que en 2020, en el sosiego desapacible de la pandemia, inició el proceso de recuperación y organización, hasta dar amanecida a un homenaje intimista del poeta y académico.
María Ángeles Pérez López, poeta, editora, investigadora y profesora titular de la Universidad de Salamanca, analiza el tejido intrahistórico de esta correspondencia inédita para reconstruir, en el devenir del tiempo, su vigente verdad. La primera carta está fechada el 22 de marzo de 1968. Eran tiempos oscuros y Ángel González responde de inmediato a la gratitud y disposición generosa de Antonio Navas Jiménez enviando libros de voces tutelares del medio siglo y solicitando algunos títulos, ausentes aquí por las disposiciones restrictivas de la censura. El contacto entre ambos fortalece una senda de amistad y complicidad de intereses literarios de casi ocho años, que coincide con el tramo de amanecida creadora de Ángel González, una etapa escritural analizada con lucidez por Pablo Carriedo en el ensayo La fuerza del desaliento, amplia investigación sobre el acontecer biográfico y el quehacer lírico de Ángel González, centrada en su primera etapa creadora. Es un periodo muy intenso en el que Ángel González publica, como recuerda María Ángeles Pérez López, Palabra sobre palabra (1968), compilación de sus cinco primeros títulos. El corpus corrobora la posición central del poeta en el presente literario. Las cartas intercambian también direcciones postales de contactos de interés, leves análisis sobre el clima cultural o impresiones sobre nombres propios de calado que copan la actualidad en el arte y la literatura. Junto a estos asuntos, crecen las confidencias personales, las referencias familiares y los incisos sobre la situación política del país. Las cartas muestran la escasa esperanza del poeta en que se instaure un régimen democrático ante las disposiciones políticas del régimen y el desinterés general de la ciudadanía. Son circunstancias de peso que empujan al poeta al autoexilio y a buscar el lugar propio en algún destino universitario en Estados Unidos. Como es sabido, tras algunas estancias prologales, el poeta se instala en Nuevo México, en la universidad de Albuquerque, donde impartió clases de literatura española durante décadas.
En las misivas de los años setenta, el poeta persiste en el empleo de la ironía y de un nítido sentido crítico sobre lo circundante, pero en sus retazos de vida cada vez se asoma con más fuerza el yo interior, las preclaras evidencias de afecto y gratitud que afianzan con fuerza cimientos de amistad y esperanza.
Arturo Gutiérrez Plaza, poeta y profesor titular de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, aporta el ensayo “Testimonio de una amistad entre tres vértices del mundo”. Parte de una evidencia fuerte: no hay respuestas de Antonio Navas Jiménez; la ausencia de la otra ladera del epistolario anula la percepción dual. Moldea así un monólogo fragmentado del poeta ovetense, que invita a especular con la escritura complementaria. Alude también al paralelismo personal que alienta la actual situación política y económica de Venezuela que ha generado una inacabable diáspora. De este modo, se hace signo común en el análisis el estar angustiado y solitario del exilio. Desde la triple geografía de España, Estados Unidos y Venezuela se definen itinerarios comunes de cartas, viajes y encuentros que transforman el formalismo inicial de la cortesía afectiva en un proceso de introspección y conocimiento, en el que se muestra también la apacible adaptación al nuevo ámbito vital, hasta el regreso al origen, para cerrar con hondura ese claro diálogo de afinidades compartidas, el círculo completo de su amistad.
Cierra la introducción el narrador Óscar Marcano con la propuesta “Cuando el agua pasada sí mueve molinos”. Repasa la historia personal de Antonio Navas Jiménez, gerente general de una importante aseguradora, a quien conoce en Cover a comienzos de los años ochenta y en el que descubre, de inmediato, un amplio bagaje cultural y una cercanía humanista que facilitó y acrecentó de inmediato la relación personal. Ese contacto le permite descubrir los rasgos de una personalidad peculiar, a trasmano, que se carteaba con excelentes escritores y que mostraba una avidez lectora inagotable, digna de una presencia tutelar.
La labor editorial de Papeles Mínimos tiene como premisa definidora el cuidado artístico de sus ediciones y la singularidad formal del material gráfico. Querido Antonio: aquí como siempre, suscribe esa pulcritud; nos acerca a un poeta cardinal, cuya obra adquirió un desarrollo admirable y fue reconocida con el Premio Reina Sofía de poesía Latinoamericana y el ingreso en la Real Academia. Pero el itinerario biográfico fue complejo, y estuvo cuajado de incertidumbre; la existencia mantuvo un estar indeciso que incrementó en el habla individual actitudes de escepticismo e ironía; la palabra sobre palabra del espectador que vislumbra, en soledad, un ahora gris, sin mediodía, donde las cosas amanecen “como siempre”.
©Trópico Absoluto
José Luis Morante (Ávila, 1956) es profesor, poeta, editor, ensayista y crítico literario. Su obra poética se recoge en las antologías Mapa de ruta (2010) Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). Ha preparado ediciones de Juan Ramón Jiménez, Joan Margarit, Eloy Sánchez Rosillo, Luis García Montero y Karmelo C. Iribarren. Como aforista ha publicado Mejores días (2009), Motivos personales (2015), la antología Migas de voz (2021) y Planos cortos (2021).
Esta reseña se publicó originalmente en la revista digital El Cuaderno, el 19 de abril de 2022. Se reproduce aquí con autorización de su autor. https://elcuadernodigital.com/2022/04/19/memoria-de-afectos/
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