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Con Alí Primera por la calle del infierno

Por | 7 diciembre 2021

El pasado mes de octubre se cumplieron 80 años del nacimiento del músico y compositor Alí Primera (Coro, 1941 – Caracas, 1985), icono popular de la izquierda venezolana. Olvidado tras su fallecimiento en un accidente de tránsito, Primera reapareció a partir de 2006 en la escena venezolana, transformado en figura emblemática de la “revolución bolivariana”. Integrado por el chavismo a su relato propagandístico, legitimador, la obra de Primera se ha convertido así en parte del agrio debate que separa a los venezolanos.

Alí Primera. Imagen construida a partir de plantilla de guerrillacomunicacional.blogspot.com

A Arnaldo Valero y Francisco Franco Graterol

“Cantar por la vida significa un compromiso”
Alí Primera

 

     I. Entrada 

“Los discos de Alí Primera son como artículos de primera necesidad.
Duran poco en los estantes. Se venden a montones.
Y es raro que en la colección de los que aman este tipo de música
no figure uno que otro álbum de este artista, ¡perdón! del cantor.”

William Guzmán P. El Siglo, Maracay, 20.5.1983. D-28.

Oscar Velázquez fue el fiscal de tránsito a quien, la madrugada del sábado 16 de febrero de 1985, correspondió “levantar” el accidente donde murió el cantante Alí Primera. Velázquez conducía una grúa por la autopista El Valle-Coche, cuando a la altura del puente Los Ilustres observó como un automóvil se salía de la vía para ir a estrellarse directamente contra una camioneta Wagoneer que circulaba en sentido contrario. El impacto fue tremendo. De acuerdo al testimonio del funcionario, éste se acercó primero al conductor de la camioneta, a quien  encontró sobre el volante, un poco aturdido, pero todavía con signos vitales. “Ya vengo a auxiliarte negro –le dijo Velázquez sin reconocerlo–, déjame ver qué pasó con los otros”. 

De allí se dirigió al Ford Fairlane donde dos jovencitos de 17 y 19 años –uno de ellos, el hijo del guerrillero Américo Silva– se quejaban. Al volver junto al hombre sobre el volante se dio cuenta que sería imposible sacarlo sin cortar la puerta. Demasiado tiempo. A los pocos minutos murió. 

Enseguida llegaron curiosos y periodistas, alguno de los cuales identificó al cantante. El fiscal se preocupó entonces de ir a avisar lo sucedido a los familiares. Así fue como llegó, –siguiendo las instrucciones de los reporteros– al edificio Araguaney, en El Valle. Aunque no tuvo el valor suficiente para anunciarle la desgracia a la atribulada mujer que lo recibió en el apartamento. Tan solo atinó a expresarle que su esposo había tenido un accidente y era necesario fuera a verlo al hospital (Testimonio en: Alí Primera en cinco compases. En: Hechos en el tiempo. Serie Documental. 2006).  

II

¿Ha corrido con mala suerte Alí Primera en estos años de “revolución bolivariana”? ¿Seguiría en el olvido, como en los años posteriores a su deceso, si no hubiera sido acogida su música y mensaje, primero por Rafael Caldera y su chiripero para la campaña electoral de 1993, y luego por la oficialidad chavista desde 1999? 

Quizás fuera Méri Franco-Lao una de las primeras en recopilar y sistematizar lo que venía surgiendo como la nueva canción en su libro de 1967 titulado Basta! Chants de témoignage et de révolte de l´Amérique Latine, editado en París por Francoise Masperro. La autora se remonta a la violencia como generadora de aquellos cantos de testimonio y rebeldía: la violencia de la conquista de América, la de la esclavización africana, la de la Guerra de Independencia. Cantos que rememoraron aquellos sucesos desde la reivindicación política y los reclamos de los años de cambiar el mundo, movimientos de liberación, de guerrilla y lucha armada. La canción fue también un arma de la revolución, como el teatro, la danza o la pintura. De los manifiestos del Nuevo Cancionero Argentino de 1965 a los Encuentros de la Canción Protesta organizados por Casa de las Américas en Cuba en 1967, 1972 y 1973. En ellos se fue estableciendo lo que pudiéramos llamar “el estatuto del cantor”, sobre asuntos como compromiso y militancia; eficiencia de una canción dirigida a los sectores populares y promotora de luchas reivindicativas; revaloración de expresiones tradicionales, folclóricas y populares; y trato con los medios de comunicación. Esa canción tenía funciones de ruptura, anticipación, convocatoria, confrontación y denuncia. Poco agregaría la visión de Alí Primera a aquellas formulaciones (Franco-Lao, 1970: 13-256; Ossorio, 1967: 139-143; Casa de las Américas, 1967: 44-46; Loredo Piñeiro, 1973: 116-121; y Reyes Matta, 1987: 26). 

Este 2021 cumpliría 80 años el cantor rebelde, inconforme e intransigente, el que decía “malas palabras” en sus canciones. Las opiniones sobre su legado son tan controversiales como su música. De un lado, su aprovechamiento indiscriminado por parte del chavismo ha determinado el rechazo de muchos que no toleran su uso como banda sonora de un gobierno al que le calza mal el calificativo de socialista. Mientras otros siguen reivindicando al hombre que cantaba a la otra Venezuela, un ser noble y sincero, comprometido con un ideal de justicia social. De esta forma, se ha roto el consenso que rodeaba su producción musical. Al ser integrado por el chavismo a su relato propagandístico, legitimador, la obra de Primera se ha convertido así en parte del agrio debate que separa a los venezolanos.

Alí Primera retratado por Audio Cepeda.

III. Qué cantaba y a quién le cantaba Alí Primera

“Nos enlodábamos mutuamente, pero no te tocamos, Alí. 
Tú eras otra cosa, la voz honesta en medio de tanto estiércol…” 
Israel Centeno. “Alí”. Suplemento Cultural Ultimas Noticias, 1.6. 1986, p. 6.

Yo conocí por primera vez un disco de Alí Primera en 1975, en el casino de la Base Aérea de Montecano, Paraguaná, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Era el disco que contiene sus temas a Tania, la compañera del Che Guevara en Bolivia, a la Mujer de Vietnam, y a los Techos de Cartón: “Cuando el soldado no sirva a la patria en el jardín de un general, cuando las águilas se arrastren, cuando no se hable por hablar.” “Busca al obrero en la fábrica, dale la mano al obrero. Dile que la lucha es larga, que hay que aligerar la carga. Para trochar el camino del mundo que él se soñó. Dile que lo que él produce engorda al explotador y que pa’ sacar al gringo que jode a mi pueblo va a haber que luchar”, dicen algunos de aquellos temas (Alí Primera. Volumen 2. LP. 1973). ¿Qué hacía aquel disco subversivo en una base militar? ¿No asustaban a nadie aquellas proclamas? 

Unas 130 canciones se cuentan en los 13 discos editados por Alí Primera entre 1969 y 1984. Muchas de ellas inspiradas en el deseo de un cambio político, pero también en el sentimiento de pérdida que generó en la izquierda venezolana el fracaso de la lucha armada de los años sesenta, y su consecuente falta de arraigo en los sectores populares en el tiempo posterior, cuando los movimientos guerrilleros se desbandaron encontrando nichos en los partidos políticos, la universidad y las instituciones culturales. Espacios que permitieron dar continuidad a la actividad ideológica de los derrotados. ¿Qué decían? ¿Qué expresaban? ¿Qué querían esas canciones? En principio, habría que decir que la propuesta estética es esencialmente un fresco político, influencia de aquello consagrado como “realismo socialista” en América Latina. 

No es fácil sintetizar su repertorio. Evidenciaban aquellas composiciones las deudas de una democracia imperfecta. Los desequilibrios y desigualdades de un país apostándole al desarrollo en medio de múltiples contradicciones y la voracidad de sectores políticos y económicos. Una república de marcada pobreza que convivía con otra opulenta y despilfarradora, junto a una clase media en ascenso, cimentada por los recursos de la producción petrolera, incapaz de liderar proyectos políticos y organizativos alternativos.

Entre sus influencias musicales Alí Primera tempranamente nombró al boliviano Benjo Cruz, muerto en la guerrilla guevarista de Teoponte, o al colombiano Pablus Gallinazo, conocido como El Comandante, autor de temas como “Mula revolucionaria”, “Cómo confiar en la paz”  y “Una flor para mascar” (Planas en Marroqui y Castillo, 2008: 73; Salazar, s/f: 8). 

Su producción discográfica no es un corpus uniforme, y en ella se observan claramente al menos dos etapas. Si en las primeras composiciones priva el panfleto político directo, su evolución lo acercará a sonoridades folklóricas regionales. La escritura de temas exaltadores y evocadores de luchas, procesos y personajes de filiación comunista dará paso a la incorporación de personajes y bases rítmicas de la tradición popular, sin olvidar un trabajo político permanente cuyo norte pretendió concientizar a las masas populares sobre la urgencia de un cambio de sistema. 

Ese es el sentido de su “canción mensaje”, “canción política”, “canción protesta”, o “nueva canción”: la transformación de la sociedad, el cuestionamiento del orden capitalista y sus productos. 

mucho de ese canto sirvió de sustento desde el espacio de la cultura a sectores radicales de izquierda, pero también fue expresión de sectores de clase media en su búsqueda de alternativas políticas y reivindicaciones sociales.

Entre 1973 y 1976, el mensaje político domina en trabajos divulgados a través de sellos discográficos del mercado local como Promus o Balboa Records. La denuncia de las desigualdades sociales en un país petrolero, la crítica a la injerencia norteamericana, el llamado a campesinos, obreros y estudiantes a luchar, la revolución como instrumento generador de equidad. A partir de 1976, con temas como “Mamá Pancha”, “José Leonardo”, “La canción de Luis Mariano”, “La canción del tiple”,  “Canción mansa para un pueblo bravo”, “Coquivacoa” y “Tin marín” logrará unir reclamo y sonoridades populares, matizando y metaforizando el contenido político, con lo cual ascenderá en las preferencias del público de las principales emisoras de radio.

En los discos de Alí Primera que cubren el período 1977–1985 encontramos junto al grotesco mensaje militante de canciones como “Se está secando el pozo”, “Panfleto de una sola nota”, “Flora y Ceferino”, “Abrebrecha”, “Canción bolivariana”, “El derecho al derechito” o “La canción caliente”, la búsqueda de poesía y expresiones de la tierra. De la explotación, la desigualdad, la injusticia, el pueblo sufrido, al paisaje, el hombre, la tierra, la cultura y la tradición. Las fortalezas de una herencia en nombres como los de Pío Alvarado, Luis Mariano Rivera, Armando Molero o Zobeyda Jiménez, lo que hace comprensible su tributo a ese ícono construido sobre la idea de lo tradicional llamado Simón Díaz. Usos y abusos de la democracia. La izquierda subversiva y sus antagónicos: DISIP, DIGEPOL, Policía Metropolitana, cuerpos autoritarios y de represión. Luchar a través de la canción contra el poder. Poder de las élites, apoyadas por el imperialismo y las capas políticas explotadoras. Canción de la rebeldía adolescente en un país de eterna adolescencia.

A comienzos de los años setenta los temas de Alí Primera fueron difundidos en la radio junto a los de Lupe y Polo, Piero, La Formula Quinta, Los Corraleros de Majagual, Santabárbara, Los Hermanos Arriagada o Gimeno. Y tiempo después al lado de los de Willie Colón, Olivia Newton-John o Henry Fiol (“Favoritas del Nacional”. En: El Nacional, Caracas, 08 de febrero de 1975. p. B-16; Raúl Vallejo. “Resumen discográfica de 1982”. En: El Nacional, Caracas, 2 de enero de 1983. Cuerpo B) 

El canto se dirige a un país no–moderno, un país con fuertes trazas y evocaciones rurales. Eso es importante, pues muestra en el encuentro del cantor y su público lo que somos. ¿Quiénes eran los oyentes de Alí Primera? Los que se identificaban con aquel mensaje político de raigambre rural parecían ser los hijos inconformes del proyecto modernizador, que sin embargo se presentaba ante América Latina y el mundo con la soberbia y arrogancia del país de las mayores libertades y oportunidades. Los seguidores del proyecto revolucionario cubano en tiempos de la Guerra Fría. Los hijos de los desplazados del campo a la ciudad, en un país que compraba la modernidad sin transitarla. Más adelante, con la misma frivolidad, intentaría comprar también –con los mismos resultados– una revolución.

Con ese esquema, mucho de ese canto sirvió de sustento desde el espacio de la cultura a sectores radicales de izquierda, pero también fue expresión de sectores de clase media en su búsqueda de alternativas políticas y reivindicaciones sociales.

Alí Primera. S/F /S/A

Para 1972 el Movimiento al Socialismo (MAS) se perfilaba como una opción renovadora y crítica a la izquierda anquilosada. En el 73 se lanzó al ruedo electoral con la candidatura de José Vicente Rangel. Alí Primera y otros cantores y grupos como Los Guaraguao y Ahora –que entonaba el Himno del Partido compuesto por Mikis Teodorakis- hicieron parte de los actos de campaña en todo el país.

Esas canciones cuestionaban un orden desde espacios que aquel mismo orden propiciaba. Si había resquemor y aprehensión, en puntuales oportunidades hubo censura abierta o frontal. La revisión hemerográfica atestigua eso, así como las grabaciones y ventas de sus discos. Aunque denunció persecución y atentados, también pudo actuar libremente en la organización de diversas actividades en todo el país. Entrevistas y reseñas pueden localizarse en El Nacional, El Diario de Caracas, El Globo, Venezuela Farándula, Kena, Momento, y otras. La canción que al inicio tiene como origen y destino el mundo de la izquierda atrincherada en las universidades públicas, busca otros centros, otros receptores.

Sobre la recepción de sus canciones, habría que decir que algunas fueron grabadas en los setenta por Oscar De León, Nancy Ramos, el puertorriqueño Andy Montañez o los mexicanos Marco Antonio Solís y Gabino Palomares, además de muchas agrupaciones de gaitas venezolanas. Destacando también los que han tratado de rescatar esa canción del dominio chavista como Soledad Bravo, María Rivas o Desorden Público; o su valoración en el ámbito internacional no militante en interpretes como Susana Baca y Javier Álvarez.  

Consecuente con su origen, esa canción de Alí Primera desarrollaría el panfletarismo, la demagogia, el populismo y la más burda mentira: La pintura de Reverón sí fue exhibida en Bellas Artes mientras él vivió; Las Cumaraguas son algo más complejo que su eterno lagrimear; el pueblo no es sólo dignidad y esfuerzo; Cuba no era ni es un paraíso… Baratijas y simplicidades de cierto discurso izquierdista latinoamericano, cuya elaboración plantea un nacionalismo escolar. Por algo reivindica “la traicionada poesía de Andrés Eloy” (Alí Primera. Cuando nombro la poesía. 1979. LP. Surco 1). Presente está también la complacencia a un público que espera la refrendación de una simbología consagrada desde la escuela, no sólo Bolívar –a quien incluso llega a dar voz–, sino también Sucre, Josefa Camejo o Ezequiel Zamora. 

Alí Primera simplifica lo complejo, no otra cosa puede hacer con la canción semejante empeño político. En algún momento llega a admitirlo, el canto no le basta. El cantor debe ser líder, y se lanza al ruedo electoral. Los resultados son frustrantes. Logra ser “diputado por cuociente”. Es decir, la democracia, que tanto ha cuestionado, abre una puerta que luego él desdeña.

En las canciones de Alí Primera el ideal guevarista es el mantra de una revolución continental soñada: el socialismo era el futuro que debían conquistar los sectores populares al ritmo de aquel cuatro. Por ello es comprensible el que hoy se le rechace y cuestione. Expropiadas por el actual régimen gobernante en Venezuela, con la complacencia y el oportunismo de sus familiares, amigos y allegados, esa música ha sido utilizada para sitiar y bombardear urbanizaciones y barrios, o como telón de fondo para la tortura en sitios de espanto. 

 IV. La construcción de un mito para la revolución

Mural en homenaje a Alí Primera realizado cerca de la casa natal del músico, en el Estado Falcón, por el colectivo Guerrilla Comunicacional.

“Todo hacía recordar a Assabranca,
 la ciudad que hizo santo a Roque Santeiro para vivir de él; 
todos los personajes de la novela brasilera parecían haber reencarnado 
esa noche en Punto Fijo”.
Lil Rodríguez. “Arruinado el homenaje a Alí Primera”
El Globo, Caracas,  3.11.1992, p. 43.

Descubrí a Alí Primera en la niñez, en los cuentos de señoras amigas de mi abuela que hablaban de algunas de sus canciones. De aquella Mamá Pancha, comadrona y rezandera, del Tío Juan que cortaba leña seca… eran gentes conocidas de ellas. Los Primera, Rossell, Padilla, García, de San José de Cocodite. Es decir, yo… 

Un repaso a una biografía institucionalizada y difundida por diversos medios determina el recorrido desde su nacimiento en Coro, con una niñez marcada por la violencia y las calamidades propias de una familia humilde. La vuelta al campo en la Península de Paraguaná ante el asesinato del padre, el traslado a los pueblos forjados en los alrededores de la explotación petrolera, la emigración a Caracas a cumplir el bachillerato, su posterior entrada a la Universidad Central de Venezuela a desarrollar la carrera de Ingeniería Química. En 1969, se fue con una beca del PCV a realizar estudios de Ingeniería de Petróleo a Rumania. En Alemania grabó su tercer disco titulado De una vez (1972). Ya había publicado, en 1969, Canciones de Protesta y Vamos gente de mi tierra.  

Pulsos de legitimidades, cruce de memorias enfrentadas, por fechas y datos, precisiones y cercanías disputan muchos, una vez conformado en emblema y establecido como centro de poder a partir de la mitad de la década del 2000. Pocos reparan en los contextos de la fábula creada para imponer el mito del Padre Cantor, cuarta raíz de la Revolución Bolivariana junto a El Libertador, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora (Testimonios en: Alí Primera en cinco compases, 2006; Carrillo M., 2013: 78-79; Petit en Millet, 2016: 14).

Mitificación y automitificación, la historia de vida de Alí Primera de cara al público tuvo varios reajustes. Los que él mismo realizó por razones de su proyecto “cultural y político”, y los que hicieron tras su muerte sus compañeros, familiares, cronistas y biógrafos para convalidarlo y convalidarse ante el proyecto liderado por Hugo Chávez, quien tempranamente se declaró su admirador, proclamándolo patrimonio nacional (“Alí Primera, el cantor del pueblo que vive en los que luchan”. En: https://www.telesurtv.net/news/nacimiento-ali-primera-cantor-pueblo-20171025-0067.html). 

La instrumentación arranca con la creación del niño campesino Alí Primera. Niño yuntero, sembrador en las secas tierras del centro de Paraguaná, junto a sus hermanos, cargando latas de agua desde pozos lejanos o arriando cabras montaraces. Allí comenzaría su identificación con los campesinos del país, con la labor del arado y la cría, con la naturaleza. Cuadro de gente sencilla, paisaje de la pureza, solidaridad y sensibilidad que lo formarían. 

Nacido en 1941, a los diez años se traslada con su familia nuevamente, ahora a Caja de Agua y Las Piedras, suroccidente peninsular, donde inicia sus labores de limpiabotas, vendedor de empanadas y maletero en el aeropuerto local. Esta etapa del “niño en la calle” la ubican los depositarios de la memoria del cantor en 1951. En esas fechas los trabajos de instalación de las refinerías de la Shell y la Creole marcan con su impronta la subregión del norte venezolano, convertida por obra del petróleo en centro de acogida de migración de todo el país. Los custodios repiten que de las desigualdades observadas entre la vida de pescadores y la de los ingenieros estadounidenses surgirían su sensibilidad y compromiso. 

Los innegables beneficios de la industria petrolera en la vida de los habitantes de la comarca son negados en función de un relato marcado por “el sentir antigringo” y el pensamiento antiimperialista de la izquierda nacional. En este relato se consagra una falsa memoria, o al menos una visión muy parcializada, en donde la península es solo un mundo de miseria, de terribles discriminaciones que experimenta la niñez de Alí Primera.

A inicios de los años sesenta, el futuro cantor llega a la capital del país a continuar estudios de bachillerato en el Liceo Caracas. Es un joven de veinte años que se gradúa en 1965 y entra a estudiar en la Facultad de Ciencias de la UCV la carrera de Química. Se produce el encuentro con “la casa que vence las sombras”, el alma mater de la rebeldía y la subversión contra sistema. Es la etapa del “estudiante revolucionario”. Las biografías señalan también en ese trasplante del joven campesino a la capital su encuentro con las primeras influencias humanísticas. Lo cierto es que Alí Primera es “una ficha” del Partido Comunista de Venezuela. Más que a campesinos y pescadores de la península, su trabajo político pareciera deberle a su relación en Caracas con artistas e intelectuales como César Rengifo, Aquiles Nazoa, Luis Cipriano Rodríguez o Rafael Salazar. Gracias a Ángela Rengifo, el joven que preparaba planes de inscribirse en la Escuela Militar, termina entonando su cuatro llamando a concentraciones partidistas en los auditorios de la Ciudad Universitaria (Testimonio de Andrés Castillo en: Alí Primera. La siembra del cantor. 2006).   

Imagen del mural realizado por el colectivo Guerrilla Comunicacional.

El Partido Comunista de Venezuela vivía entonces el proceso de disputas entre formas de integración y radicalismo. Al interior de la organización el debate fluctuaba entre quienes adscribían los intentos de pacificación a través de las políticas del gobierno de Raúl Leoni, participando en elecciones a través de la plataforma Unión para Avanzar (UPA), y aquellos que despreciaban la democracia y apostaban por la creación de un estado socialista por la vía de las armas (Plaza, 1978: 27-28). Era 1967, y la polémica se avivaba con Fidel Castro, quien acusaba al PCV de claudicante, mientras Douglas Bravo, Luben Petkoff y otros realizaban esfuerzos en una marcha entre Yaracuy y los Andes por mantener la lucha armada. Alí Primera formó parte de los grupos radicales de la UCV en medio de aquella discusión (Lamberg, 1979: 42-43). 

Ese mismo año, por participar en manifestaciones callejeras fue detenido en los calabozos de la DISIP junto a otros compañeros estudiantes. El mito indica que allí compuso sus primeras canciones revolucionarias. 

Retornó al país en 1973, “luego de tres años de permanecer conociendo los países socialistas” (Testimonio de Héctor Hidalgo Quero en Alí Primera. La siembra de un cantor. 2005), integrándose a la campaña presidencial de José Vicente Rangel. Es el tiempo cuando se produce su altercado con la dirigencia del Movimiento al Socialismo (MAS), cuyas versiones contradictorias cuentan Jesús Frankis y Víctor Hugo D´Paola (Alí Primera en cinco compases, 2006; D´Paola, 2014: 81-82).

En 1974 retoma algunas composiciones y desecha otras de sus primeras producciones para grabar con el sello discográfico Promus el material titulado Lo primero de Alí Primera. El mismo año aparece Alí Primera Volumen 2. Comienza entonces su desempeño y recorridos por radios de todo el país promocionando sus discos. Su labor tesonera involucraba no sólo a dueños y directores de emisoras, sino también establecía relación personal con conductores de programas u operadores de estaciones. Una labor realmente admirable.  

A partir de 1979, se dedica a la organización de masas, a la acción política a través de la canción. Un programa que en 2005 la Chiche Manaure –compañera consecuente de sus luchas– define: “Alí estructura cinco vertientes de la canción, de su trabajo político y de cantor: la canción solidaria, la canción militante, la canción por la unidad del pueblo, la canción bolivariana y la canción por la libertad de los presos políticos. Programa de trabajo que nos lleva a movilizarnos por todo el país dejando un balance organizativo a través de los comités de la canción y formando los elementos de las redes socio-culturales del país” (Testimonio de Aleydys Chiche Manaure en: Alí Primera en cinco compases. 2006. Programa de Venezolana de Televisión). 

Exageración y reacomodo de la historia, si bien son destacables los esfuerzos organizativos y los eventos que logró concretar Alí Primera entre 1979 y 1985, resulta difícil calcular la importancia político-organizativa de los mismos, que a nuestro juicio y dados los resultados, servían para convocar –utilizando expresiones de Gloria Martín– en “un consumo no problematizante” de la canción como entretenimiento, pero no como espacio de crecimiento y fortificación ideológico (Martín, 1998: 33). No fueron esas plazas y estadios lugares propiciadores de una creciente adopción de la ideología socialista en las masas populares venezolanas. Lo cual se evidencia no sólo en la baja votación de las agrupaciones de esa tendencia en las elecciones de 1978 y 1983, sino también en la acogida de la candidatura a diputado del propio Alí Primera (García Ponce, 1977: 230-232; Millet, 2016: 87). 

Los conciertos concebidos como Canciones Solidarias, organizados por el cantor, fueron también ampliando su convocatoria hasta sumar a artistas no militantes como Morella Muñoz, María Teresa Chacín, Simón Díaz, Alfredo Sadel, Un Solo Pueblo, Serenata Guayanesa o La Rondalla Venezolana. A medida que la propia reflexión de Alí Primera sobre su oficio se ampliaba a redes más allá de las organizaciones de izquierda, fue incorporando a aquellos eventos expresiones y exponentes no restringidos a ese campo político. El militante radical de la izquierda, creador de una organización denominada Comités por la Unidad del Pueblo, se convirtió entonces en el líder de un movimiento cultural que logra aglutinar por problemas y causas no marcadas por la propuesta socialista. Un aspecto que han pretendido borrar los manipuladores de su obra (Alí Primera, El Nacional, 3 de mayo de 1982: Cuerpo B, 12; Mercedes Martínez, El Diario de Caracas, 25 de noviembre de 1982: 35).           

Pero, efectivamente, ese canto representó también las acciones de una izquierda radical, resabiada y nostálgica. La que nunca creyó en el proyecto de la democracia liberal, tuvo en las universidades el espacio consagrado por el sistema, y tenía a la mítica revolución cubana como ideal. La misma que arruinó un homenaje a Alí Primera a finales de octubre de 1992 en Punto Fijo a nombre del “Movimiento de Encapuchados de Venezuela”. En ese acto, que la periodista Lil Rodríguez describe vandalizado por estudiantes universitarios, leyó Sol Mussett –la viuda del cantor y varias veces candidata por el chavismo a diversos cargos de representación-  “una carta de los militares del 4 de febrero”  (Rodríguez S., El Globo, 3 de noviembre de 1992: 43). Imaginarios redentores. Anarquía y violencia sin sentido. Irresponsabilidad y bajo igualitarismo. A inicios de los ochenta todo aquel andamiaje comenzó a hacer aguas. Sin embargo, productos como la canción de Alí Primera siguieron siendo parte de esa liturgia. 

Aquel que se inició en los años sesenta como militante de la Juventud Comunista en la UCV se proyectó para la primera mitad de los ochenta como líder de un movimiento político de la canción. Personaje más que hombre, símbolo. Llaman la atención algunas grabaciones «caseras y entre amigos» donde no deja de ser el cantor comprometido. (Grabaciones cedidas por Andrés Castillo de conversaciones de Alí Primera y Héctor Hidalgo Quero).  

Su discurso no admitía cuestionamientos o contradicciones. Una nota de duelo de aquel febrero de 1985 señalaba: “Recogeremos tu guitarra y continuaremos el canto en dolor mayor, tus amigos los cantores…”, y firmaban: Lilia Vera, La Chiche Manaure, Gloria Martín, El Grupo Ahora, Los Guaraguao, El Gordo Páez, Carlos Ruiz, El Chivato de la Playa, Antonio Acosta Márquez, Goyito Yépez, Orangel Lugo y José Montecano (Grisel Marroquí y Andrés Castillo. Alí Primera a quemarropa. 2008: 214). Sin embargo, su liderazgo demostró poca solidez, pues a su muerte «la cantoría» se dispersó y buscó otros derroteros –Gloria Martín volvió a los canales comerciales, y su hermano José Montecano grabó para Sonografica–, hasta que aparecieron los circuitos culturales del chavismo y todos retomaron el viejo discurso. Surgiendo incluso nuevos cantores y cantoras más cercanos a Manu Chau y Calle 13, o entre Mercedes Sosa cantando con Franco de Vita y Shakira, y los grupos de jóvenes anticapitalistas de los países capitalistas, que al cantor de «Don Samuel», “El bachaco fondillú”  y «Camarada». 

Pero quedarse con esa imagen sería simplificar al personaje Alí Primera, lo que han hecho unos y otros en esta hora de urgencias y acritud. El mismo hombre altivo y frontal es el poeta de las cosas simples y el ser humano solidario y fraterno. El hombre desprendido, cultor de la amistad, solidario y consecuente. Involucrado en muchas iniciativas de organización popular, Primera fue un trabajador ardoroso y dedicado, que instituyó recitales en los pueblos más apartados para dotar de insumos a hospitales, bomberos, escuelas, liceos. Con un particular carisma personal, noble, amable y generoso, el producto de la venta de sus discos, que al parecer fue importante, lo destinaba a causas de solidaridad y ayuda. Lo mismo a la dotación de instrumentos de un grupo de jóvenes, que a una casa de cultura (Dobles en Marroqui y Castillo, 2008:208; Testimonio de Andrés Castillo en: Alí Primera en cinco compases, 2006; Conversación con Alí Agüero, 2013). 

En la casita del barrio La Vela en Paraguaná –cuyo nombre se trocó en 1985 por el de Alí Primera– comenzó la mitologización. En el humilde hogar, parte de aquellas casas construidas en las adyacencias de la refinería de Amuay, en una zona de alto riesgo cuya explosión en 2012 alarmó al país, la madre comenzó un pequeño museo para recordar al hijo famoso. Las caravanas de estudiantes, activistas y curiosos se sucedieron con los años para conocer aquel lugar donde germinaron algunas de las composiciones del trovador. Un visitante muy apreciado dejaría estampada en el libro de visitas su impresión en mayo de 1994: 

“Alí, tu canto siempre fue arma para la lucha, tu ejemplo y tu guitarra van grabados en nuestras banderas. Carmen Adela, en este día de la madre he sentido aquí, con la brisa fresca de tu Paraguaná seca, los besos de mi madre y el fuego sagrado de la patria.” Hugo Chávez.  

De 1998 –seis años después del golpe militar encabezado por el barinés– es el libro de Gloria Martín titulado El Perfume de una época, editado por Alfadil y la Secretaría de la UCV. Allí la autora –a quien llaman la madre cantora– establece la evolución de la nueva canción en Venezuela, asumiendo su cercanía y trabajo con Alí Primera en sus propuestas de concentraciones a través de la canción. En ningún momento vincula tales programas con el proyecto de los militares insurgentes. Nada le impedía hacerlo. Otros compañeros legitimarían años después la apropiación del canto y figura del falconiano, señalándolo como precedente de la Revolución Bolivariana (Ver testimonios en vídeos y programas como: Alí Primera. Herido de vida, 2005, y Alí Primera en cinco compases, 2006).  

En la Gaceta Oficial del 12 de marzo de 2004 La Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela acordó declarar a Alí Primera como “Patrimonio del Pueblo Venezolano”, considerándolo “precursor con su acción y su canto revolucionario de la Patria Bolivariana”. Para febrero de 2005, el mismo cuerpo, en esa oportunidad dirigido por Nicolás Maduro, declaró “la producción musical, literaria y ensayística del cantautor popular Alí Primera, patrimonio cultural de la República Bolivariana de Venezuela”; y el siguiente año creó la “Orden Alí Primera” en “reconocimiento a luchadoras y luchadores populares y revolucionarios” (Ver: www.asambleanacional.gov.ve). En febrero de 2007, Sol Musett, señalaba ante periodistas en Falcón: “Si Alí estuviese vivo le halaría las orejas a unos cuantos, el Presidente Chávez lo buscaría para que lo asesorara y ayudara pero estoy segura que no ocuparía ningún cargo en ministerio porque era muy humilde para eso (…) Ojalá Alí estuviera con nosotros, pero nos dejó una tarea en sus canciones, somos un país y hermanos en Cristo, todos venezolanos como nos llamen, chavistas, revolucionarios, bolivarianos o escuálidos” (Velázquez, La Mañana, 10 de febrero de 2007: 5). 

En la farsa revolucionaria, la camisa roja y el bluyín se convirtieron en disfraz de quienes ostentan el poder en Venezuela. Erigieron el mito del perseguido político, silenciado por revistas y periódicos, de discos censurados en las radios comerciales, de jóvenes que debían esconderse para escuchar sus canciones. Como respuesta su sobrino Alí Alejandro Primera grabó una selección con el conjunto musical del SEBIN (Testimonio y vídeo aportados por Juan Carlos Primera, cantor que participa en el homenaje). 

Sin embargo, a pesar de la exaltación del “Padre Cantor”, muchos de los proyectos que él no pudo desarrollar por falta de recursos económicos tampoco han sido  concretados por los organismos culturales del proyecto chavista. Se ha preferido grabar a intérpretes cercanos al Ministro de Cultura, convertidos en exponentes internacionales de la Revolución Bolivariana, como Fabiola José o Pedro Colombet; además de trabajos que exaltan la gesta como 4F Madrugada Luminosa.

Muestra de lo degradante a lo que ha llegado el debate político en Venezuela es el que se conceda beligerancia a un personaje que sale públicamente a revindicar la autoría de las canciones de Alí Primera cuarenta años después de su muerte.  Claro que hay huellas de identidad entre el chavismo y su propuesta, por eso la construcción del puente no ha sido tan cuesta arriba. Como lo señaló el cineasta Thelman Urguelles, Chávez encontró en esos discos una cantera de emotividad, radicalismo ingenuo, mezcla ideológica y panfletarismo simplista. Un blasón de sustento a su vacío identitario (El Nacional, 11 de marzo de 2012, Siete Días: 4). Pero la operación ha implicado olvidar buena parte de lo que también fue y representó el cantor. Deformarlo, degradarlo, envilecerlo. Borrar la difusión de algunas de sus canciones y olvidar a muchos entrañables compañeros y amigos. Hoy por hoy el gobierno de Nicolás Maduro parece operar en dirección a desechar al personaje. Parece que Alí Primera resulta nuevamente incómodo y subversivo para el poder. 

V. Salida

Los testimonios de la Marcha de los Claveles Rojos de 2005 –homenaje anual para asegurarse de que esté bien muerto–, recogidos al inicio del video “Alí Primera. Herido de vida”, son un retrato del país inmediatista, irreflexivo, superficial, frívolo, aprovechador del momento. La gente allí presente sabía que la identificación con Alí Primera significaba el acceso a los beneficios dispensados por el régimen. Se cumplían 20 años de la muerte del cantor y el gobierno tenía para regalar banderas y camisas con su estampa. Imágenes muestran a vendedores ambulantes con gorras, franelas, banderines con la imagen del hombre barbudo acompañado de guitarra y sombrero. Una mujer cuenta que hacía sancochos con él, otra que en su casa confeccionaba hojas subversivas y trabajaba la revolución, otra que Alí Primera era la solidaridad, la lucha, la unidad. 

Diez años después, en una pared de Mérida, rumbo a la zona de El Valle, transformaron una pintura del cantor falconiano en la del protagonista de una icónica película de terror, ésta en la que todos hacemos de extras. Eso duele a quienes nos iniciamos en el sentir de la política al eco de aquella voz, a quienes nos formamos en un sentido de venezolanidad y compromiso escuchando sus canciones. 

Hoy vuelvo a Alí Primera para festejar un nuevo año de su vida. Ya no es ídolo ni guía. Base de iniciación política del chamito que fui hace mucho tiempo. Sigo reivindicando parte de sus cantos y su actitud crítica en defensa del país, sus llamados a incrementar el sentido de pertenencia, ciudadanía y responsabilidad. Pero también siento que hay que cuestionar a Alí Primera, como a todos los propagadores de un mensaje mesiánico redentor. Volver a sus canciones. Creo que algunas lograrán salvarse, otras quedarán como himnos y loas de la propaganda de la izquierda totalitaria, antidemocratica y oportunista. Creaciones degradantes y de escasa importancia artística, ejemplo de una izquierda anquilosada, decadente e incapaz de ofrecer otra lectura del país. 

Ni Dios, ni héroe, sólo un comprometido. Tal vez equivocado, pero nunca infame pillo. Desmitificar a Alí Primera es un imperativo ético y político en este país fracturado. Pero tal desmitificación no se inscribe en el juego de radicalidades de esta hora, sino en la necesidad de contextualizar su música y sus búsquedas estéticas y políticas, valorando su sensibilidad, arraigo y querencia por Venezuela. Solicitud ingenua en un tiempo donde las acciones se dirigen en beneficio de la crítica a la izquierda, de la cual Alí Primera fue emblema, en un neoculto democrático que echa raíces sin criticar las precariedades de aquella construcción que hizo posible el terrible hoy.  

Prefiero entonces quitar las etiquetas, deslastrarlo de tanto y tanto manoseo, entender al hombre-canto en su tiempo y espacio, junto a seres de afecto de los cuales formó parte y que he mencionado a lo largo de este escrito. Viva por siempre en lo mejor de nosotros aquel trovador a quien Pedro León Zapata llamó: “ser libre, grande y fraterno”.

@Trópico Absoluto

Fuentes

Videos

Ali Primera. Herido de vida. Ministerio de Cultura. Dirección y cámara: Luis Alejandro Rodríguez. Producción ejecutiva: Marco Mundarain. Producción general: Alejandro Medina. Caracas, 2005. 

Alí Primera. La siembra de un cantor. Ministerio de Estado para la Cultura. Dirección y cámara: Luis Alejandro Rodríguez. Producción ejecutiva: Marco Mundarain. Producción general: Alejandro Medina. Caracas, 2005. 

Video Juan Carlos Primera, Alí Alejandro Primera y Conjunto de Gaitas del SEBIN. 2019. Sin datos de grabación.  (Suministrado por Juan Carlos Primera). 

Programas de TV

Alí Primera. En cinco compases. En: Hechos en el tiempo. Serie Documental. Producción general: Patricia Figueroa y Betsy Ceballos. Guión: Betsy Ceballos. Idea original: Daniel Castro Anillar. Venezolana de Televisión, Caracas, 2006.  

Bibliografía

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_________________ Alí Primera la canción necesaria… es crónica de la esperanza. Caracas, Sociedad de autores y compositores de Venezuela, 2007.

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D´PAOLA, Víctor Hugo. Una vida en la izquierda. Memorias políticas. Caracas, Miguel Ángel García e hijo impresores, 2014. 

FRANCO-LAO, Méri. ¡Basta! Canciones de testimonio y rebeldía de América Latina. México, Ediciones Era, 1970.

GARCÍA PONCE, Guillermo. El país, la izquierda y las elecciones de 1978. Caracas, Miguel Ángel García e hijo, 1977.

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Testimonios

Conversación con Alí Agüero, músico venezolano. Facebook 1° de octubre 2013.

Conversación telefónica con Juan Carlos Primera, músico venezolano. 2 de noviembre 2021.

Grabaciones cedidas por Andrés Castillo de conversaciones de Alí Primera y Héctor Hidalgo Quero. Punto Fijo, s/f.

Discografía

Discos de Alí Primera 1969-1986.

Páginas web

https://www.telesurtv.net/news/nacimiento-ali-primera-cantor-pueblo-20171025-0067.html

www.asambleanacional.gov.ve

Isaac López (Coro, Venezuela, 1964), es profesor titular de la Escuela de Historia de la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. Es autor de: Huellas de la memoria. Textos de historia y paleografía (ULA, 2002), y La élite coriana en el proceso de Independencia (Academia Nacional de la Historia, 2010).

2 Comentarios

  1. Alí hay que verlo en movimiento, en dialéctica; a través de su producciones musicales podemos viajar por su evolución o desarrollo desde el radicalismo panfletario a un Alí que le canto a las cosas sencilla como a personajes icónicos no importando el color político. Alí a pesar que no estuvo en los grandes canales de televisión, siempre fue respetuoso de los artistas de farándula y parece mentira, muchos de esos artistas como Franklin Virgüez fueron más solidarios con su familia que muchos de sus antiguos camaradas.

  2. Excelente trabajo sobre Alí,faltando solamente el matiz de que hablar de él es incomprensible sin citar de contínuo a GLORIA MARTIN, SU ETERNA COMPAÑERA DE CANTO Y AVENTURA EN EL CANTO DEL RIESGO y enlace ético/poético. Puedo equivocarme, pero opino que no se puede comprender a Alí, sus cambios y búsquedas, sin hermanarle con las valientes juglarías que Gloria le aportaba con su aliento. Por citar apenas una muestra de ello fue la magnífica idea de fundar la cooperativa CIGARRON y los aportes que en ello hiciera Gloria. En fin, fueron un trenzado de sueños,logros y sendas siempre abiertas al futuro y la esperanza.

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