Reseña: Sin hombres de bien en la tierra adentro: la reconstrucción venezolana después de la Independencia
El historiador Isaac López reseña el trabajo del joven investigador Yasha Echenique Fernández, Sin hombres de bien en la tierra adentro. El delito en la Península de Paraguaná entre 1840-1850, “un texto oportuno en estos momentos de devastación del país, (...) una investigación que muestra lo que nos dejó aquella revolución y cómo sus hombres y mujeres respondieron al difícil tiempo posterior en medio de la estrechez y la desolación”.
En la introducción a su obra País archipiélago. Venezuela, 1830-1858, Elías Pino Iturrieta indica que la idea forjada sobre el siglo XIX venezolano se halla saturada de matices oscuros. A la época dorada de la Guerra de Independencia, comandada por el dios de la libertad Simón Bolívar, la generalidad de nuestra historiografía opuso el tiempo inmediato construido por los traidores al proyecto de aquella divinidad. Un tiempo proclive a la desintegración, congénita debilidad institucional, bárbaro caudillaje, enguerrillamiento, desatinos y tropelías. Esa noción fue difundida eficazmente por los manuales escolares y los discursos de los políticos, lo cual hace comprensible el que continuamente encontremos en las redes sociales en esta tortuosa hora del país el axioma: hemos vuelto al siglo XIX. Apreciación, que señala Pino Iturrieta, debe revisarse.
Para poder hacer eficazmente la evaluación y análisis del conjunto hay que conocer las piezas del engranaje. El empeño por rupturas y periodizaciones desde la perspectiva de la historia política ha cedido en las últimas décadas, en el ámbito académico venezolano, a nuevas opciones de abordaje. Un esfuerzo por observar el siglo XIX que en los mejores exponentes se afianza en el ensayo de novedosas perspectivas teóricas y metodológicas para el escrutinio de fuentes documentales que nos hacen valorar el período más allá de la guerra.
¿Se ha estudiado suficientemente el comportamiento de las regiones después de la contienda contra España? ¿Nuestra soberbia de metropolitanos ha permitido buscar en los apartados rincones la forja del ser venezolano? ¿Han bastado las generalizaciones consagradas hasta ahora para lograr una verdadera penetración en el acontecer nacional? ¿Contribuyen al conocimiento del proceso los esquemas, divisiones y estratificaciones temporales propuestas hasta el presente?
A pesar del auge que en la década de los ochenta del siglo XX tuvo en el país la propuesta historiográfica de la Historia Regional, nucleada a través de la revista Tierra Firme y de coloquios y congresos afianzados en la idea, no se ha hecho la suficiente evaluación de los aportes de la corriente, la crítica historiográfica sobre el corpus producido sigue pendiente y la situación de los archivos regionales y locales –salvo contadas excepciones- sigue siendo lamentable, generándose además progresivas pérdidas de materiales. Para no abundar en los problemas de acceso a importantes centros documentales, un asunto fundamental que no ha tenido la debida réplica por la comunidad de investigadores.
En 2008, para responder a la exigencia de la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante Universitario, se propusieron en el seno de la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes doce proyectos, uno de ellos titulado “Preservación del Patrimonio Documental Venezolano”, el cual se proponía apoyar las tareas de descripción del Archivo General del Estado Mérida. Desde entonces, más de cien jóvenes estudiantes de Historia han pasado por esa experiencia que los sensibiliza por la situación de los repositorios al mismo tiempo que les ofrece herramientas de formación extracurricular. Esa modalidad se extendió también a solicitud de los interesados, a archivos de San Cristóbal, Boconó, El Vigía y Paraguaná. Así, entre 2009 y 2015 acudieron a la península del noroccidente venezolano treinta estudiantes para realizar tareas de identificación del Fondo Registro Subalterno de Pueblo Nuevo del Archivo Histórico del Municipio Falcón, logrando realizar un catálogo de tres tomos que describe un total de 9.030 piezas correspondientes al lapso 1801-1940.
Texto oportuno en estos momentos de devastación del país, por cuanto resulta una investigación que muestra lo que nos dejó aquella revolución y cómo sus hombres y mujeres respondieron al difícil tiempo posterior en medio de la estrechez y la desolación.
Yasha Alexander Echenique Fernández fue uno de esos jóvenes que viajaron desde Mérida a colaborar con la organización del archivo falconiano. Y decidió utilizar los legajos y expedientes que organizaba y estudiarlos para su tesis de grado sobre un tiempo particular de la historia venezolana del siglo XIX: aquel inmediatamente posterior a la guerra de Independencia, pero hacerlo desde los casos juzgados como delitos, la subversión de las normas, y la ilegalidad. Es decir, historiar problemas.
Como resultado de esa investigación ha sido editado, con el respaldo de organizaciones culturales del estado Falcón, su libro Sin hombres de bien en la tierra adentro. El delito en la Península de Paraguaná entre 1840-1850. Estudio de casos (Grupo Tiquiba-Fundación Cultural Josefa Camejo, 2020). Un texto importante, que con soporte conceptual y rigurosidad analítica, revisa un destacado cúmulo de fuentes primarias para acercarse a la vivencia de una sociedad y mostrarnos las actitudes y sensibilidades de los habitantes de una porción de Venezuela en momentos cuando hacía esfuerzos por recuperarse de las severidades acarreadas por la contienda independentista.
Estructurado en tres capítulos, en el primero se exponen los procedimientos, criterios teóricos y metodológicos de la investigación, con énfasis en formulaciones sobre el delito y el entramado legal para juzgarlo en esa etapa, que no podían ser otros que el impuesto por España, además de los bocetos legales que se intentaban. Aquí hay que destacar que a pesar de la exposición de conceptos y categorías, el discurso del novel investigador logra mantener el interés del lector gracias a una prosa amena, que no por ello cede espacio a la fatuidad y la banalización del discurso histórico, propensión de las recientes generaciones de historiadores venezolanos que quieren deconstruir el vocabulario distintivo del oficio, imitando a destacadas figuras de proyección en los medios, sin haber recorrido el camino que tales profesionales han desarrollado.
El segundo capítulo se dedica a la descripción general de Venezuela y de la subregión coriana en la postguerra, presentando los rasgos definitorios de un territorio arrasado, donde sin embargo se mantenían viejas formas mientras se ensayaban otras nuevas para responder a las exigencias del sobrevivir.
En el tercer capítulo se exponen y analizan casos de injurias, robos, contrabando, homicidios y amenazas en los cuales se articulan las características de aquel momento nacional. Comportamientos, prácticas y modos con los cuales los comarcanos enfrentaron la reparación. Echenique muestra en los tipos de delitos la expresión de mentalidad, formas de producción, relaciones entre estratos sociales, desenvolvimiento de funcionarios, actividades económicas, influencia extraregional, y fundamento ético y moral luego de la confrontación entre republicanos y monárquicos. Allí el fluir histórico sin cortes arbitrarios, la vida sucediéndose, la gente y sus afanes.
Esa es la labor de un historiador: aproximarnos a la experiencia de una colectividad en un momento determinado de la historia.
Texto oportuno en estos momentos de devastación del país, por cuanto resulta una investigación que muestra lo que nos dejó aquella revolución y cómo sus hombres y mujeres respondieron al difícil tiempo posterior en medio de la estrechez y la desolación. Múltiples son los aportes que se hacen desde la revisión documental exhaustiva del archivo paraguanero, ejemplo del trabajo que pocos quieren desarrollar. Horas dedicadas a la organización y luego a la selección de materiales están aquí conjugadas. Aporte de especial valor a la historiografía venezolana, el ejercicio de investigación contenido en estas páginas es producto del esfuerzo de un estudiante que exhibe como carta de presentación el resultado de su indagatoria seria y comprometida.
Un mérito más tiene el autor en relación con su propuesta. No es un merideño que viajó un fin de semana a Falcón a hacer trabajo de campo. Yasha Alexander Echenique Fernández recorrió la península en varias oportunidades en el transcurso de tres años, compartió con diversidad de paraguaneros y sabe de los sitios que nombra la documentación revisada. De La Macolla a Jayana, de Chaure a Adícora y de Baraived a Puerto Escondido, el trabajo de revisión bibliohemerográfica y documental se afianza en largas horas de conversación sostenida con criadores de cabras o viejos paraguaneros sostenedores de la tradición de padres y abuelos. Todo lo cual se evidencia en la lectura, mostrando la pasión por entender y compenetración con lo que hace.
Una labor necesaria que debe multiplicarse en las diversas regiones para lograr armar el cuerpo completo, para trascender la generalización a partir de espacios determinados. Ante el panorama de un mosaico de ciudades, precariamente relacionadas en trescientos años de vida colonial, algunas con conexiones y dependencias determinantes más allá del tardío marco de la Capitanía General, no es fácil hablar del territorio hoy venezolano como unidad antes de la querella contra la metrópoli. Ese fue uno de los aportes de ese siglo XIX tan denostado del que nos habla Pino Iturrieta. ¿Cómo se experimentó el proceso descrito por Echenique Fernández para Paraguaná en la zona andina, en los llanos de Barinas y Apure, en la región costera de Cumaná o en Guayana? Muchos estudios sobre el particular existen y no pretendemos obliterar sus aportes, pero urge armar el cuadro sobre bases sólidas y no sobre frágiles generalizaciones.
El historiador trabaja bajo interrogantes, responde preguntas que se formulan y reformulan en el propio proceso de investigación. Esas preguntas las orientan las demandas e incertidumbres del tiempo en que vive o las inquietudes e intereses del propio intelecto, la formación y reflexión teórica, las horas en hemerotecas y archivos, el análisis ponderado y la escritura de los resultados. Siempre pendiente del interés social por los temas y el debate público de la historia, sin ensayar el consenso sobre el pasado y dispuesto a nuevos caminos de conocimiento e interpretación. La memoria del pretérito en tiempos de balcanización social en Venezuela debe actuar como una llamada a la reflexión colectiva, al debate abierto sobre la construcción del proceso democrático, y la responsabilidad que todos hemos tenido en él. Recuperar la memoria es tener en cuenta el pasado para así poder pactar el futuro. El conocimiento y reflexión para que aquello ocurrido no vuelva a ocurrir.
Mención aparte merece el trabajo de edición del librorealizada por José Gregorio Vásquez, sin duda uno de los más talentosos diseñadores del ramo editorial venezolano, quien a partir de la utilización de gráficas en blanco y negro de Paraguaná, gentilmente cedidas por familias de la zona, nos conduce por los caminos de resolana a los escenarios de los eventos expuestos. Sirvan estas líneas para invitar a leer el trabajo de Yasha Alexander Echenique Fernández, una contribución puntual sobre el acontecer venezolano después de la Independencia y a la reformulación de nuestra relación con el siglo XIX.
Echenique Fernández, Yasha Alexander. Sin hombres de bien en la tierra adentro. El delito en la Península de Paraguaná entre 1840-1850. Estudio de casos. Mérida: Grupo Tiquiba-Fundación Cultural Josefa Camejo. 2020, 206 págs.
©Trópico Absoluto
Isaac López (Coro, Venezuela, 1964), es profesor titular de la Escuela de Historia de la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. Es autor de: Huellas de la memoria. Textos de historia y paleografía (ULA, 2002), y La élite coriana en el proceso de Independencia (Academia Nacional de la Historia, 2010).
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Ojalá se pueda acceder al libro o a fragmentos destacables!