/ Literatura

Libro sobre Hölderlin (quince años después)

Por | 28 diciembre 2021

Hemos rescatado este texto de Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) escrito como presentación del libro de Yolanda Steffens, Hölderlin. Su vida, publicado en Caracas, en 2006. Se trata de algo más que una simple presentación, podría decirse que es un breve ensayo sobre uno de los autores con quien frecuentemente se relaciona la obra de Cadenas, que aborda además elementos de la literatura, la filosofía, el lenguaje, los idiomas; en fin, algunos de los grandes temas del poeta venezolano.

Torre Hölderlin. Tubingia, Baden Württemberg. Foto: Erich Kleisz. 1987.

Yolanda Steffens es profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela. Durante muchos años trabajó en el departamento de alemán enseñando este idioma, sobre todo a estudiantes de filosofía, para quienes me parece indispensable, así como el griego, lenguas que deberían ser obligatorios. Deplorablemente no lo han sido. Yo estuve unos meses oyendo sus clases, pero debido a mi inconstancia no seguí. Sin embargo, fue mi punto de arranque para continuar frecuentándolo mediante lecturas bilingües con las cuales el español, el inglés, el francés y el italiano me acercaban a él. En el fondo, andaba “buscando con el alma la tierra de los griegos” que el autor de esta conocida frase y Hölderlin seguramente encontraron. Lo mismo hago con el latín. Lo que ocurre es que yo mantengo un noviazgo con los idiomas sin llegar al matrimonio. Quizás salvo con el inglés, aunque no muy bien avenido. Cuando estudiaba en la Escuela de Letras no le di importancia a las lenguas clásicas. Después he tenido que compensar ese descuido leyéndolas. Sirva lo que cuento como advertencia a los estudiantes de hoy para que las valoren más y a tiempo.

Pero no es de esto que vine a hablar, sino de Yolanda y su libro. Antes, agrego que Hölderlin empezó a estudiar griego casi desde niño. Aparte de la biografía sobre su vida, ella ha traducido del mismo poeta la novela Hiperión y el drama La muerte de Empédocles; así como El libro de horas, de Rainer María Rilke, editados por la Universidad Central de Venezuela; y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, que publicó la editorial Alfadil; además de El diente de león y otros cuentos, de Wolfgang Borchert (Fundarte, Alcaldía de Caracas). Hölderlin. Su vida, incluye cuarenta y dos de sus poemas, también vertidos por la autora, quien comenzó a escribir este libro hace unos cinco años, en razón, como ella misma lo dice, de que faltaba información sobre Hölderlin. Aún hoy casi no se encuentran libros de o sobre él.

Ahora Yolanda nos regala oportunamente con su biografía, en la que sigue los pasos mediante un hilo que tiene su soporte en las muchísimas cartas que Hölderlin escribió hasta el momento en que se desencadenó su locura. Es hasta cierto punto una biografía epistolar y no sobra aquí la siguiente referencia. En el siglo XVIII la carta era el principal medio de comunicación, y Hölderlin sostenía que también lo era para la expresión y el debate de las ideas. A eso se debe que nos haya dejado tanta correspondencia, la cual nos permite adentrarnos en su vida. A modo de ilustración de lo dicho, Goethe le escribió dos mil cartas a su amiga Carlota y vivían en la misma ciudad. (Una pregunta que me tienta dejar en el aire es si la computadora revive hoy la carta.) Después de recordar la valoración de que ha sido objeto Hölderlin por parte de creadores como Nietzsche, Georg Trakl, Hermann Hesse, Stefan Zweig y otros, casi todos amigos de Yolanda, ella narra la niñez sin padre del poeta, su educación primero en el monasterio de Maulbronn y luego en el seminario de Tubinga, pues su oprimente madre no cesaba en querer convertirlo en sacerdote de su curato, a lo que él nunca accedió, celoso insobornable de su libertad como lo fue siempre. Su amistad allí con sus compañeros Hegel y Schelling, esos genios que fueron amigos suyos hasta el final; su relación conflictiva con Schiller que lo protegió hasta que comenzaron a aparecer en su discípulo, uso esta palabra con duda, signos de psicosis como el descuido en el aseo, el vestir y un enmudecimiento tal vez anormal; su acercamiento fallido a Goethe que desde su cima no supo apreciarlo en su valer; su trabajo como preceptor de mozuelos, a veces imposibles, a veces dúctiles, modalidad educativa que ya no existe, pero frecuente entonces; su apoyo a la revolución francesa y su decepción luego; su amor inhacedero y trágico por Susette Gontard, la Diotima de sus poemas, y finalmente la locura que lo condujo al encierro en la torre donde lo cuidó el inolvidable carpintero Zimmer, al que debió su sobrevivencia de treinta y seis años. Yolanda incluye, por cierto, una descripción de la máscara de Autenrieth: cruel artilugio, parecido a la de hierro, pero hecha de suela con aberturas para los ojos y las fosas nasales, que se ponía a los pacientes psiquiátricos para que no gritaran. Tanto esta máscara como la camisa de fuerza les fueron infligidas a Hölderlin, procedimientos ambos capaces de enloquecer a cualquier persona normal. La anécdota nos dice cuál era el estado de la psiquiatría, si es que se puede usar esta palabra, en el siglo de las luces. Entonces ni se podían imaginar los recursos con que se cuenta en nuestros días.

Lo cierto es que las ideas de “libertad”, “fraternidad” e “igualdad” nunca han tenido cabal concreción. La libertad está siempre amenazada, la fraternidad no pasa de ser una ensoñación y la igualdad es imposible porque los seres humanos son diferentes y no tienen las mismas capacidades.

La frecuencia con que un poeta usa ciertas palabras contribuye a configurarlo. Las que más encontramos en los poemas de Hölderlin nos señalan su aplicación. Él es más pagano que cristiano. “Los dioses”, “naturaleza”, “sagrado”, “lo divino” son recurrentes en sus poemas. De paso: “Heilig” no debe traducirse como santo, término que sí pertenece al cristianismo.

La antigua Grecia es la patria de su alma. Algo tremendamente significativo es que en el período de su locura, cuando se agitaba, le leían cualquier texto en griego porque era lo único que lo tranquilizaba.

Adora la naturaleza como Spinoza, que influyó en él y nos dejó este dicho perenne: “Dios sive natura” –Dios, o sea la naturaleza.

Ama absolutamente la libertad, como dije; lo que explica su apoyo a la revolución francesa. De ahí que se enfureciera cuando el hijo de ella, Napoleón Bonaparte, se coronó emperador, convirtiéndose en su dueño. Lo cierto es que las ideas de “libertad”, “fraternidad” e “igualdad” nunca han tenido cabal concreción. La libertad está siempre amenazada, la fraternidad no pasa de ser una ensoñación y la igualdad es imposible porque los seres humanos son diferentes y no tienen las mismas capacidades. Tanto Hegel como Hölderlin simpatizaron con los jacobinos en su juventud, pero el filósofo luego le cantó loas al Estado. Sin embargo, en el único poema que escribió y que le dedicó a Hölderlin se promete “vivir tan sólo por la libre verdad”, principio que es oportuno recordar y hacerlo nuestro hasta donde nos sea posible.

Para apreciar el libro de Yolanda se requiere que valoren al autor de sus cartas –que además son modelos, hasta pueden enseñarnos cómo escribirlas– y su lenguaje el cual hay que degustar, saboreándolo, como si las palabras fuesen alimentos.

Deseo concluir con dos versos de Hölderlin que tal vez tengan mucho de wishful thinking, pero me parecen de buen augurio, alentadores, como para tiempos difíciles: “donde hay peligro, crece también lo que nos salva”.

©Trópico Absoluto

Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930), es poeta, ensayista y profesor de literatura en la Universidad Central de Venezuela. A comienzos de la década de 1960 formó parte del grupo Tabla Redonda. En 1985 recibió el Premio Nacional de Literatura de Venezuela, en 2009 el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, en Guadalajara, México; y en 2018 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Ha publicado, entre muchos otros: Cantos iniciales (1946), Los cuadernos del destierro (1960), Falsas maniobras (1966), Memorial (1977), En torno al lenguaje (1984), y El taller de al lado (2005).

(Texto leído en la presentación del libro Hölderlin. Su vida, de Yolanda Steffens (Caracas: bid & co. editor, 2006). Se publica aquí por vez primera con autorización de su autor.)

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