Los talleres especiales de Violette Bule
La investigadora María Teresa Boulton escribe sobre el trabajo de Violette Bule y Michel Otayek, De la LLECA al COHUE. Fotografía en penitenciarías venezolanas (2023).
Del 2010 al 2012, la fotógrafa venezolana Violette Bule, ahora residenciada en USA, dictó unos talleres de fotografía en varias cárceles caraqueñas. Dictar talleres culturales en recintos penitenciarios es una práctica que desde los Ministerios de Cultura y de Prisiones se ha venido ejecutando desde hace bastante tiempo. Sin embargo, creo que estos talleres de Bule son especiales, quizás no tanto por el desarrollo de los talleres propiamente, sino por la manera cómo estos fueron divulgados.
Violette publicó junto al curador Michel Otayek un libro muy especial llamado De la LLECA al COHUE. Fotografía en penitenciarías venezolanas (2023), palabras tomadas del léxico penitenciario. El libro, cuyos textos son parte del concepto general, incluye las fotografías tomadas por los reclusos. Esta selección hace la diferencia con otros trabajos realizados en las prisiones venezolanas, pues no se trata de una investigación sobre los presos o presas, sin de cómo ellos y su entorno se perciben. Esto no es único en la manera de divulgar las fotografías tomadas por los sujetos que generalmente son los fotografiados, pues ya lo hizo Alfredo Jaar en Chile. Jaar ha señalado numerosas veces que es seguidor de Antonio Gramsci, especialmente de su interpretación de la cultura, por ello plantea que al hacer una fotografía se está haciendo un acto político, ya que se presenta una visión de mundo. Jaar se define a sí mismo como un artista que se ubica en las antípodas del poder económico y político, en una posición de resistencia.
Aquí en Caracas, en los años 1980-1990, se realizó una gran exposición en el Museo del Oeste, ahora Jacobo Borges, inspirada en el proyecto de Jaar. Se llamó «Camara Lúcida». Luego, con Jaar se entregaron mil cámaras entre los miembros de la comunidad. También con ese espíritu, en ese mismo museo, dieciocho artistas venezolanos dictaron talleres de video a los presos del Retén de Catia. El resultado de los talleres fue posteriormente expuesto; y un tiempo después el Retén de Catia fue demolido después para expresar la necesidad de producir una cultura carcelaria humanamente contemporánea.
También, Diana López, artista plástica y actual directora de El Archivo, realizó en 1996 una exposición y una publicación titulada «Los ojos de Franklin», que presentaba otra vez al sujeto que hacía sus propias imágenes. La reseña en la revista Artishock describe la experiencia: «Hace un cuarto de siglo, Diana López (Venezuela, 1968) entregó a cuatro niños —Franklyn Osorio, Wen-You Can, Lucy Poe y Gala Delmont— una cámara fotográfica con una película en blanco y negro, exhortándolos a mirar en su entorno “lo bello y lo feo, lo grande y lo pequeño”.» El proyecto fotográfico resultante se expuso en la Sala Mendoza con el título «Esto no es un martillo». En 2021, la artista revisitó nuevamente estas imágenes para reunirlas en un libro de artista de edición limitada, diseñado por Faride Mereb, e impecablemente impreso por la Editorial Ex-Libris. También en el libro 21 Fotógrafas venezolanas, de mi autoría, esta experiencia es recogida en una entrevista hecha a López.
El resultado del proyecto no es una investigación «de» sino que el «de» hace su propia interpretación con la imagen que considera. Son pues posiciones políticas de integración: del mirar y de quién es mirado, cada uno con sus propias expresiones.
Pero regresando al libro de Violette Bule, este modo de aproximación a un tema es otra vez adoptado. Con variantes (siempre las hay), en este libro se publica como introducción una bella carta firmada por Mario que se inicia con estas palabras:
Hola Violette, te escribo esta carta porque recuerdo que nos decías que tratáramos en lo posible de estar en contacto contigo, así que hoy estando ya en la Lleca te escribo estas palabras. (…) Gracias por creer en el cambio positivo que nos ofreciste por medio de tu trabajo, me ayudaste y me regalaste la fotografía. (…) Ojalá nos volvamos a ver para entonces contarte de mi vida en la lleca lejos del cohue.
Ahora entendemos ese léxico particular de las prisiones. Luego, en el libro, Violette le responde:
Gracias por escribirme… Pienso que los que estábamos ahí apostábamos a nuestro encuentro sin importar el infierno que no rodeaba. Cada una de estas fotos revela la humanidad esencial de cada individuo en un espacio en el que se supone que solo hay muerte. (…) Para mí fue revelador ver los resultados de nuestro intercambio en las imágenes capturadas por cada uno de ustedes. Confiamos, logramos conseguir la belleza en lo brutal y aprendimos que la mirada nos hace cambiar. Violette
La fotografías impresas son enigmáticas. Por eso los textos son tan importantes para indicarnos un camino para la interpretación. Es una aproximación de la cual no estamos acontumbrados. No es un reportaje, es solo lo que los presos quieren fotografiar, aquello que es significativo para ellos: un alambre de púas, un camino y, al final, una reja, más alambres, algunos personajes presos en distintas posiciones jugando con la cámara, pasillos… mujeres, otros saltando. En fin, son fotografías muy libres donde lo que se imprime es lo que el ojo atrapa casi de forma espontánea y luego dispara la cámara. No hay allí una intención autoral de ninún tipo, solo el sentido de una herramienta que apresa lo que se quiere sin algún objetivo ulterior.




Otra vez, debemos decir que el libro es desconcertante. Los capítulos son nombrados «Una Luz», «Tiburón», «Nécar», «Chispa». Otra conformación que a nosotros espectadores nos hace pensar y quizás no entendemos, pues las imágenes van por otros caminos.
El último texto de Michel Otayek nos guía en esta producción.
Las fotografías reproducidas en estas páginas no fueron tomadas con la intención de volverse este libro. Pero también no fueron para reposar inertes a plazo indefinido, sin ser vistas, sin uso o destino incierto. La selección que presentamos aquí es el resultado de una aventura de archivo. Al ser tomadas prestadas del archivo no hemos querido separar estas fotografías de su razón original del ser. Por el contrario, su reproducción en estas páginas busca hacer justicia al gesto de osadía que las hizo posible (…) desde que empezamos a trabajar juntos en la idea de este libro convenimos evitar a toda costa cualquier pretensión didáctica. (…) Si algo refleja este libro es el diálogo que Violette y yo hemos sostenido por largo tiempo sobre el poder transformativo de la creatividad.
Esto no es un libro de arte, es de comunicación, imagen, texto, historia. Es un libro abierto a todo pensamiento muy bien hecho y pensado.

También la diagramación de Isabela Eseverri se ajusta a esta indagación, y es fundamental el espacio que ocupa el autor en la producción. Pero, ¿quiénes son los autores? ¿El que dicta o el que recibe? Seguramente los dos. Y luego, ¿cómo se escoge y se arma esta producción? Preguntas todas que algunas responden, en el texto del libro, y que muchos filósofos han pensado como Michel Foucault, Walter Benjamin, Roland Barthes…
La cuestión es que ni siquiera los relatos más veraces de
la realidad pueden representarla en su totalidad. Siempre
hay algún aspecto de la realidad que no recibe atención o
se distorsiona en cada representación. Así, pues, la verdad
no es una representación unívoca de la realidad. Más bien
es algo que hace que prestemos atención a determinados
aspectos de la realidad, al tiempo que, inevitablemente,
ignoramos otros. No hay explicación de la realidad que sea
exacta al cien por cien, pero algunas explicaciones son más
veraces que otras. Yuval Noah Harari (Nexus)
Ahora le toca al espectador o al lector. Por eso escribimos.
©Trópico Absoluto
María Teresa Boulton (Caracas, 1938), egresada como licenciada en Artes con especialización en fotografía por la State University of New York (1985). Fotógrafa, gestora e investigadora de la fotografía. Fue docente en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela (1984-1993). Dirigió junto a Paolo Gasparini la galería La Fototeca. Presidió el Consejo Venezolano de Fotografía. Fundó y dirigió el Centro de la Fotografía-CONAC y la revista Extra-Cámara. Ha publicado: Apuntes de la Fotografía Contemporánea Venezolana (Caracas: Monte Avila, 1990), 21 Fotógrafas venezolanas (Caracas: La Laparañona, 2003), Pensar con la fotografía (Caracas: Fundación El Perro y la Rana, 2006). Desde el año 2012 preside la Junta Directiva de la Fundación John Boulton.
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