Paula Vásquez Lezama / Poder y catástrofe. Venezuela bajo la tragedia de 1999

13 agosto 2022

“Concebido originalmente como tesis de doctorado en Antropología Social de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en París, el texto que dio origen al libro de Vásquez fue construido a lo largo de varios años y se nutrió del contacto con los distintos protagonistas de la tragedia: los damnificados, las autoridades civiles, los efectivos militares, los miembros de los equipos de rescate, los periodistas que llegaron a los sitios de la catástrofe antes que los funcionarios, los médicos que atendieron a los heridos y los activistas de los derechos humanos.  Con afán detallista y evidente esfuerzo de investigación, Poder y catástrofe devela las causas naturales y urbanísticas que permitieron que las aguas arrasaran con todo, especialmente las razones de pobreza y desamparo de amplias regiones del Litoral central. Poco a poco el libro va sumergiéndose en los fangos del dolor, la muerte y la represión, que a su vez abren paso a la indignación y la tristeza. Y también al olvido. Por ello es tan importante que el sello Tauros de Editorial Santillana haya publicado un libro estructurado con el rigor de una tesis doctoral y con la autenticidad de una búsqueda que va más allá de los académico.

Los testimonios de los damnificados revelan un dramático nivel de desesperación ante la pérdida de familiares pero también ante la incertidumbre de sus vidas. Hombres y mujeres que no sólo padecieron los mortales rigores de las aguas que bajaron desde el Ávila sino la ineficiencia e incluso la desidia de los funcionarios civiles y militares encargados de sus rescates y sus reubicaciones. Esos seres humanos se convirtieron en “sujetos políticos” de un Gobierno que buscaba la hegemonía en todos los órdenes de la vida nacional. Con un rigor implacable, Poder y catástrofe desnuda los hilos del oportunismo, por una parte, y define la incapacidad estructural del Estado venezolano para enfrentar un drama de consecuencias terribles, por la otra.

Esa incapacidad estructural se pone de relieve a través de las contradicciones que surgen entre la actitud del sector militar y las posiciones del sector civil. Las deficiencias de las operaciones de rescate fueron sólo el iceberg de las desmesuradas tropelías cometidas en el nombre del orden y el control de los ciudadanos. Los “dignificados” se convirtieron en una molestia, un problema, una situación fuera de control. No se ajustaron a un guión surgido en Miraflores que los manejó como piezas de un ajedrez macabro.

Entiendo que Vásquez no pretendió ofrecer una denuncia contra las políticas de rescate y reubicación de los afectados que puso en marcha el Gobierno de Hugo Chávez, pero es inevitable concluir que el manejo de la situación durante esos días y a través de etapas posteriores fue realmente una catástrofe en sí misma. Una verdadera tragedia que sobrepasó la de la naturaleza. Las miserias humanas expresadas en saqueos, violaciones, ajustes de cuenta, corrupción y asesinatos adquieren vigor en las páginas de un ensayo que se lee con avidez.

Pero un poco más allá surge la dramática revelación de una tartufesca moralidad desplegada desde el poder político y militar que lejos de alcanzar objetivos humanitarios se lavó las manos de los destinos de esos venezolanos sumergidos en un drama que se extiende en el tiempo y en la incertidumbre. El epílogo de Poder y catástrofe parte de una acción de protesta de un hombre y una mujer que el 29 de noviembre de 2006 —casi siete años después del deslave— se clavaron las manos en el tronco de un árbol a las puertas del Ministerio del Hábitat para exigir un lugar digno para vivir, mientras otras personas del mismo grupo de habían cortado los brazos con hojillas para llamar la atención de la opinión pública. No fueron recibidos por algún representante del ministerio. Fue una noticia que conmovió a muchos, dentro y fuera del país, pero que fue sepultada por las inminentes elecciones en las que se reeligió a Chávez como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. El poder se impone sobre las vidas.”
Alfonso Molina

Poder y catástrofe es una obra fundacional al menos en tres sentidos del término. En primer lugar porque inaugura un horizonte de interpretación, o casi se diría que funda una nueva civilización interpretativa, del “acontecimiento” venezolano. 

Rindiendo homenaje a precursores que ofrecieron piezas del tremendo rompecabezas que significó el advenimiento del chavismo, lo completa y condensa a través de una mise-en-abŷme en la que la particular etnografía de la víctima de la tragedia de Vargas revela los fundamentos de la concepción chavista del poder y descubre su desprecio por la política. Es fundacional entonces también en cuanto a que atraviesa una frontera contra la que han chocado tantos en inútiles polémicas categoriales sobre la “naturaleza” o “características” del “régimen”. El chavismo se sostiene, o se sostuvo, sobre una teología política que autorizaba únicamente un lenguaje moral: el de la dignidad.

En otro sentido es fundacional: en el genealógico. Partiendo de la singular coincidencia, el 15 de diciembre de 1999, de la destrucción ocasionada por la naturaleza y la causada por la entronización de una nueva Constitución, el libro es en sí mismo una labor de reconstrucción que se adentra en la amalgama de los orígenes, en esa niebla que rodea el encuentro del positivismo cesarista decimonónico con la herida narcisista que significó el control civil democrático sobre la corporación militar, con la izquierda momificada en el lamento de la pérdida del heroísmo insurreccional, con el patetismo histórico bolivariano. Y en la genealogía siempre hay una especie de profecía: leer hoy Poder y catástrofe reordena el presente como un desenlace ahora prístino de aquellos signos entonces silenciosos.”
Colette Capriles

Paula Vásquez Lezama
Poder y catástrofe. Venezuela bajo la tragedia de 1999
Caracas: Taurus, Editorial Santillana
2010