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Pedro Manuel Ruiz, entre la estadística venezolana moderna y los resultados inconvenientes

Por | 28 septiembre 2021

El documento que se presenta a continuación fue escrito por el educador e investigador Gustavo Adolfo Ruiz (Caracas 1918-1992), como parte de un trabajo más amplio sobre Pedro Manuel Ruiz, su padre, que nunca terminó de escribir. Hemos considerado oportuna la publicación porque mantiene su vigencia, ya que aporta nueva información sobre Pedro Manuel Ruiz y su participación en el establecimiento del Sistema Nacional de Estadística. Este fue un proceso de organización de la burocracia en Venezuela que ilustra la tensión entre el rumbo hacia la modernización y la deriva autoritaria, que se resolvió a favor de la última.

Pedro Manuel Ruiz (1873-1921) dibujado por Castrellón. El Cojo Ilustrado. 1.8.1913. Nº 519, pp. 427.

La cuantificación y ordenación de los datos concernientes a los fenómenos económicos y sociales y de los referidos a otros aspectos de la vida pública venezolana comenzaron a ser sistematizados en el país en la época guzmancista, como factores modernizantes de la función política y administrativa del Estado.

El 9 de enero de 1871, en el primer año del denominado “Septenio”, el Presidente de la República, General Antonio Guzmán Blanco, dictó un decreto, refrendado por el Ministro de Fomento, el Dr. Martín J. Sanavria, por el cual se dispuso la creación de una Dirección General de Estadística, dentro de la organización de dicho despacho.

En la motivación del referido decreto se declara que tal medida se adopta en razón de que Venezuela carece “de los datos y nociones más indispensables acerca de sus elementos de vida física, moral, política e industrial, ignorándose el censo siquiera aproximado de su población y los resultados que en los años de nuestra existencia política han arrojado las grandes fuentes de nuestra riqueza pública, con especialidad la agricultura, la cría y el comercio”. Aparte de aducir otros argumentos de la misma índole, el decreto expresa la convicción de que “la Estadística está reconocida universalmente como el único medio seguro de adquirir aquellos conocimientos de un modo provechoso a la prosperidad”.[1]

A la disposición oficial de creación, que consagró el criterio centralizador en la materia, siguió el nombramiento del General Andrés Aurelio Level, persona de gran capacidad y prestigio, como Director General, y la determinación de las líneas fundamentales de acción que debían seguirse para alcanzar los objetivos esperados.

A los pocos meses el General Level presentó un cuerpo de normas rectoras de la organización y funcionamiento de la Dirección General y un “Plan para la Estadística de la República”, con numerosas especificaciones de las tareas que era necesario emprender.

Dentro de dicha programación quedaron fijados los campos que habrían de constituir los ramos de interés estadístico, así: estadística natural, social, moral, intelectual, de la riqueza territorial, de la riqueza mueble e industrial, obras públicas, fomento y estadística política y administrativa. A cada una de estas áreas correspondía una sección o despacho de la Dirección General. El proyecto respectivo incluía veintiocho modelos de formularios para recoger las informaciones básicas contempladas en el plan.

El aparato burocrático estaba encabezado por una Junta Suprema, con jurisdicción nacional, integrada por el Presidente de la República y los Ministros del Despacho. En los Estados se constituyeron secciones de estadística y comisiones en los municipios o parroquias.

La eficiencia del orden dispuesto y la responsabilidad y espíritu de trabajo de los funcionarios correspondientes hicieron posible, en el curso de los años, la realización de importantes labores ligadas al mejor conocimiento de las disponibilidades de la nación para el desarrollo de gestiones de gobierno verdaderamente progresistas. Entre ellas se destacan las siguientes: la realización de tres Censos de Población, en 1873, 1881 y 1891, que arrojaron una población de 1.784.194 el primero, 2.075.245 el segundo y 2.323.527 el tercero; la publicación entre 1875 y 1876 de veinte volúmenes de “Apuntes Estadísticos” de las diversas regiones de la república, en los cuales se presentó una gran variedad de información relacionada con los sectores sobre los cuales trabajaba la Dirección General; la publicación regular del “Anuario Estadístico de Venezuela”, a partir de 1884, esencial recopilación periódica cuyo contenido permitía la realización de estudios longitudinales y comparativos de rasgos fundamentales de la existencia nacional. También es de mencionar la influencia y directa relación que tuvo con el sistema estadístico la promulgación, en 1873, del Decreto Ley sobre Registro Civil.

La obra tan entusiastamente desarrollada y que con tanta propiedad progresó, se vio afectada, luego de varios años de buenos resultados, por la declinación de la autoridad y prestigio del General Guzmán Blanco, su gran impulsor, y por las negativas incidencias que debilitaron la acción de los distintos gobiernos que le sucedieron.

En 1886, durante la primera presidencia del General Joaquín Crespo, la Dirección General de Estadística fue disminuida en su categoría y radio de operaciones, al ser transformada en una Dirección de Estadística e Inmigración, de limitado movimiento en el campo que nos ocupa. Pero su degradación fue aún mayor al ser convertida, en 1898, en una simple Sección de la Dirección de Industria y Comercio del recién creado Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio.

En 1898, el ministro encargado expuso lo siguiente en su Memoria al Congreso:

“En el presente año la estadística se halla limitada al movimiento de población general, de aduanas, de ferrocarriles, registro público y de institutos de crédito y a uno que otro cuadro sobre colegios y hospitales, que se publican para estímulo de sus remitentes.”[2]

Panorama semejante describe el Presidente de la República, General Ignacio Andrade, el mismo año, en el único mensaje que tuvo ocasión de presentar al Congreso de la República:

“Entre nosotros este ramo de la sociología está incipiente y apenas podemos enriquecer nuestra estadística con algunos datos incompletos de la riqueza territorial, de la renta pública y del movimiento fiscal y con algunas noticias suplementarias sobre teléfonos e instrucción.”[3]

No obstante ser esta la situación para entonces, parece que el interés por la utilidad que la información estadística podría proporcionar al país se mantenía vigente. En el mismo mensaje el Presidente Andrade expresa:

“Tiene la estadística una importancia esencial para los países civilizados, pues es la base de los cálculos y previsiones administrativas en el Gobierno y sirve de norma también a las industrias y el comercio para razonar sus operaciones y fundar el éxito de sus esfuerzos, es la fiel anotación de todos los elementos de la vida nacional y por consiguiente la clara evidencia de los rumbos por los cuales puede la nación marchar hacia el progreso.”[4]

El grave deterioro que aquejó a la actividad estadística en los últimos años del pasado siglo comenzó a ser reemplazado por una esperanzadora recuperación que se produjo a mediados de la gestión del Presidente Cipriano Castro.

La base del proceso renovador estuvo en la calidad de la sucesión de disposiciones que se dictaron en lo tocante a la materia en el curso del año de 1904 y el tino que hubo para escoger la persona competente y capaz que habría de impulsar tan importante fundamento del quehacer político administrativo nacional.

Dice al respecto Manuel Alfredo Rodríguez:

“El mayor acierto oficial estuvo en la selección hecha en el señor Pedro Manuel Ruiz para el desempeño de la Dirección General de Estadística. Intelectual aplicado al estudio de la especialidad, Ruiz se dedicó apasionadamente a reconstruir desde los cimientos el menguado edificio de la Estadística Nacional.”[5]

En cuanto a las normas oficiales promulgadas en dicho año, estas fueron: La Resolución de 20 de febrero, por la cual se reinstaló la Sección de Estadística en el Ministerio de Fomento; la Resolución del 4 de mayo que otorgó a dicha oficina el rango de Dirección General de Estadística e Inmigración; el Decreto Presidencial de 11 de noviembre, derogatorio del guzmancista de 1871, documento por el cual se creó en dicho Ministerio una Dirección General de Estadística, plenamente autónoma y centralizadora, se determinaron sus atribuciones y organización, se dispuso un plan básico de actividad estadística y se fijaron las previsiones requeridas para el buen funcionamiento del nuevo organismo que de tal manera iniciaba su marcha.

Pedro Manuel Ruiz. Director General de Estadística. En: El Cojo Ilustrado. 15.7.1909. Nº 422, pp. 399.

De todo este proceso de formulación normativa fue factor decisivo Pedro Manuel Ruiz. Único buen conocedor de la materia entonces, a él se debió la estructuración de todo el andamiaje que serviría de soporte al empeño de poner en práctica las novedosas concepciones estadísticas que se querían implantar.

Designado responsable de las tareas desde el momento mismo de la promulgación de la Resolución de 20 de febrero, Ruiz fue para la fecha el “jefe y único empleado” de la Sección de Estadística creada en el Ministerio de Fomento.[6] A partir de la Resolución de 14 de mayo, elaborada por él, se dieron los primeros pasos para el establecimiento de los servicios, se designaron nuevos empleados y se dio comienzo a las actividades. Como culminación de esta primera fase de su actuación, a Pedro Manuel Ruiz le correspondió preparar el Decreto de 11 de noviembre de 1904 por el cual quedó definitivamente establecido el Sistema Estadístico Nacional.

De allí en adelante su labor se concentró en cuatro objetivos principales: La ordenación de los sectores de trabajo indispensables para el cumplimiento de las responsabilidades atribuidas a la Dirección Nacional. La selección y capacitación del personal que debía atenderlos. La determinación de los procedimientos aplicables para la mayor efectividad de las funciones de su competencia. Y la disposición y arreglo de los servicios conexos con las actividades fundamentales.

Conforme al Decreto de 11 de noviembre, “para el debido análisis de la vida nacional, su comparación con la vida de los demás países y las deducciones científicas que deben hacerse de este estudio”, la Dirección General de Estadística de Venezuela debía dividir su labor en seis Secciones con sus ramos correspondientes:

  • Estadística Natural: territorio del país, suelo, hidrografía marítima y fluvial, meteorología, flora, fauna, minas, etc.
  • Estadística Demográfica: población, distribución, natalidad, morbilidad, mortalidad, registro civil.
  • Estadística Social y Moral: religión, educación, centros científicos y literarios, estadística intelectual, estadística judicial, criminalidad, estadística penitenciaria  su relación con la estadística demográfica, asociaciones de socorro mutuo, cajas de ahorro, indigencia pública.
  • Estadística Industrial: industria rural e industria urbana, industria agrícola, pecuaria, minera, caza y pesca, industrias patentadas, manufacturas, capital industrial, valor de la producción, clases de productos.
  • Estadística Comercial: importación, exportación, cabotaje, comercio de tránsito, navegación interna y externa, puertos, aduanas, movimiento de la propiedad.
  • Estadística Política y Administrativa: Constitución, leyes, estadística fiscal, administrativa, civil, política, eclesiástica y militar, vías de comunicación, correos, telégrafos, cable, teléfono.

Desde el punto de vista burocrático la atención al trabajo de las distintas Secciones quedó atribuida a cuatro oficinas de la Dirección, llevadas después a seis, y finalmente a ocho, cada una con un jefe y su respectivo personal.

En lo tocante a la selección y capacitación de los empleados, se partió del criterio de que el ejercicio de la actividad estadística constituia una carrera especial dentro de la labor administrativa y que por lo tanto era necesario disponer de personal apto para cumplir dicho encargo. A tal efecto se dispuso abrir concursos para quienes aspirasen a dedicarse a dicha ocupación; los seleccionados practicarían en las oficinas de la Dirección durante seis meses, y transcurrido este lapso, los que hubieren demostrado mayor competencia serían designados oficialmente para ocupar en propiedad los respectivos cargos.

Los procedimientos para la toma de información y su manejo se orientaron y establecieron en atención a dos aspectos sustanciales: la captación de los datos y la sistematización de los mismos con miras a su procesamiento. Lo primero lo facilitó la obligante norma pautada en el Decreto de noviembre que decía:

Todo el que desempeñe alguna función pública en Venezuela, de cualquier naturaleza y rango, está en el deber de atender a las indicaciones del Ministro de Fomento para la organización de la Estadística Nacional.

Gracias a esta disposición, desde los Ministros y los Presidentes de Estado hasta las personas de menor jerarquía que tuvieran a su cargo alguna dependencia de la Administración Pública, se convertían en obligados cooperadores de los órganos específicos -Dirección General, Juntas y Comisiones- del sistema estadístico de la nación.

Para la recolección de datos y su metodización se diseñaron formularios apropiados. La Dirección advirtió que dichos materiales habían sido estructurados conforme a las necesidades de los propósitos establecidos, y el Ministro Diego Bautista Ferrer, en la Exposición de la Memoria de Fomento de 1905, dijo al respecto:

Casi todos los trabajos presentados hoy son, pues, originales, y aquellos que no lo son en su esencia, llevan el espíritu característico de una tendencia nueva y el sello especial de una estructura adecuada a la novedad y al rumbo trazado a tan importante labor de la Administración Pública.[7]

A la par de tan relevantes asuntos se consideró la forma de presentación de resultados y se decidió adoptar, con manejo prudente, las tres formas clásicas aceptadas universalmente para tal fin: la numérica, la literaria y la gráfica. La primera, sincera, precisa y fecunda para el especialista pero árida para los profanos; la segunda, expresiva de tendencias, interpretativa y facilitadora de la comprensión pero exigente de rigurosidad en su uso; y la tercera, menos fiel en sí misma, que pinta los hechos y es atractiva para la generalidad de los observadores.

Como servicios conexos con la actividad estadística se estableció una biblioteca, se creó una Sección de Bibliografía Nacional y se organizaron las dependencias de Archivo y Publicaciones.

Con la mira puesta en la teoría y técnica de la estadística como labor científica, dispuesta ya una conveniente organización y establecidos los mecanismos operativos necesarios, Pedro Manuel Ruiz se dedicó entonces a la obra de consolidación y avance de la relevante tarea que le correspondía realizar. Su posición rectora y vigilante, su disciplina y espíritu de trabajo y un constante afán de novedad y progreso lo llevaron a actuar con seguridad y a convertir su propio esfuerzo y el de sus colaboradores en cúmulo objetivo de favorables resultados.

Sin mayor análisis es posible apreciar que lo que Ruiz emprendió no respondía a una política global ni a proyectos de bien público que requirieran de una fundamentación y metodización cuantitativa para ser desarrollados, porque nada de eso se observa en la actitud gubernativa de la época, por lo que hay que colegir que su obra obedeció a su particular interés por llevar a cabo una tarea útil que pudiera ser aprovechable en beneficio del país.

En los diez años siguientes Ruiz mantuvo un dinámico ritmo de acción. Las series estadísticas fueron estabilizándose y prolongándose para permitir una visión inmediata de las situaciones que merecían estudio y propiciar el análisis comparativo de la marcha de los principales aspectos de la gestión pública. Del mismo modo, nuevos rubros enriquecieron el conocimiento de los fenómenos físicos, sociales, económicos, políticos y culturales, cuya existencia y magnitud la Dirección General de Estadística investigó, recopiló, ordenó y publicó.

Además de las descripciones, datos y cuadros que dicho organismo fue dando a conocer cada año a través de las Memorias del Ministerio de Fomento, entre las actuaciones de mayor relieve y repercusión llevadas a cabo bajo la conducción de Pedro Manuel Ruiz en el período indicado, sobresalen las siguientes:

  • Edición regular del “Boletín de Estadística de los Estados Unidos de Venezuela”, con informaciones referentes a las distintas Secciones que integraban la Dirección.
  • Publicación desde 1907 del Anuario Estadístico, generalmente en varios volúmenes, redactado en castellano, inglés y francés, con copiosa información sobre la materia, que circularon profusamente.
  • Elaboración de trabajos especiales sobre “Población de Venezuela”, “Demografía Venezolana”, en español y en francés; “Movimiento Demográfico y Morbilidad Nacional”, informe preparado siguiendo la clasificación de Jacques Bertillon, jefe de los trabajos estadísticos de la Universidad de París, aceptada por una Comisión Internacional reunida en dicha ciudad en el año 1900; “Sinopsis de Estadística General”, “Directorio Industrial”, “Itinerarios de Venezuela”, formado con datos originales de la Comisión de Mapa Físico y Político; “Registro de Compañías Anónimas”, “Cámaras de Comercio”, “Movimientos Bancarios”, “Censo de Funcionarios Públicos”, “Pesas y Medidas”, compilación en varios volúmenes de las leyes, decretos y disposiciones más importantes expedidas por las distintas entidades políticas, un “Estudio sobre Ferrocarriles” y La Estadística Venezolana. Sus principios y tendencias, su organización administrativa, su funcionamiento, publicación de 300 páginas, escrito para atender una solicitud del gobierno de Portugal.
  • Al mismo tiempo, la Dirección proporcionó informes a varios Ministerios y a la Oficina de Sanidad sobre cuestiones de sus respectivas competencias y a la Academia Nacional de Medicina sobre fiebre tifoidea, fiebre amarilla y otras enfermedades endémicas y epidémicas. También creó nuevos servicios para atender la materia fiscal y para ocuparse de los asuntos atinentes a la instrucción pública, cultos y estadística penal.
  • Además de éstos y otros trabajos y actividades de la misma índole, la Dirección General de Estadística, bajo la conducción de Ruiz, influyó para que se hiciera efectiva por parte de los médicos la información sobre enfermedades contagiosas, adelantó investigaciones sobre la movilización de la propiedad inmueble, sobre los presupuestos elaborados por los Consejos Municipales y Juntas Comunales y sobre estadística del Registro Público.
  • Finalmente, habría que mencionar como labor de la Dirección y de su inspirador, la organización de la ya aludida Biblioteca de Estadística, que para 1907 contaba con 112 publicaciones entre libros, folletos y otros impresos, 61 americanos, 49 europeos y 2 asiáticos, procedentes de 33 países, y el comienzo de la organización de la Bibliografía Nacional, que para 1905 tenía 557 volúmenes registrados. En 1909 este Servicio pasó a la Biblioteca Nacional.
  • Por la información que había logrado organizar sobre el país, en julio de 1913 formó parte de un Comité de Revisión de Leyes Especiales, junto con Carlos Alvarado Urbaneja, Pedro Manuel Arcaya, Diego Bautista Urbaneja, Rafael Domínguez, Gustavo J. Paúl, I.Pereira Álvarez, R.R. Álvarez y Carlos Aristimuño Coll.[8]

La rendidora y fecunda labor de Pedro Manuel Ruiz se vió sorpresivamente interrumpida en octubre de 1914 al efectuarse una reorganización del Ministerio de Fomento, por la cual la Dirección General de Estadística fue suprimida y sus funciones pasaron a ser ejercidas, con mucho menor rango, amplitud y autoridad, por una Sección de una de las Direcciones del Despacho. Esto dio lugar a que el trabajo estadístico nacional entrara en un nuevo período de decadencia que habría de durar por casi un cuarto de siglo.

Como es de suponerse, la eliminación de la Dirección significó la salida de Ruiz del Ministerio. Indudablemente que uno y otro hecho tuvieron una definida relación.

Sin mayor análisis es posible apreciar que lo que Ruiz emprendió no respondía a una política global ni a proyectos de bien público que requirieran de una fundamentación y metodización cuantitativa para ser desarrollados, porque nada de eso se observa en la actitud gubernativa de la época, por lo que hay que colegir que su obra obedeció a su particular interés por llevar a cabo una tarea útil que pudiera ser aprovechable en beneficio del país.

Así lo estimó muchos años después el Dr. Manuel R. Egaña, Ministro de Fomento para 1939, quien en la Memoria que presentó en dicho año al Congreso Nacional, al referirse al ocaso de las Oficinas de Estadística en los años anteriores, lo atribuyó a la falta de interés de los gobernantes “o a la desaparición de los hombres que las organizaron con su esfuerzo personal”.

La estadística es valiosa y aprovechable en la medida en que las informaciones que proporciona van a contribuir a cimentar políticas de significativo alcance, ya que de lo contrario las definiciones que origina no tienen mayor trascendencia, y hasta podrían convertirse en armas para el adversario del gobierno que las obtiene y difunde. Porque muy poca importancia tendría dar a conocer llamativos índices de morbilidad, mortalidad infantil, analfabetismo, indigencia, baja productividad o deficiencia en los ingresos fiscales o en su manejo, si no existe una positiva voluntad de enfrentar la incidencia de tan agudos problemas económicos  y sociales. 

En el caso del cese de la Dirección de Estadística y la salida de Ruiz, además de una posible y explicable indiferencia por el ramo en aquel momento, hay que considerar que dados sus antecedentes y cuanto puso de manifiesto en su actuación posterior, es posible que él manifestara en más de una forma su desacuerdo con la maniobra que desde el año anterior se venía fraguando, con atropello de la Constitución, para favorecer la permanencia del General Juan Vicente Gómez en el poder.

La serie de procedimientos rabulescos que condujeron a la supresión del Consejo Federal de Gobierno, a la convocatoria de un Congreso de Plenipotenciarios, a la promulgación de un Estatuto Constitucional Provisorio y al ejercicio presidencial transitorio del Dr. José Gil Fortoul, lo mismo que la farsa de la invasión del expresidente Cipriano Castro por las costas del estado Falcón, indicaban claramente la trama que se urdía; y tan vil intriga hirió la sensibilidad de quienes habían creído por algún tiempo en la falacia de un Gómez capaz de ajustarse a las normas institucionales y al proceder conforme a las prácticas regulares de la acción gubernativa.

En 1914, la maquinación se consumó bajo la presidencia provisional del Dr. Victorino Márquez Bustillos; se sancionó en junio una nueva Constitución que creó los mecanismos necesarios para que el General Juan Vicente Gómez fuera electo el año siguiente Presidente Constitucional para el período 1915-1922.

Todo esto creó una situación difícil para aquellos a quienes golpeaba la ruptura de la legalidad, Ruiz entre ellos. Tal vez por ser esta su posición y quizás porque por el prestigio que había logrado alcanzar no era fácil despedirlo sin miramientos, se optó por la medida extrema de suprimirlo suprimiendo la Dirección, con lo cual, por una parte se le retiró en forma expedita, y por otra, se dejó casi en suspenso una actividad por la cual el gobierno no tenía mayor interés.

Ya alejado del Ministerio, Ruiz escribió una obra singular contentiva de minuciosos datos y de juiciosas apreciaciones en torno a la guerra que acababa de comenzar. En su escrito puso de relieve un gran conocimiento del estado, capacidad bélica y preparación para la lucha de los diferentes países involucrados en el conflicto.[9]  Entre los diez capítulos que componen la obra se destacan los titulados “Antecedentes Histórico-Políticos”, “El Concepto Económico y el Carácter Político de los Armamentos”, “Organización de los Ejércitos” y “El Conflicto Europeo y su Influencia Económica en América”.

Ante los acontecimientos, sus efectos y consecuencias, y frente a la magnitud de la destrucción y la muerte que ya había comenzado a generar la Primera Guerra Mundial, Pedro Manuel Ruiz no tomó posición negativa, y antes que impresionarse desfavorablemente por las consecuencias que para la humanidad podría tener la más tremenda conflagración presenciada hasta entonces, se pronunció con respecto a ella con visión esperanzada y optimista acerca de lo que a su juicio debía derivarse de tan extraordinario suceso.  Y así, en el prólogo de su libro expresa:

“Subamos pues a la altura necesaria para ver la humanidad como un cuerpo en pleno desarrollo y pensemos que la pugna que sostienen hoy los pueblos de Europa no es sino un fenómeno natural de grandiosa magnitud. (…)

La guerra actual afectará radicalmente el pensamiento en su dirección suprema, principalmente si, como es de esperarse, no da margen a las intervenciones de la diplomacia tradicional. Porque no asistimos al espectáculo de una guerra de conquistadores, sino a un movimiento de angustia del pensamiento que solicita nuevas vías para su expansión.

De aquí deben surgir nuevos ideales políticos para la vida interna de los pueblos y nuevas tendencias para las relaciones internacionales. (…)

…hay algo en el ambiente que nos hace prever que el desenlace habrá de ser favorable al progreso de las ideas; mientras los hombres combaten el espíritu flota entre las llamaradas del incendio y la misma rudeza de ciertos actos, añadiendo combustible a la hoguera, nos prueba que él se aquilata allí con más vigor.”

La tenaz, metódica y efectiva labor de Pedro Manuel Ruiz en el ramo estadístico, producto de su dominio científico de la materia, de la calidad técnica de su gestión y de su habilidad y agudeza para dirigir y encauzar las funciones que le estaban encomendadas, le fueron ampliamente reconocidas en su tiempo por quienes le vieron actuar e igualmente le han sido valoradas por aquellos que han conocido sus trabajos con posterioridad al alborear de las nuevas perspectivas que despuntaron a partir de 1935.

En 1909, el Dr. Luis Razzetti, eminente profesional de la Medicina, hombre de estudio y competente investigador, expresó:

Cuando leemos los excelentes cuadros estadísticos del ilustrado y laborioso señor Pedro M. Ruiz –el primero y único que ha aplicado al estudio de nuestra demografía los métodos científicos modernos- nos sorprende encontrar en ellos cifras que en otras partes del mundo llamarían seriamente la atención del Gobierno y de la sociedad, pero que aquí dejamos pasar con la mayor indiferencia.”[10]

En 1911, entre los eventos dispuestos para solemnizar el Primer Centenario de la Independencia, se celebró un Congreso de Municipalidades. De los participantes en el mismo dice el historiador Luis Beltrán Guerrero:

“Asistieron a este Congreso los venezolanos más notables de entonces: Razzetti, Rísquez, Gil Fortoul, Eloy González, Lisandro Alvarado, Arcaya, Pedro Manuel Ruiz, Bruzual López, Agosto Méndez, Eduardo Calcaño Sánchez, José Austria, Coll, Álvarez Michaud, Monseñor Navarro, Valera Hurtado, Matos Rueda.”[11]

Allí Diego Nucete expuso:

“Enteramente descuidado en la Nación está este importante e interesante ramo (la Estadística), bien por el menguado sueldo con que algunos Estados retribuyen tan ardua labor o por la incapacidad de los encargados de efectuarla, siendo motivo de satisfacción poder contar en esta capital con la Dirección del Ministerio de Fomento encomendada al Dr. Pedro Manuel Ruiz, cumplidor como el que más de sus deberes, activo, apto y constante, así como también iniciador de grandes reformas que ya están surtiendo efectos en la República.”[12]

Y en cuanto al rendimiento de la Dirección General de Estadística, el escritor e historiador Eloy G. González, en el Informe Final de la Comisión de Rentas, Ejidos y Estadística del Congreso, le otorgó un virtual voto de confianza al opinar de esta manera:

“Dada la fortuna de que la Dirección del ramo en el Ministerio de Fomento ha trazado para este trabajo (la Estadística Demográfica) un plan racional, metódico y científico –conforme a los países más adelantados en la materia- de que el plan tiene una amplitud y una profundidad que no son apreciables en pequeños espacios de tiempo y de investigación; y de que viene siendo dirigido con un tacto y una proporción inteligentes, como para definir primero demostrativamente las bases del estado futuro, que han de servir de indicador general a toda ocupación con los elementos de energía y dinamismo de la Nación, opina el suscrito que la Comisión debe abstenerse de indicaciones en el asunto a fin de que la Dirección Nacional de Estadística continúe realizando la labor emprendida bajo los lineamientos ya meditados y trazados y que viene manteniendo con tanta constancia como discreción.”[13]

En cuanto a las alusiones a Ruiz y a su trabajo en época más cercana, hay que señalar que después de dieciséis años de su muerte el Dr. Néstor Luis Pérez, Ministro de Fomento, al referirse a la cuestión estadística en la Memoria que presentó a la consideración del Congreso Nacional en 1937, a la vez que se pronuncia por el principio de centralización, por considerar que es “el criterio hoy predominante y es el que ha dado resultados más satisfactorios en los países más adelantados del ramo”, informa que:

“En la nueva organización del Ministerio se propone coordinar los servicios dispersos y desmembrados de los diversos Departamentos, aplicando el sistema de centralización ya iniciado desde 1904 por nuestro Director General de Estadística de entonces, el doctor Pedro Manuel Ruiz, y del cual se desvió el antiguo régimen.”[14]

Y en el cuerpo del mismo documento el Ministerio declara:

“La Estadística ocupa hoy un puesto de primera entre las grandes preocupaciones de los países de mayor progreso material y social y es lamentable que entre nosotros cayese en condición secundaria, hasta verla casi con indiferencia, a pesar del notable impulso que le diera Pedro Manuel Ruiz.”[15]

Finalmente hay que decir que por la misma época el señor José A.Vandellós, Director por varios años del Instituto de Investigaciones Económicas de Barcelona, España, contratado por el Gobierno Nacional para la reorganización de los servicios estadísticos del país y para actuar como Asesor del Ministerio de Fomento en el particular, hizo un amplio estudio de todo cuanto había ocurrido hasta entonces en dicho campo y en su Informe al Ministerio distinguió a Pedro Manuel Ruiz, reconociéndolo como “el único estadístico eminente que ha tenido Venezuela”.

* * *

Pedro Manuel Ruiz (Caracas 1873-1921) fue un ingeniero egresado de la Universidad Central de Venezuela, que desde muy joven mostró su dinamismo intelectual como periodista, educador y estadístico.  Fue colaborador en diarios y revistas nacionales como La Prensa (1902), diario de corta duración donde además se desempeñó como Director y Administrador; La Razón, un diario liberal y anticlerical, órgano de la Sociedad Central de Libre-pensadores de Venezuela, donde escribió entre 1893 y 1894; El Tesonero, también de corta vida, donde fue redactor y director en 1895; El Liberal Nacionalista, órgano del partido al que pertenecía, donde colaboró en 1899, y fue redactor de El Tiempo en 1901 y El Diario en 1902. También fue articulista de Pitorreos. Ruiz perteneció a la Sociedad “Amantes del Saber” y fue uno de los fundadores de su órgano, Ciencias y Letras, que se publicó entre julio de 1893 y enero de 1895. También fue educador y dejó constancia de su interés especial por la educación primaria en escritos y en la participación al menos en dos grupos de carácter técnico, el que elaboró los primeros programas escolares nacionales y en el Primer Congreso Pedagógico Venezolano, donde la sociedad discutió por primera vez sobre un posible Código de Instrucción Popular. Fue designado Director de Estadística en 1904, y desempeñó ese cargo durante diez años. En 1914, la oficina fue suprimida y Ruiz fundó una empresa de asesoría comercial e industrial. En 1918, tomó parte muy activa en el apoyo que la sociedad dio a los enfermos de la pandemia de gripe, y en enero de 1919, formó parte de un movimiento para derrocar a Juan Vicente Gómez. Murió preso en La Rotunda.

©Trópico Absoluto

Notas

[1] Fernández, José Antonio. Estadística. “Venezuela 1883”. Ediciones Conmemorativas del Bicentenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar. Congreso de la República. Caracas 1983, Tomo II, pp. 267-336.

[2] Rodríguez, Manuel Alfredo. La Estadística en la Historia de Venezuela. Dirección General de Estadística y Censos Nacionales. Ministerio de Fomento. Caracas, 1973, p. 202.

[3] Mensaje que el General Ignacio Andrade, Presidente Constitucional de los Estados Unidos de Venezuela presenta al Congreso Nacional en 1899. Caracas. Imprenta Nacional, 1899, p. 62.

[4] Mensaje del General Ignacio Andrade, Op.Cit, p. 62.

[5] Rodríguez, Manuel Alfredo, Op.Cit., p. 206.

[6] Ministerio de Fomento. Exposición que el Ministro de Fomento presenta al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela, 1905. Caracas: Tipografía Guttenberg, 1905, p. 215.

[7] Ministerio de fomento. Exposición que el Ministro de Fomento presenta al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela. 1905, p. XXIII.

[8] Venezuela. Bulletin of the Panamerican Union, 1 de enero de 1913, Vol. 37, p. 632.

[9] Ruiz, Pedro Manuel. La Guerra. Consideraciones y Datos. Imprenta Bolívar. Caracas, diciembre de 1914.

[10] El Tiempo, Año XVI, Mes I, N°2571. Martes 30 de marzo de 1909, p. 2

[11] Guerrero, Luis Beltrán. Perpetua Heredad. Biblioteca Venezolana de Cultura. Caracas, 1965.

[12] “Primer Congreso de Municipalidades de Venezuela. Actas y Conclusiones”. En: El Pensamiento Político Venezolano del Siglo XX, Tomo IV, N° 9. Caracas, 1983, p. 241.

[13] Ibid., p. 244.

[14] Memoria del Ministerio de Fomento. 1937. Exposición. Tomo I, p. XX.

[15] Ibid., p. 156.           

Gustavo Adolfo Ruiz (Caracas 1918-1992) fue un educador, técnico e investigador de la educación. Maestro, Director, Supervisor y Jefe de la Sala Técnica del Ministerio de Educación. Ingresó como docente a la Universidad Central de Venezuela en 1960, cuando se fundó la Escuela de Educación de la Facultad de Humanidades. Jefe de la Cátedra de Historia de las Ideas Pedagógicas en Venezuela. Autor de numerosos artículos y los libros Simón Rodríguez, maestro de escuela de primeras letras, Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, N° 206, Caracas 1990; La Educación de Bolívar, Caracas: Fondo Editorial Tropykos, 1991, y La Escuela de Primeras Letras de Caracas. Documentación 1767-1810, Caracas: Universidad Central de Venezuela. Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, 1992.

Nydia Ruiz (Caracas, 1948) es antropóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV).  Doctora en Antropolingüística por la Universidad de La Sorbona, París IV.  Profesora Titular de la UCV y Profesora Jubilada Activa del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES-UCV).  Analista del discurso político de los siglos dieciocho y diecinueve.  Gestora de políticas de investigación, desarrollo e innovación. Ha publicado artículos en revistas especializadas y el libro Las confesiones de un pecador arrepentido. Juan Germán Roscio y los orígenes del discurso liberal en Venezuela (Caracas: Tropykos-Faces UCV, 1996).

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