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Reseña: “Se conoce que usted es ‘moderna’”. Lecturas de la mujer moderna en la colonia hispana de Nueva York (1920-1940), de María Teresa Vera-Rojas

Por | 15 junio 2019

¿Cómo se perfilaron las identidades de las mujeres hispanas en Nueva York a principios del siglo XX?  ¿Qué discursos y prácticas estuvieron en juego en el momento de definir una feminidad periférica?  ¿De qué modo los procesos de modernización en la metrópolis impactaron las subjetividades de las inmigrantes? Estas son algunas de las preguntas que María Teresa Vera-Rojas propone esclarecer a lo largo de un minucioso análisis de tres publicaciones periódicas en español, editadas en Nueva York durante las décadas del veinte y treinta: El semanario Gráfico (1927-1931), el diario La Prensa (1913-1963) y la revista cultural Artes y Letras (1933-1939).  Echando mano de un repertorio teórico proveniente de los estudios culturales y de género, el libro propone una lectura para nada maniquea respecto a las dinámicas de poder que tuvieron lugar en la conformación de las subjetividades modernas de las hispanas. Tal lectura se explica en buena parte por la perspectiva foucaultiana de la autora, que le permite exponer no sólo los grandes discursos reguladores que confluyeron en esta época, sino también diversas micropolíticas que dieron cuenta del dinamismo e inestabilidad de los procesos de subjetivación femenina. Así, el libro se propone no solo como una huida de las nociones ontológicas del “ser mujer” sino también como un análisis desprejuiciado de las temáticas modernas del consumo, la belleza y la moda. Tales temáticas resultan referentes complejos que no son entendidos de manera unidireccional, sino que expresan un entramado de difusión, reproducción y recontextualización de significados.

Se parte de la premisa de que la modernidad introdujo profundos cambios en las división del trabajo y en la cultura popular. Las identidades de género no escaparon del impacto de esas transformaciones. Ahora bien, si a esos cambios generalizados le añadimos las intersecciones culturales que se materializan en el sujeto migrante, nos encontramos ante un panorama aún más complejo en el que se hace necesaria la precisión historicista y el análisis detallado de los discursos mediáticos. En esa dirección, el libro nos ofrece un corpus extenso en que la cultura visual y textual de las publicaciones periódicas son examinadas para demostrarnos la artificialidad de los modelos de representación y las distintas contradicciones que dichos modelos proponían en torno a la noción de lo femenino.

A Vera-Rojas le interesa ahondar en el lugar fronterizo de la mujer hispana de entreguerras en la Colonia de Nueva York: un sujeto atravesado por el deber “ser” del modelo estadounidense moderno y por el de la mujer hispana como reservorio de la tradición. Mientras la primera correspondía a la figura de la flapper masculinizada y desenfadada de la cultura popular (difundida por medios impresos y el cine hollywoodiense), la segunda estaba vinculada a los roles domésticos católicos (maternidad, moral y familia) que preservaban al hispanismo de los efectos “corruptores” del american way of life.  La intersección de ambos imaginarios reguladores le permite a la autora identificar este espacio fronterizo como un lugar conflictivo, en el que a la par que se replican procesos de subalternización emergen formas creativas de apropiación, e incluso de transgresión de los modelos reguladores de las mujeres. La disyuntiva normativa de ambas culturas —la española y latinoamericana por un lado, y la norteamericana por el otro— se ve además problematizada por la heterogeneidad de cada uno de estos campos. Aunque Vera-Rojas no explora la diversidad y las tensiones que el modelo de la flapper puede haber ocasionado en el colectivo de las mujeres norteamericanas, sí ahonda con detenimiento en los distintos marcadores de clase, nacionales, ideológicos y raciales que impiden la concepción de un sujeto femenino hispano universalizado.

Un buen ejemplo de tal heterogeneidad se nos muestra tanto en las diferencias raciales y de clase del público lector al que iban dirigidos Gráfica y La Prensa, por un lado, y  Artes y Letras, por otro. Entre la  “la alta y la baja cultura», o entre lectoras obreras y profesionales de clase media, constatamos una comunidad hispana que no siempre estaba de acuerdo con el “lugar” —doméstico/público— o con el rol que debían cumplir las mujeres. Los debates entre las escritoras puertorriqueñas María Mas Pozo y Clotilde Betances publicados en columnas y secciones femeninas, son un buen ejemplo de ello. Por otro lado, la heterogeneidad también está presente en el contrapunto entre imágenes —caricaturas y fotografías— y los textos en una misma publicación. Vera-Rojas llama la atención sobre el frecuente choque entre la publicidad que vendía el modelo de una mujer moderna en sus diferentes acepciones —lectora, deportista, fumadora, conductora de automóviles— y los distintos textos normativos que intentaban disciplinar el cuerpo femenino contra la “vanidad” y “superficialidad” de tal modelo.

Es en el intersticio de estas contradicciones que Vera-Rojas encuentra una producción de significantes que no sólo está limitado al papel del emisor mediático. Una clarificadora muestra del rol activo de las lectoras, es el análisis de las secciones disponibles para la opinión de aquéllas, en el que constatamos un público femenino hispano capaz de convertirse en productor de nuevos sentidos. Así, entendiendo que actividades como la lectura y el consumo distan mucho de ser pasivas, asistimos a la emergencia de prácticas culturales y sociales que, al tiempo que confirman la ansiedad ante la cada vez mayor visibilidad de las masas y de las mujeres trabajadoras, permitieron de manera paradójica formas de ciudadanía y de ascenso social en sectores históricamente marginados.

De esta manera, una de las mayores virtudes de este libro es la des-demonización que propone de la modernidad occidental; algo infrecuente en los estudios latinoamericanos. Al otorgarle complejidad a los procesos identitarios femeninos que tuvieron lugar a principios del siglo XX, advertimos distintas estrategias de negociación cultural en las que discursos y tecnologías modernas sobre el cuerpo –como el de la higiene, la salud y la belleza– pudieron servir tanto para marginar a la comunidad hispana del modelo de ciudadanía estadounidense, pero también para posibilitar, en sentido contrario, sus estrategias de inserción y  de agencia en el juego de la falsa división entre lo público y lo privado. Por otro lado, Vera-Rojas también revela que a pesar de la fuerte carga conservadora de la llamada “raza hispana”, este concepto también sirvió para vehiculizar el reclamo de los derechos de una comunidad tremendamente discriminada racial y socialmente en los Estados Unidos.

Más allá del acierto de analizar un momento y un sujeto histórico desatendido en los estudios sobre diáspora, este libro es una referencia para cualquier otro análisis que se desee emprender sobre procesos migratorios.  Ni las asimetrías de poder, ni la cultura popular y mediática, ni las identidades nacionales y de género han dejado de intervenir en los escenarios de confrontación y apropiación cultural que hoy están teniendo lugar debido a los desplazamientos masivos a lo largo del globo. Así, en palabras de la propia autora, la contribución de este volumen estriba en “un modo de lectura del pasado que parte del presente. Por una parte, en tanto que modo de lectura, este libro busca ofrecer herramientas para concebir la importancia que tienen los medios en los continuos procesos de resignificación identitaria que vivimos los sujetos diaspóricos, y no solo porque la información en la actualidad circula y se define por su carácter global, sino, sobre todo, porque los medios construyen posiciones de lectura y es imprescindible leer más allá de la representación y pensar qué lugares ocupamos los espectadores/lectores y cómo nos apropiamos de y transformamos aquello que consumimos. Por otra parte, es imposible pensar la sociedad moderna desde categorías identitarias fijas, y creo que esta es una experiencia que han compartido siempre las comunidades de inmigrantes. De allí mi interés por pensar en los nuevos sujetos que se producen en estos desplazamientos geográficos y culturales, y reconocerlos como parte de los cambios que definen a la sociedad y el pensamiento modernos. Quizás, entonces, lo que propongo es un modo de lectura del presente a partir de registros del pasado, y esta manera de aproximarme al tiempo y al espacio está atravesada por mis propias experiencias de desplazamiento, por eso creo que es justamente esta la contribución de mi libro, es decir, partir del desplazamiento como posición de lectura”. Invito, entonces, a leer esta amena investigación, no sólo por su rigor teórico y crítico, sino también por el emplazamiento dislocado que nos propone para problematizar todo relato de identidad.


Vera-Rojas, María Teresa. “Se conoce que usted es ‘moderna’”. Lecturas de la mujer moderna en la colonia hispana de Nueva York (1920-1940). Madrid-Frankfurt am Main: Iberoamericana-Vervuert, 2018.


Magdalena López (Zurich, 1973), es investigadora del Kellogg Institute for International Studies de la Universidad de Notre Dame y del Centro de Estudios Internacionales del Instituto Universitário de Lisboa (ISCTE-IUL).

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