“El fantasma de los Welser”: apariciones de la colonia Welser de Venezuela en la memoria cultural alemana de los siglos XIX y XX
Los proyectos alemanes de construcción de imperio durante el Imperio Prusiano apostaron por historias míticas de la conquista alemana, al resucitar memorias de la colonia Welser en Venezuela. En la era de Weimar, se lamentaría la pérdida de estas colonias junto con las memorias de pérdidas territoriales más recientes, mientras que, durante el Tercer Reich, algunos autores glorificaron la visión de estos primeros conquistadores alemanes. En este detallado estudio, Giovanna Montenegro (Caracas, 1981) va tras los pasos de los primeros conquistadores alemanes, los Welser, una rica familia de banqueros y comerciantes de Augsburgo, cuya historia de la colonización en Venezuela durante el siglo XVI, por lo general olvidada, es una parte fundamental del proyecto colonial alemán, que fue rescatado y reinterpretado por la memoria cultural alemana en los siglos XIX y XX.
En cuanto a la posición del gobierno [colonial] respecto a los nativos, el espíritu de la humanidad alemana sin duda se impondría. Los habitantes de las Islas Nicobar son los legítimos pero incompetentes propietarios de la tierra. Deben ser protegidos en todos los efectos y propósitos. Su bienestar físico y espiritual debe ser suficientemente protegido.
Franz Maurer[1]
Introducción
En 1867, Franz Maurer habló del intento de establecer una colonia alemana permanente en el Golfo de Bengala. Su perspectiva es representativa de los nacientes deseos imperiales alemanes de una porción de los proyectos coloniales europeos antes del establecimiento del Reich alemán, en 1871. En el siglo diecinueve, los alemanes tenían sentimientos encontrados respecto a reclamar tierras coloniales dadas las existentes posesiones imperial-coloniales en manos de ingleses y de franceses (Knoll y Hiery 9-11). La posición de Maurer demuestra las ansiedades y fantasías alemanas que surgen del pensamiento de la Ilustración y el creciente deseo de poder imperial en el seno de tierras germano parlantes. Maurer explica que la reivindicación de soberanía de su territorio por parte de los habitantes de las islas Nicobar sería respetado, pero al mismo tiempo los alemanes proporcionarían la requerida “protección” e infundirían el “espíritu de humanidad alemana” en ellos. El Imperio Alemán asumió los roles de protector, de guardián equitativo y maestro del humanismo alemán para enfatizar su lógica de protección y no simplemente de colonización de las Islas Nicobar. La retórica de Maurer revela la forma en que la ideología de la Ilustración y el deseo de gobernar las colonias se fusionan en el impulso del colonialismo alemán en el siglo diecinueve. Durante este período, los imperialistas también buscaron información sobre lo que había sido la primera empresa colonial alemana de ultramar en el Nuevo Mundo –la colonia Welser en Venezuela en el siglo XVI– de manera de fomentar aún más la idea de la necesidad de protección alemana en colonias potenciales.
Este artículo explora la historia por lo general olvidada de la colonización Welser en Venezuela en el siglo XVI, tal como fue reinterpretada por la memoria cultural alemana en los siglos XIX y XX. Cuando la Alemania Imperial empezó a colonizar partes de África y del Pacífico Sur, el episodio Welser volvió a la luz en su cultura popular. El legado colonial que había dejado la impronta del período Welser impulsó la idea de que la Alemania Imperial tenía un legítimo derecho al proyecto de colonización en África y el Pacífico, pero hubo historiadores, políticos y escritores que en el siglo XIX y a principios del XX recordaron el fracaso de la colonia Welser entre las propuestas de corte racial para la colonización alemana de África, y un eventual genocidio que incluiría el del pueblo Herero.[2] Para algunos alemanes, la colonia Welser en Venezuela encarnó un símbolo esperanzador de sus propios utópicos deseos coloniales. Más adelante, con la pérdida de sus colonias a finales de la Primera Guerra Mundial, Alemania siguió intentando darle sentido a su pasado colonial mientras preparaba el camino para la transición entre el efímero Imperio Alemán, la democrática República de Weimar y el Tercer Reich. Luego de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles de 1919 –elaborado por los poderes victoriosos de la Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, además de otros estados aliados –, impuso disposiciones territoriales significativas sobre Alemania que incluyeron el retorno de Alsacia-Lorena a Francia y la cesión de partes de sus territorios europeos a Bélgica, Dinamarca, Lituania, Polonia y Checoslovaquia. Alemania perdió treinta por ciento de su territorio europeo y una décima parte de su población al tiempo que entregaba todas sus colonias extra-europeas.[3] Esta pérdida nacional tuvo consecuencias inmensas al momento de valorar la imagen de la primera colonia alemana: los escritores posteriores a la Primera Guerra Mundial prolongaron el proyecto de recordar el período Welser como parte de una identidad nacional étnica alemana. Historiadores y novelistas que escribían en la Alemania Nazi desde 1938 y 1944 siguieron interpretando el período Welser de una manera que facilitaba la imagen de conquistadores arios sembrando semillas de nacionalidad alemana en el continente americano. Registros históricos como el de la crónica del fraile dominico español Bartolomé de Las Casas (1484-1566), autor de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, critica las acciones de los Welsers en Venezuela; Las Casas reaparece en la literatura alemana posterior como un antagonista que injustamente difama el nombre de familia de los Welser. Por otro lado, la historiografía venezolana prosiguió con la representación que hacía la colonia española de los competidores alemanes como bárbaros,(4) antes de que, después de la Segunda Guerra Mundial, una ola revisionista en América Latina y Alemania volviera a este período con una mirada crítica para desprestigiar las agendas pro-nacionalistas de cada lado.
En la primera parte de este estudio ofreceré una corta historia del período Welser, antes de analizar trabajos alemanes de historia y de ficción histórica, desde el siglo XIX hasta el Tercer Reich, que reavivan el legado de la colonia Welser en Venezuela. Mis argumentos sostienen que la colonia Welser fue resucitada, primero para servir los objetivos expansionistas del Imperio, para rectificar la campaña española de desprestigio de los Welsers, así como para dar un sesgo racial a la colonización alemana. Luego de discutir las maneras en las que el colonialismo alemán ha sido asociado al Holocausto, y específicamente cómo se historizó el episodio Welser durante el Tercer Reich, argumento que los intentos por parte de jóvenes alemanes de “descolonizar” el espacio público mediante la contextualización, por ejemplo, de la historia de nombres coloniales de calles, es una forma nueva de enfrentar el pasado colonial alemán y de combatir las formas contemporáneas de racismo y anti-semitismo.
El episodio Welser: su historia
Al principio del siglo XVI, las familias Fugger y Welser eran las más acaudaladas familias patricias de Augsburgo, una Ciudad Imperial Libre que había superado recientemente a Núremberg como centro comercial intra-europeo. La compañía Welser, encabezada por la familia Welser, hacía negocios a lo largo de Europa central así como en Amberes, Lyon, Venecia, Sevilla y Lisboa. Las familias Welser y Fugger jugaban un papel importante en los asuntos de los Habsburgos, ya que las Dietas Imperiales (los encuentros oficiales del Sacro Imperio Romano) se llevaban a cabo en estas ciudades. Los Welsers y los Fuggers contribuyeron monetariamente a la campaña electoral de Carlos I de España antes de que fuese coronado Carlos V, Sagrado Emperador Romano. Como Emperador, Carlos dependía de estas familias para asegurar préstamos para financiar sus numerosas guerras (Tracy 308). Entre los miembros ilustres de los Welsers estaba Bartolomeo Welser V, un banquero alemán y director de la Compañía Welser. Fue esta relación especial entre los Welsers y el Emperador lo que quizás dio a la compañía Welser la oportunidad de obtener el contrato original para “pacificar” y gobernar la provincia de Beneçuela, una parte del actual noroeste venezolano, y la colonia de Coro.
El contrato de 1528 entre el Emperador Carlos V y los agentes Enrique Ehinger (miembro de la poderosa familia patricia Ehinger de Constanza y un conocido comerciante alemán en Saragoza) y Jerónimo Sayler (el yerno de Bartolomeo V), de la compañía Welser, pedía a los Welsers “pacificar la tierra y ponerla a nuestro servicio de manera que podamos beneficiarnos de ella”, pero la colonia fracasó a pesar de las esperanzas de los Welsers de tener una expansión comercial lucrativa más allá de sus tenencias caribeñas en Santo Domingo. [4] Las críticas españolas a la fe de los Welsers (se sospechaba que eran luteranos) contribuyó también al colapso final de la colonia alemana al aumentar en importancia las diferencias confesionales en Europa. Los alemanes pensaron que el colapso de la colonia se debió a la desconfianza española en su gobernanza, a la vez que los españoles sostenían que se debió más bien al énfasis alemán en la conquista en vez de la colonización, y en sus deseos de ver retornos inmediatos en sus inversiones. Hacia 1556, el territorio era gobernado una vez más por los españoles. La colonia terminaría en tragedia para los Welsers: Felipe Von Hutten, el último gobernador Welser, y Bartolomeo VI, el único hijo de Bartolomeo V, fueron decapitados por Juan de Carvajal. Carvajal se había encargado como gobernador mientras los alemanes habían estado in absentia en una expedición de tres años para encontrar oro, aunque él también sería luego sentenciado a muerte en 1546 por la Real Audiencia de Santo Domingo.
El período Welser de gobernanza estuvo mayormente ausente de la memoria cultural alemana durante dos siglos hasta que el Imperio Alemán del siglo XIX exhumó la memoria de esta colonia venezolana perdida desde tiempo atrás. A lo largo del siglo XIX, el episodio Welser se transformó en un modelo a seguir y fue celebrado como la primera colonia alemana.
Si bien escritores, historiadores y figuras judiciales han imaginado y reinventado la colonia Welser recurriendo a una variedad de géneros literarios, históricos y visuales, ellos difieren en cuanto a lo positivo que consideraban esta conquista alemana. Autores españoles de crónicas (desde el siglo XVI al XVIII) a menudo describen la gobernanza alemana en las colonias Welser como defectuosa, ofreciendo una típica perspectiva pro-española, anti-alemana. El período Welser de gobernanza estuvo mayormente ausente de la memoria cultural alemana durante dos siglos hasta que el Imperio Alemán del siglo XIX exhumó la memoria de esta colonia venezolana perdida desde tiempo atrás. A lo largo del siglo XIX, el episodio Welser se transformó en un modelo a seguir y fue celebrado como la primera colonia alemana. Sirvió como ejemplo del derecho de los alemanes a colonizar territorios no reclamados aún por Francia ni Inglaterra, a pesar de la llegada tardía de Alemania a la escena colonial contemporánea.
En la literatura del siglo XIX, los gobernadores y tenientes gobernadores Welser reaparecen como héroes alemanes en los trabajos literarios e históricos: éstos incluían a Ambrosio Ehinger (también conocido como Alfinger o Dalfinger en fuentes españolas –aun cuando algunas de ellas sostienen que Ehinger y Dalfinger eran dos personas diferentes–, Nicolás Federmann, Bartolomeo Sayler, Jorge de Spira, Enrique Rembolt, Felipe von Hutten y Bartolomeo Welser VI (el Joven). Sus “antagonistas” españoles también reaparecen, incluyendo al fraile dominico Bartolomé de Las Casas, quien llegó a ser conocido como uno de los primeros defensores de los pueblos indígenas y quien, en su Brevísima relación de la destrucción de Las Indias (1552), empleó el infame juego de palabras alemán/animal para describir la barbaridad de los colonizadores alemanes.
Fuentes Alemanas del siglo XIX – El Fracaso de los Welser obsede el éxito colonial del Imperio Alemán
En la segunda era imperial de Alemania (1884-1914), la fuerza del primer Reich Alemán, en el sentido étnico de la Edad Media (el Sacro Imperio Romano), se convirtió en un modelo a seguir. El pasado práctico de Hayden White argumenta que todo trabajo historiográfico y toda novela moderna presuponen una filosofía entera de la historia (21). Al hacer esto, White ofrece el ejemplo de una figura histórica que resulta “demasiado limitante”, la esclava Margarita Garner, quien escogió cometer un infanticidio antes que someter a su hija a una vida de esclavitud; historia que sirvió de inspiración a la novela Beloved (1987) de Toni Morrison. En un giro similar, tanto los escritores de ficción como los de ficción histórica en la Alemania Imperial del siglo XIX buscaron reinventar la historia de la colonia Welser en Venezuela con el propósito de apoyar la construcción del imperio. El legado de la Ilustración y los deseos de la Alemania Imperial dirigieron la historiografía alemana del siglo XIX en su intento de reinterpretar el período Welser con protagonistas alemanes, como Nicolás Federmann, y con antagonistas españoles, como Fray Bartolomé de Las Casas. En realidad, en su intento de reimaginar su pasado colonial, los alemanes tuvieron que apoyarse con frecuencia en fuentes no alemanas, incluyendo al propio de Las Casas. Como lo desarrolla Suzanne Zantop en Colonial Fantasies: Conquest, Family and Nation in Precolonial Germany, 1770-1870, la historiografía alemana del sigo XIX repite tanto el fracaso de la empresa de la colonia Welser como la sentencia de Fray Bartolomé de Las Casas de la barbarie de los alemanes en el siglo XVI, aunque con un toque diferente:
Como sugiere el mapa de la posesión venezolana en su árbol genealógico [Figura 2], Venezuela se hizo parte de la identidad y el legado de la familia Welser en el siglo XVII, casi cien años después de que los Welsers perdieron el contrato venezolano. La figura del conquistador suabo del siglo XVI funcionó en el siglo XIX como modelo a emular en futuras empresas coloniales. Nuevos oficiales imperiales apuntaban no sólo a solidificar sus colonias sino a expandirlas: si los alemanes fracasaron en Venezuela, no lo harían así de nuevo en África.
Como lo reconoce White en su investigación sobre la filosofía de la historia y la metahistoria, la historia no trata del enfrentamiento entre “hecho” y “ficción”. Más bien, los historiadores desean que el discurso de la historia “sea fiel a su referente” aun cuando “haya heredado convenciones de representación que produzcan un exceso de sentido respecto a lo que literalmente se aseveraba”(51). Este exceso de sentido se desarrolló en un estilo literario floreado que se integró de la convención historiográfica positivista del siglo XIX. Para analizar este “exceso literario” en el contexto del relato histórico, es necesario examinar cómo tanto el narrador como la era en la que se contaba el relato ayudaron a determinar la historia de los Welser en Venezuela, en la Alemania del siglo XIX.
Victor Hantzsch, el geógrafo alemán, historiador y catalogador de mapas para la Real Biblioteca de Dresden, compiló al final del siglo XIX los relatos de viajeros alemanes desde la temprana era moderna en Deutsche Reisende des XVI Jahrhunderts (1895). Este popular volumen rehízo los pasos de aventureros, viajeros y conquistadores durante la era de expansión alemana en el contexto imperialista y nacionalista. Hantzsch escribe de los Welsers: “Sin embargo, ellos conservan la gloria de haber sido los primeros alemanes quienes –luego de una magnífica planificación y con significativo sacrificio– buscaron obtener para nuestro pueblo su correspondiente porción de los tesoros del Nuevo Mundo” (9) [Nota 7]. Hantzsch subraya la identidad “alemana” de los Welsers vinculando su sacrificio con los lectores contemporáneos del propio Hantzsch, “unserm Volke”. Más aún, subraya que los proyectos coloniales portugueses y españoles se beneficiaron de “deutschem Fleiss” [laboriosidad alemana] y “deutschem Kapital” [capital alemán] (10). Las reinterpretaciones españolas y latinoamericanas del episodio Welser describirían esta dependencia en la reputación y la laboriosidad alemana como algo negativo.
Hantzsch subraya que los alemanes decimonónicos no estuvieron al tanto de este episodio de la historia colonial alemana por varias razones. Primero, los archivos españoles, como el Archivo General de Indias, contenían la mayor parte de las fuentes, ya que los registros financieros de los Welsers fueron parcialmente destruidos y sólo recientemente habían sido recuperados en fragmentos. Más importante aún, Las Casas y los otros cronistas crearon una leyenda negra en torno a los alemanes que retrataba la empresa Welser como “eine lange Reihe von Greuelthaten” [una larga lista de atrocidades] (17). Hantzsch intenta entonces rectificar los malentendidos sobre la gobernanza Welser en Venezuela:
Hantzsch critica a Las Casas y la historiografía española por el retrato que hacen de la crueldad de los alemanes, señalando que los españoles y los portugueses recurrieron a prácticas similares en su conquista. Según Hantzsch, muchos de los relatos de los cronistas reproducían la visión de Las Casas en cuanto a la crueldad de los alemanes. Es así que las crónicas españolas retratan a Ehinger “als ein roher Kriegsknecht von unerhörter Grausamkeit” [como un mercenario rudo de crueldad sin precedentes], a Federmann “als ein gewissenloser Abenteurer von grenzenloser Habsucht” [como un inescrupuloso aventurero con una avaricia sin límites], y a Hohermuth “als ein gewalthätiger Landverwüster und Sklavenjäger” [como un violento destructor de tierra y un cazador de esclavos]. Sólo el suave y “gerechten” [justo] Juan Alemán y el “liebenswürdigen und leutseligen” [gentil y afable] Felipe von Hutten escapan al juicio de Las Casas (47). Hantzsch recontextualiza el relato al describir a los Welsers ni más ni menos brutales que los conquistadores españoles. También intenta contextualizar el maltrato de los alemanes hacia los nativos bajo una nueva luz:
Hantzsch justifica la violencia alemana contra la población indígena al etiquetar su resistencia como maliciosa: sus flechas envenenadas, su desinformación y su denegación de comida a los alemanes fueron motivos que justificaban la represión posterior. Al igual que muchos de los conquistadores españoles del siglo XVI, Hantzsch consideraba la conquista “gegen die Heiden” [contra los paganos] como “ein gottwohlgefälliges Werk” [una tarea satisfactoria para Dios] y las redadas de esclavos como “ein berechtigter Zweig des Handelsgewerbes” [una legítima rama del comercio] (48). Hantzsch recalca que Las Casas también apoyaba la trata de esclavos africanos –omitiendo el hecho de que renunciaría luego a esta postura y sugiriendo que la oposición de Las Casas a la esclavitud amerindia no le otorgaba ninguna instancia moral superior. Hantzsch concluye que, aun cuando no podían justificarse estos hechos, podían sin embargo ser criticados y puestos en perspectiva: al final, los alemanes de fin de siglo debían mirar el pasado colonial con orgullo: “Sin duda los alemanes del presente deben estar orgullosos de que entre sus antepasados de la época del descubrimiento hubiese hombres que arriesgaron sus vidas para asegurar una parte de tierras y tesoros del Nuevo Mundo para su gente” (49) [Nota 10]. En su versión, los agentes de los Welser, incluyendo a Federmann, no eran conquistadores con intenciones de saquear, sino más bien colonizadores que favorecían el establecimiento de colonos y estaban decididos a trabajar la tierra y cosechar los beneficios de la “Pequeña Venecia” (o la “Pequeña Alemania”). El mensaje tácito de Hantzsch es que, con el orgullo de su pasado colonial los alemanes podrían rehacer la historia a su favor. El énfasis en una identidad de grupo étnica y cultural alemana que se haría nacionalista en sus alcances, permea el recuento decimonónico del período Welser-Venezuela, en un esfuerzo por promocionar las prósperas empresas coloniales de Alemania.
Para algunos, la colonia Welser en Venezuela se constituyó en el paraíso perdido que los colonialistas alemanes del siglo XIX buscaron reconstruir en sus nuevas y grandiosas aventuras coloniales. Este paraíso estaba poblado de enanos y amazonas: como lo reconoce Zantop, se volvió “una especie de relato primigenio” (21). En tanto primera colonización alemana, fue una piedra angular, y la resurrección de este relato de la colonia Welser en Venezuela por parte de nacionalistas alemanes coincidió con los intentos de expandir el imperio alemán del momento. Poetas, historiadores y novelistas ensalzaron a los agentes de los Welser. El poema de Adolfo Seubert de 1877, “Ambrosio Alfinger”, es representativo de esta amplia tendencia. Seubert (1819-1880), un coronel militar y comandante, también escribió piezas de teatro y sonetos así como una antología de sonetos dedicados a los héroes de Suabia, en los que combinó su amor por la historia con el espíritu aventurero y la nostalgia imperial-coloniales. En “Ambrosio Alfinger”, los indígenas matan al primer gobernador Welser, pero al morir éste fertiliza la tierra suramericana virgen con su propia lanza y su sangre:
La sangre de Alfinger/Ehinger mancha la tierra virgen pero también, mediante este acto de derramamiento de sangre, hace a Venezuela alemana (21). Los recuentos de las decapitaciones de los agentes Felipe Von Hutten y de Bartolomeo Welser VI, a manos de Juan de Carvajal, también describen su sacrificio como la legitimación de la posesión alemana de Venezuela. Seubert presenta a Ehinger como un héroe olvidado que necesita ser recordado; relatos de la cultura popular hicieron lo mismo con Von Hutten y Bartolomeo Welser VI. Estos poemas y relatos sugieren que la sangre Welser corre por tierras americanas, tiñéndolas y sembrando en ellas raíces alemanas. En una nota a pie de página, Seubert escribe que un valle “wo sich besonders häufig mit den Indianern schlug trägt noch seinen Namen” [en el que luchó con frecuencia contra los indígenas aún lleva su nombre] (82). En el registro cartográfico aparece, debajo del Lago de Maracaibo, un “Valle de Ambrosio” que probablemente se refiere al valle de Chinácota donde murió por una flecha lanzada por un miembro del pueblo Chitarero.
Seubert adopta un tono histórico en su nota a pie de página, al citar una fuente española que había sido el cronista oficial real de Felipe II de España. Su uso de la forma española del apellido de Ehinger (“Alfinger”) también sugiere su recurso a fuentes españolas. Reconoce que Ehinger, en su calidad de líder, tuvo que luchar con los indígenas Chitarero “weil er gegen die Indianer mit große harte verfuhr” [porque actuó con gran severidad contra los indígenas] y reconoce también que Federmann, a quien también nombra aunque sin dedicarle un soneto, continuó la tradición de Ehinger de las expediciones tierra adentro documentadas en su relato de viaje, Indianische Historia (Haguenau: 1556). Sin embargo, Seubert no admite haber leído la Indianische Historia; su fuente principal fue el cronista real español, Antonio de Herrera y Tordesillas (1525-1626) con su Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales (1601-1615). Herrera y Tordesillas, el historiador oficial de la corona, será acusado posteriormente de haber plagiado trabajos inéditos completos.
En 1892 se celebraron los cuatrocientos años del encuentro de Colón. El Hamburgische Festchrift zür Erinnerung an die Entdeckung Amerikas [La Publicación Conmemorativa de Hamburgo sobre la Memoria del Descubrimiento de América] (Hamburgo: L. Friedrerichsen & Co., 1892) publicó dos hermosos volúmenes con la intención de conmemorar la presencia alemana en las Américas, particularmente la de las ciudades hanseáticas y el importante rol comercial del norte de Alemania en las Américas. El segundo volumen, escrito por Hermann A. Schumacher (un anterior embajador del Imperio Alemán en Bogotá y Lima, así como anterior Cónsul General en Nueva York), incluye una historia de la colonia Welser en Venezuela y traduce partes del poema épico sobre la conquista de Venezuela y Nueva Granada escrita por Juan de Castellanos, Elegías de Varones Ilustres de Indias, que alababa y aplaudía a los gobernadores Welsers. No es de sorprender que los imperialistas decimonónicos estuviesen interesados en la historia de la colonia Welser en Venezuela. Números del Deutsche Kolonialzeitung (DKZ), el periódico del Deutsche Kolonialverein, que luego se convirtió en el Deutsche Kolonialgesellschaft [La Sociedad Colonial Alemana], revelan las diversas maneras en que los colonialistas recordaron la “colonia Welser”. Paul Dehn, autor del Deutschland und Orient, escribe:
En este pasaje son los fantasmas de los Welsers, junto con los de los “audaces” comerciantes y líderes, los que juzgan el nacionalismo de los imperialistas decimonónicos y sus empresas coloniales.
Siguieron más artículos: el 18 de febrero de 1888, se publicó uno en relación con la participación de los Welsers en el viaje de Francisco de Almeida, en 1505, a la India y a África del Este. Balthasar Sprenger acompañó a Almeida y publicó en 1509 su relato de viaje, con grabados en madera de Hans Burgkmair. Lucas Rem, un agente de los Welser radicado en Lisboa, escribió en su diario sobre su experiencia al negociar los términos del contrato para este viaje entre los Welsers y el Rey de Portugal Manuel I (52-53). El artículo evidenciaba el orgullo del autor respecto a la historia de la participación alemana en el comercio portugués de ultramar en el Océano Índico.
El 25 de abril de 1891, el DKZ publicó “Die öffentliche Hauptversammlung am 30 Juni” [El encuentro público del 30 de Junio], un sub-artículo relacionado con “Die Versammlung der deutschen Kolonialgesellschaft in Nürnberg am 29 und 30. Juni 1891” [la Convención de la Sociedad Colonial Alemana en Núrenberg, el 29 y 30 de junio de 1891]. El artículo menciona los eventos importantes del encuentro y recuerda el trabajo de Martín Behaim de Núremberg, el comerciante, cartógrafo y creador del famoso globo o Erdapfel (1492) que incorporaba el conocimiento de la costa de África del Oeste. El autor también se refiere a la colonia Welser en Venezuela como una inspiración para los miembros de la sociedad colonial alemana: “En nuestra asociación, encarnamos los ideales y la práctica que también abrió nuevos caminos en la Edad Media que llevarían a los Welsers desde Augsburgo a Venezuela” (104). El artículo glorifica entonces las recientes aventuras coloniales del Imperio Alemán:
El pasado colonial Welser se invocaba aquí en un importante encuentro de colonizadores que dictarían el futuro colonial de Alemania.
En un número posterior del 12 de enero de 1905, una cronología conmemorativa titulada “Kalender 12 bis 18 Januar” recordaba el día en que “George Ehinher, de Constanza, atracó cerca de Paraguaná con 147 colonos incluyendo españoles y 24 mineros alemanes de Joachimstahl” [6]. La sección “Aus den Abteilungen” [De las sucursales], del mismo número, contiene anuncios de conferencias anteriores que incluían las del “Investigador independiente Dr. Passarge, el 9 de diciembre, en relación a Venezuela y, el 8 y 10 de diciembre, en Forst Lausitz y Lezno, sobre África Alemana del Sudoeste y la rebelión de los Herero. El Dr. Otto Karl Siefried Passarge (1866-1958) había sido un prominente geógrafo alemán que trabajaba en Prusia Oriental y más tarde en el Instituto Colonial de Hamburgo, con experiencia en tanto colonizador y minero para la British West Charterland Company, en África del Sur, que también había viajado por el río Orinoco en Venezuela. Los Nacional Socialistas más adelante suscribirían las teorías antisemitas de geografía racial de Passarge.
El Siglo XX: Idealizaciones de los conquistadores alemanes durante la República de Weimar y el Tercer Reich
Konrad Haebler ya había escrito sobre los Fuggers y el comercio de especias español cuando en 1903 publicó su libro sobre los Welsers. Die überseeischen Unternehmungen der Welser und ihrer Gesellschafter (Leipzig: C.L. Hirshfeld) narra la empresa Welser como un emprendimiento colonial temprano enfatizando los problemas entre el gobernador español anterior en la provincia de Venezuela, Juan Martínez de Ampiés, quien gobernó entre 1527 y 1529, y el primer gobernador Welser, Ehinger, quien gobernó desde 1529 hasta su muerte en 1533. Michaela Schmölz-Häberlein, que ha escrito sobre la recepción popular del período Welser desde el siglo XIX hasta la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, también ha escrito sobre lo oportuno del trabajo de Haebler: el bloqueo venezolano de 1902-1903 reavivó el interés por Venezuela en el alemán común; en ese entonces buques alemanes, italianos y británicos bloquearon los puertos venezolanos para proteger sus intereses comerciales luego de que el presidente venezolano, Cipriano Castro, se negara a pagar las deudas adquiridas con empresas extranjeras durante la guerra civil venezolana (324-25). Repentinamente, la Alemania Imperial tenía un problema con Venezuela y los alemanes empezaron a prestar atención a su antigua historia colonial allí.
Incluso después de que Alemania perdiese sus colonias en el Tratado de Versalles de 1919, a lo largo de la era de la República de Weimar aparecieron relatos históricos que buscaban recrear la colonización Welser de Venezuela. En su recuento histórico para audiencias de jóvenes adultos, titulado Auf der Jagd nach dem goldenen Kaziken: Die erste deutsche Kolonie der Welser in Venezuela 1527 bis 1555 [A la caza del cacique dorado: la primera colonia alemana de los Welser en Venezuela 1527-1555] (1929), Ottfried von Hanstein (1869-1959) describe la vida y trabajos de Las Casas y discute su proyecto de convertir, más que explotar a los nativos (116). Sin embargo, escribe que de Las Casas “era un español y cualquier crueldad cometida por una persona que perteneciera a otra nación era percibida de manera negativa” (Heinstein 116). Con respecto a cómo Las Casas describe a los Welser en su Brevísima relación, exclama: “¡pobre Ambrosio Dolfinger y pobres Welsers! Este Juez generalmente justo los perjudica” (118). Mientras alaba a Las Casas por su respeto de los derechos humanos y su reconocimiento de los indígenas como sujetos humanos, Hanstein escribe que el feroz nacionalismo español de Las Casas y su ardiente fe lo cegó en su juicio de los alemanes. Aun así, Hanstein reconoce “Ambrosio Dolfinger war kein Engel” [Ambrosio Ehinger no era ningún ángel] y admite que Ehinger era probablemente tan cruel como Pizarro o Cortez (119). Después de todo, los Welser emprendieron el proyecto “um Gold zu machen” [para hacer dinero] (119). El recuento de Hanstein, escrito durante la era de Weimar, reconoce que la aventura era de naturaleza económica, no obstante valoriza a los Welsers. El relato señala que los emprendimientos españoles estaban igualmente estimulados por las ganancias y critica el recuento antialemán de Las Casas.
Otros recuentos ficcionalizan el período de los Welsers como añoranza de territorios perdidos. El libro de Hugo von Waldeyer-Hartz, Die Welser in Venezuela: Bilder aus der Frühzeit deutscher Kolonialgeschichte [Los Welsers en Venezuela: Imágenes de la temprana historia colonial alemana] (1927), abre con la escena “der Keiser in Augsburg A.D. 1530” en la que las masas esperan la llegada del emperador Carlos V. Las expresiones de Bartolomeo Welser describen Venezuela como un territorio de la ley del Sacro Imperio Romano. La nación alemana domina en este relato colonial, aunque el lector sabe que en Augsburgo espera al emperador una multitud internacional y étnicamente diversa:
Las ansiedades coloniales que se manifiestan en este relato subrayan el poder del Imperio Alemán y el hecho de que su líder era reconocido por los españoles, flamencos, borgoñeses, croatas, griegos e italianos. Los “árabes morenos” y los “etíopes negros” representan sujetos coloniales que también reconocían la superioridad del Imperio.
Leyendo a los Welser durante el Tercer Reich
Durante el mandato de Adolf Hitler, autores populares de ficción e historia promovieron el mito de la grandeza de los conquistadores arios y la crueldad de los españoles, incluyendo a Las Casas. La novela histórica de Erich Reimer, Die Welsern Landen in Venezuela [Las tierras de los Welsers en Venezuela, 1938], utiliza material de archivo para contar la historia de los líderes más famosos de los Welsers, incluyendo a Ambrosio Ehinger, Nicolás Federman y Felipe von Hutten. Reimer escribe que en Venezuela Ehinger se enfrentó “die feindlichen Umtriebe der Spanier” [Las actividades hostiles de los españoles] (33). Afirma que la tierra había sido despoblada “unter dem Einfluß der brutalen Spanischen Kolonisationsmethoden” [bajo el influjo de los brutales métodos españoles de colonización] y que los cazadores de esclavos españoles aterrorizaban a los nativos en las costas de Venezuela. Con relación a los Welsers, Reimer enfatiza la triple identidad de Las Casas como el “frühere Sklavenhalter, spätere Dominikanermönch und Deutschenhasser” [antes propietario de esclavos, luego monje dominico y enemigo de los alemanes], alegando que Las Casas promovió los derechos humanos de los indígenas mientras exigía al Emperador Carlos V la importación de 4.000 esclavos africanos (41).
El año de 1938 fue también el año del Tag der deutschen Kunst [Día del arte alemán] en Munich que incluyó una carroza “Welser” en su desfile. El Tag der deutschen Kunst había tenido lugar a partir de 1933, pero 1938 y 1939 fueron años en los que la cultura de la propaganda Nazi se apropió íntegramente de todos los aspectos de la historia alemana para culminar en un concurso y un desfile realizados en presencia del Canciller alemán Adolf Hitler. Como argumenta Ines Schlenker, “‘demostrando’ su continuidad histórica y su desarrollo lógico desde los Teutones hasta los Nuevos Tiempos, el Nacional Socialismo podía presentar sus logros como la culminación del desarrollo cultural e histórico iniciado hace dos milenios” (70-71). El desfile fue concebido como una representación de la historia política y artística del pueblo alemán: estas historias se dividían en los períodos germánico, románico, gótico, renacimiento, barroco y neoclásico antes de que el desfile culminara con los “Nuevos Tiempos”. Hubo cambios importantes al conjunto anterior: en la sección del desfile dedicada al renacimiento, la carroza Welser –junto con un barco de plata y Landsknechten alemanes– fue añadida al reparto en 1938. Como apunta Schweizer, el Día del Arte Alemán tenía mucho que ver con la celebración del elitismo económico y del colonialismo.
En resumen, la versión Nacional Socialista de los Welsers en el Tag der deutschen Kunst de 1938 fue que éstos tuvieron éxito donde otras naciones habían fracasado. Fue gracias a su capital que tuvieron acceso al lucrativo mercado de ultramar. La posesión venezolana se convirtió en un emblema de la riqueza de los territorios y la mano de obra disponible en ellos. Los esclavos que mantenían como sirvientes se presentan aquí como parte de una exótica menagerie que acompaña a los Welsers, al igual que sus mascotas. En esta imagen orientalizante de los Welsers, se los recuerda con una vida de lujo y de viajes, llevados a cuestas por humildes sirvientes.
En el mundo de la literatura popular, los trabajos alemanes escritos bajo el gobierno de Hitler tienden a narrar la colonización del mundo situando a los alemanes en igualdad de condiciones que poderes coloniales más amplios como los españoles, ingleses, portugueses, franceses y holandeses. En 1944, Gustave Faber continúa este relato de la colonización alemana con un catálogo biográfico que incluye a alemanes notables envueltos en esfuerzos exploratorios alrededor del mundo, treinta años después de que el Tratado de Versalles puso fin a la aventura colonial alemana. En su Deutsches Blut in fremder Erde (Berlin: Junge Generation, 1944), Faber relata la historia de muchos exploradores alemanas en el extranjero. En momentos de la expansión Nazi hacia el este, esta nueva historia propagandística de la colonización alemana presentó hombres, como el gobernador Welser, Felipe von Hutten, como “grandes” héroes alemanes que luchan (y a veces pierden) tanto contra agentes “foráneos” como contra poblaciones nativas. Para Faber, la muerte violenta de Felipe von Hutten es la causa fundamental del fracaso de la colonia, que él interpretó como el triunfo del poder español. De hecho, hay una similitud entre las representaciones durante la era de Weimar de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial y la cláusula de asumir la condición de la culpa alemana como el resultado del engaño y de los intereses extranjeros. Para Faber, Carvajal era un “falscher, bübischer Spanier” [español falso y deshonesto] (44). Él denuncia que “los poderes extranjeros operan con métodos tanto secretos como públicos, pero que en la cima existen grupos con intereses españoles” (45).
A partir de 1930, la atención alemana al colonialismo en las Américas jugó un pequeño rol en las políticas del Tercer Reich. Como ha apuntado Gerhard Drekonja-Kormat, las polémicas y a veces desacreditadas Conversaciones con Hitler, de Hermann Rauschning, citan que Hitler se sentía con derecho al continente suramericano porque “las dinastías de los Fuggers y de los Welsers tenían allí relaciones” (citado en Drekonja-Kornat 314). Más allá de la significación histórica de los Welsers y los Fuggers, los Nacional Socialistas miraban con interés la América del Sur como un espacio de posible colonización. De la misma manera, como ha argumentado Christian Leitz, la Auslandsorganization (AO) nazi estuvo muy activa en el sur de Brasil y en Argentina. Mientras que los políticos imperiales guillerminos habían estado interesados en la idea de formar colonias como Neudeutschland [Nueva Alemania], “Hitler se refirió muy explícitamente a la conquista con la ayuda de los Auslandsdeutschtum [expatriados alemanes]” (187). Como señal de la importancia de la figura del conquistador, un grupo de la Hitlerjugend escogió a Georg Hohermuth von Speyer (conocido también como Jorge de [E]spira), un gobernador Welser, como “patrón” en 1933 (Armani 105-106). Ese grupo adoptó el mito del grandioso conquistador y caballero alemán –que sucumbió al nacionalismo español– como una encarnación de los ideales del Nacional Socialismo.
Arnold Federmann, descendiente de Nicolás Federmann, el gobernador Welser, decidió presentar a su antepasado como un verdadero héroe nacional. Para ello, comparó a Nicolás Federmann con Simón Bolívar. Arnold Federmann publicó, en 1938, su Deutsche Konquistadoren in Südamerika, que reeditaba la Indianische Historia de Nicolás Federmann. El epígrafe del texto, el poema “Ernstliche Vermahnung an die lieben Teutschen” [Seria admonición a los queridos alemanes] de Johann Filchart (1573), revela las intenciones del más joven de los Federmanns al volver a publicar el relato de viaje: reinsertar el relato de su antepasado en el linaje de los héroes alemanes. La publicación usa el poema para vincular la identidad alemana con la naturaleza rebelde del Libertador, Simón Bolívar (quien, como venezolano miembro de la élite criolla, se rebeló contra los colonizadores de la corona española). Simón Bolívar y, particularmente, la influencia de Alexander von Humboltd sobre éste, fueron de interés para los académicos alemanes durante los años 30.
En 1939, Arnold Federmann vio en su propio antepasado, Nicolás Federmann, más que en Humboldt, la figura que preparó a Simón Bolívar el camino de la campaña para la independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. El prólogo a su obra lleva como título: “Vergessene Deutsche” [Alemanes olvidados] (7). Ciertamente, Arnold Ferdermann afirma sin mayor evidencia que la expedición de Nicolás Federmann a través de las ciénagas y la cordillera hizo posible la cruzada independentista ulterior de Bolívar:
Federmann insiste en que su pariente fue el primer europeo y, lo que resulta más importante, el primer alemán que entró en la jungla venezolana; y más absurdamente, el primer conquistador con mentalidad política que trató de unificar Venezuela y Colombia. Obviamente, la tentativa de Arnold Federmann de transformar a Nicolás Federmann en el antepasado espiritual de Bolívar, tenía su raíz en un intento por restablecer su posición como héroe digno de alabanza nacional a la luz del renovado interés alemán en Bolívar.
Releyendo la colonia Welser en oposición al colonialismo alemán y al holocausto
El fracaso de los gobernadores Welser en Venezuela impulsó una añoranza por el cumplimiento de las fantasías coloniales decimonónicas en África que prefiguran las ambiciones del Tercer Reich. Las leyes contra el mestizaje vigentes en las colonias alemanas intentaban regular la pureza de la sangre alemana de los colonizadores, reflejando las ansiedades de aventuras coloniales incumplidas; estas sanciones prohibían a los alemanes procrear con negros africanos o con indígenas de las islas del Pacífico. Las leyes anti-mestizaje de Núremberg o el Gesetz zum Schutze del deutschen Blutes und der deutschen Ehre [Ley para la protección de la sangre y el honor alemán], sancionada el 15 de septiembre de 1935, prohibía el matrimonio y las relaciones sexuales entre alemanes y judíos, evocando leyes previas impuestas en las colonias alemanas. El tardío regreso y pronta partida de los alemanes de la escena colonial impulsó a Hitler y a sus arquitectos de la Solución Final a buscar una materialización colonial del estado racial en la madre patria misma durante el Tercer Reich, y si bien “existe siempre el peligro de leer hacia atrás la historia alemana a partir del Holocausto” (Zantop 16), el empleo de políticas racistas y expansionistas ofrece un vínculo directo entre el pasado colonial alemán y sus proyectos Nacional Socialistas, específicamente en el contexto del Holocausto.
Es imposible ignorar la manera en que los trabajos del Tercer Reich reconfiguraron la colonia Welser en Venezuela desde una perspectiva teleológica. La literatura del Tercer Reich retrata a los Welsers como encargados benevolentes de la provincia venezolana y su participación en el comercio de esclavos como una iniciativa caritativa. Ernst Wilhelm Bohle (1903-1960), líder del NSDAP Auslandsorganization, fue uno de los principales difusores Nazi de la noción de un Lebensraum colonial [7], que sostenía que los Welsers tomaban esclavos con la intención de protegerlos de otros comerciantes de esclavos; en la interpretación de Zantop, Bohle retrata a los Welsers como “amables hombres blancos que no robaban esclavos y le hicieron mucho bien a los nativos” [8] (citado en Zantop 29).
Muchos académicos, incluyendo a Shelley Baranowski, Jürgen Zimmerer, Pascal Grosse, Dirk Moses, Volker Langbehn y Mohammad Salamma, han forcejeado con la teoría de la continuidad que vincula el colonialismo alemán con el Holocausto. De alguna forma, estos académicos han debatido diversas suposiciones de un Sonderweg [camino especial] alemán, que uniría la experiencia colonial alemana con el Holocausto. Grosse argumenta que el colonialismo alemán no fue necesariamente el precursor de las políticas raciales Nacional Socialistas, sino que simplemente se alineaba con las predominantes teorías de eugenesia del siglo XIX. Los temores frente al mestizaje y las políticas de derecha de los colonialistas metropolitanos no pueden por sí mismos dar cuenta de las políticas alemanas de extermininación de los considerados “indeseables” por razones raciales.
Las lecturas de Hannah Arendt sobre las relaciones entre racismo e imperio, aunque por momentos problemáticas, enfatizan el hecho de que los alemanes se consideraban “legítimos” colonos en sus conquistas de pueblos indígenas. Los vínculos entre colonialismo y genocidio pueden no ser inequívocos, pero el componente racial y étnico del genocidio de los Hereros, el Holocausto y más recientemente el genocidio de Ruanda, sugieren también vínculos agravados por el colonialismo. Christopher J. Lee y Mahmood Mamdani responden a las afirmaciones de Arendt sugiriendo que el marcaje racial de los colonizadores alemanes en el genocidio de los Hereros diferenció a un grupo como el enemigo y permitió a los burócratas exterminar a ese grupo sin ninguna mala conciencia (80). De la misma forma, durante el Tercer Reich los alemanes se consideraron como los “colonos” originales de Europa, en detrimento de los eslavos y los judíos (Baranowski “Against” 64). Exploraciones más recientes sobre Ruanda han revelado como una de las justificaciones de la violencia el que los Hutus se consideraban un grupo “aborigen” y consideraban a los Tutsis como “invasores”, aptos para la masacre. Dirk Moses defiende el proyecto de Arendt por haber rastreado las raíces de los proyectos modernos de exterminación (33); al hacer esto, propone la tesis de que el período que va desde 1850 a 1950 puede ser contemplado como el “siglo racial” en el que los procesos de construcción de la nación y “constitución del pueblo” culminaron “en el Holocausto de la judería europea y otras minorías raciales en los años 40” (33). Suscribamos o no la teoría de la continuidad que vincula el colonialismo alemán con el Holocausto, no se puede ignorar el predominio, en la era Nacional Socialista, de intentos de re-imaginar a los colonizadores Welser como alemanes “puros” que luchaban valientemente, contra pueblos nativos ilegítimos, para colonizar una tierra “virgen”.
Conclusión. Las implicaciones de la memoria
Los proyectos alemanes de construcción de imperio durante el Imperio Prusiano apostaron por historias míticas de la conquista alemana, al resucitar memorias de la colonia Welser en Venezuela. En la era de Weimar, se lamentaría la pérdida de estas colonias junto con las memorias de pérdidas territoriales más recientes, mientras que, durante el Tercer Reich, algunos autores glorificaron la visión de estos primeros conquistadores alemanes. De manera semejante a los debates actuales en los Estados Unidos en torno a los monumentos confederados, desde el inicio del siglo XXI ha habido en Alemania intentos por “descolonizar” la historia de los Welsers y Fuggers en las Américas y por representar sus legados bajo una luz menos glorificada. La página WordPress Fugger-und-Welsersraßen decolonizieren! documenta este proceso siguiendo otros intentos por descolonizar nombres de calles en Berlín que hacen referencia a colonialistas como Carl Peters. La página afirma:
Específicamente, los autores del blog describen cómo, a pesar de la manera en que la atención reciente a otras figuras coloniales tales como Carl Peters han despertado activismo para cambiar los nombres de calles que llevan su nombre, los Fuggers y los Welsers siguen siendo recordados de forma positiva debido a su conexión histórica con los tempranos emprendimientos del capitalismo.
Los jóvenes alemanes se están involucrando con su historia colonial, enfatizando un giro postcolonial que apunta a criticar y, al mismo tiempo, informar a públicos más amplios sobre el pasado colonial alemán. El proyecto Freedom Roads: Koloniale Straßennames. postkoloniale erinnerungskultur, iniciado por el grupo Postcolonial Berlín, apunta a escoger nombres de calles, a veces incluso de urbanizaciones enteras, con nombres de figuras coloniales alemanas, y proveerles un nuevo contexto sobre el legado del Imperio Alemán. En Munich, la calle “Von Trotha” se rebautizó como Hererostrasse para conmemorar a los copartícipes de la rebelión anticolonial y no al comandante de la Schutztruppe alemana, Lothar von Trotha, que fue responsable de su genocidio. En 2006, en Bielefeld, un grupo representó, en la calle Karl-Peters Straße, una recreación de la experiencia colonial alemana en África del Este. Asimismo, el proyecto Afrika-Hamburg.de archivó más de 5600 votos y compiló más de 800 respuestas de ciudadanos de Hamburgo que debatían el futuro de la estatua del sangriento gobernador alemán, en África del Este, Hermann von Wissmann. Entre 200 y 300 mil personas han pasado junto al monumento y leído la información sobre su contexto histórico.
El giro de los últimos veinte años en la investigación académica que busca revelar el rol de la Alemania Imperial en la esclavitud, la violencia de masas y la extracción de recursos (principalmente en el continente africano), ha llevado a investigar a colonizadores anteriores –particularmente los olvidados Welsers y Fuggers. En contraste con anteriores redescubrimientos historiográficos como los de Hantzsch, la reciente exhumación de la colonización alemana en el nuevo mundo sirve como un recordatorio concreto de un acercamiento más matizado al estudio de la historia colonial alemana. Un grupo de estudiantes de la Humboldt Universität Berlin creó en 2016, luego de participar en un seminario de historia cultural alemana, la página decolonize.hu, debido al shock que les produjo constatar a lo poco que se había enseñado este tema en el pasado. A lo mejor esta necesidad de revisitar el período Welser en Venezuela y el deseo de descolonizar ciudades alemanas ejemplifica un nuevo involucramiento con el registro histórico, uno con potencial para facilitar nuevas conversaciones sobre la historia alemana de antisemitismo y racismo por medio de un nuevo compromiso con el a menudo olvidado/desplazado legado colonial alemán.
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Notas
[1] Maurer, que había venido de Berlín, argumentaba frente a la Federación Alemana del Norte, recientemente fundada, en favor de la colonización de las islas Nicobar (un grupo de cerca de veinte islas situadas en la Bahía de Bengala, que ya habían sido colonizadas por Dinamarca y por el Sacro Imperio Romano de Austria). Franz Maurer. “Outline for the Foundation of a German Colony and Naval Station of the Nicobar Islands, April 1867.” En Arthur J. Knoll’s y Hermann Hiery. The German Colonial Experience: Select Documents on German Rule in Africa, China, and the Pacific 1884-1914. Lanham, Md: UP of America, 2010. pp. 9-11.
[2] El genocidio de los Herero entre 1904 y 1907 se conoce como el primer genocidio del siglo XX y tuvo lugar en África Suroccidental (hoy Namibia), entonces ocupada por los alemanes.
[3]Las posesiones coloniales del Imperio Germánico entre 1884 y 1919 incluían las colonias del África Oriental Alemana (hoy Tanzania, Ruanda, Burundi y Kenia), del África Suroccidental Alemana (Namibia y partes de Botsuana) y del África Occidental Alemana (Camerún y Togo), así como las colonias del Pacífico de Nueva Guinea Alemana, Micronesia, Samoa Alemana y las islas Marshal.
[4] Rafael María Baralt, el eminente historiador pre-positivista venezolano, fue uno de los primeros en escribir sobre los Welsers y continuó el sentimiento anti-alemán atribuido a cronistas como Las Casas. La posición anti-alemana se mantuvo en la historiografía del siglo XX hasta que los revisionistas comenzaron a desconstruir estas perspectivas históricas problemáticas y nacionalistas.
[5] El contrato de 1528 entre la Corona Española y los Welsers estipulaba ciertas cosas. Permitía a los alemanes gobernar una sección del norte de Suramérica, siempre que trajeran cincuenta mineros, fundaran dos asentamientos con 300 residentes y construyeran tres fuertes. También se les permitía importar 4.000 esclavos africanos a América. Una copia del contrato original puede encontrarse en el Archivo General de Indias, en Sevilla. Justicia, legajo 56, f.1, p.1. Véase la transcripción en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: “Capitulación de los Belzares con la Corona de Castilla” (http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc2v2g1/).
[6] [1] La Sociedad Colonial Alemana (Deutsche Kolonialgesellschaft) comenzó en 1882 como la Unión Colonial Alemana (Deutscher Kolonialverein), un grupo cuyo propósito era convencer a Otto von Bismarck de la necesidad de la expansión colonial alemana. En 1887, la Sociedad Colonial se fusionó con la Sociedad para la Colonización Alemana (Gesellschaft für Deutsche Kolonisation) que Karl Peters había creado en 1884 para facilitar la conquista de África Oriental (Pierard 19).
[7] Lebensraum era una ideología utilizada por los Nacional Socialistas y, aunque significa literalmente “espacio de vida”, se refiere al hábitat necesario para el desarrollo exitoso de una nación. En la práctica, la teoría era que los pueblos racialmente superiores tenían derecho de expandirse territorialmente sobre los racialmente inferiores.
[8] Ernst Wilhelm Bohle, jefe del Partido Aleman Nacional Socialista de Trabajadores (NSDAP), Secretario de Estado para Asuntos Extranjeros, prólogo a Pfeiffer, H. E. (1941), Unsere schönen alten Kolonien [Nuestras bellas viejas colonias].
Obras citadas
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Giovanna Montenegro (Caracas, 1981), es profesora asistente de literatura comparada y español en Binghamton University (NY). Licenciada en Artes (San Francisco Art Institute), Master en Literatura Comparada (San Francisco State University), y doctora en literatura comparada (University of California, Davis), su trabajo de investigación se enfoca en estudios coloniales latinoamericanos y cultura visual, y en especial, las relaciones transatlánticas entre las tierras alemanas y América Latina en el siglo XVI. Actualmente está terminando un libro sobre los Welser en Venezuela que será titulado German Merchant Capitalism: The Story of the Welsers’ Venezuela Colony (1528-1556) and its Cultural Memory.
Una versión más extensa de este artículo se publicó originalmente en inglés en la revista TRANSIT, del Departamento de Alemán de la Universidad de California, Berkeley, con el título: “The Welser Phantom”: Apparitions of the Welser Venezuela Colony in Nineteenth and Twentieth-century German Cultural Memory.” Transit: A Journal of Travel, Migration, and Multiculturalism in the German-speaking World. 11.2 (2018): 21-53. http://transit.berkeley.edu/2018/montenegro/ Esta versión en español, traducida por Josefina Berrizbeitia, se publica aquí con autorización de la editorial.
Trópico Absoluto desea agradecer a Elizabeth Barrios y al Albion College (Michigan) por su generosa contribución para proveer los fondos que hicieron posible la traducción de este trabajo.
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Agradecemos a Trópico absoluto y a la amena y precisa traducción de Josefina Berrizbeitia que nos permite acercarnos a esta interesante investigación sobre la memoria de la capitulación de los Welser de Augsburgo en la historiografía alemana y las consideraciones y reconsideraciones sobre la colonización alemana y sus efectos. Enhorabuena a Giovanna Montenegro por esta labor investigativa y sus hallazgos que nos llevan a pensar sobre el alcance de los registros de estos hechos y cómo se incorporan a visiones diversas, que no solo tocan lo político, sino que también se inscriben en lo afectivo y su expresión en la cultura de los siglos XIX y XX.
Aunque no es el tema ni los objetivos de esta tesis, el nombre de los Welser y su aventura no dejan de despertar otros recuerdos, viejas lecturas y deseos de conocer aún más este particular episodio de la empresa de la conquista del territorio de lo que será después Venezuela, unos sucesos que nos lleva a pensar en un sentido más amplio sobre el proceso de la colonización. Teniendo en cuenta la herencia de tradiciones y referencias —aun las legendarias— desde la Tierra de gracia, hay elementos que en lo personal me disparan preguntas y que hacen que extrañe algunas aproximaciones para tratar de entender ese complejo período histórico, especialmente desde el sentir y el imaginario del hombre cotidiano español, con un parecido cercano o lejano a los protagonistas de hechos relevantes. ¿Cómo puedo imaginarme una Europa dolorosamente dividida durante el siglo XVI en el seno de la fe cristiana? ¿Cómo ver, desde los ojos de un súbdito español, a un emperador y rey de España nacido en Flandes y que llevó a la corte española funcionarios «extranjeros»; el mismo personaje que todavía no había aprendido a hablar en castellano, pero que era nieto de los Reyes Católicos, consolidadores de una nación española con el final de la Reconquista; acción combativa que a su vez se «continuaba» en empuje y espíritu con el modo en que aquellos monarcas concebían y marcaban la colonización de las nuevas tierras también como empresa «evangelizadora»? En ese contexto problemático y acaso «chocante» al modo español, ¿cómo aparece la concesión Welser resultado del pago del financiamiento de una elección imperial?
En fin, lo religioso y la visión íntima y espiritual —que incluyen los conflictos de fe genuina, conciencia y coherencia; de legalidad, obediencia y justicia; de lealtad y resentimientos— a veces desaparece de los asomos a una época cuando, al parecer, tienen un mayor significado en el movimiento de la historia; apenas se menciona como dato, o se reducen a calificativos y etiquetas —católico, luterano, español, alemán—, aunque sin comprender del todo su dimensión que se traduce en actos, valores y creencias. Y ello sin olvidar esos otros aspectos que incitan también al ánimo sustituyendo calculadas acciones —a veces oscuras como la enigmática consulta de Felipe von Hutten al doctor Fausto—, como lo son la valentía y el «loco» arrojo del conquistador, más allá de su nacionalidad.
Sin duda, sabemos que la historia se hace con documentos y con lo que llega a registrarse. Quizás, como apunté en mi primer interrogante, el intentar imaginar con tiento puede invitar a una apertura que contribuya a comprender la singularidad del pasado que alimenta la herencia de lo que vivimos y somos. Tal vez esto sea el motivo para una conversación más larga.
Buena información…, me gustaría alguna forma de contactar …a familiares actuales de Los Welsers …, o alguna de sus oficinas u instituciones…., soy Abogado e historiador de Venezuela