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Tributo a Erika Wagner

Por | 18 noviembre 2023

Nuestro director Manuel Silva-Ferrer rinde homenaje a la científica venezolana Erika Wagner (Caracas, 1937- 2023), pionera de los estudios antropológicos en Venezuela, cuya obra profundizó en numerosas publicaciones académicas y de divulgación en el estudio arqueológico de la región andina de Venezuela, haciendo énfasis en los aportes de las culturas indígenas americanas.

Foto: Archivo Erika Wagner. c. 1970

El pasado mes de septiembre falleció en la ciudad de Caracas la eminente científica venezolana Erika Wagner (Caracas, 1937- 2023) pionera de los estudios antropológicos en Venezuela. Wagner no sólo fue la primera persona en egresar con un título de Antropólogo de la Universidad Central de Venezuela, sino también la primera en nuestro país en obtener un Ph.D. en este campo, donde deja un legado intelectual de enorme trascendencia tras una vida dedicada al desarrollo de los estudios científicos.

Hija de alemanes emigrados a Venezuela, Wagner viajó en 1942 a Alemania, donde cursó sus estudios primarios. En 1948, regresó a Caracas para realizar estudios secundarios en el Liceo Andrés Bello, donde se graduó en 1956 de bachiller en Filosofía y Letras. Posteriormente ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para estudiar la carrera de Antropología con especialidad en Arqueología (1960). Tras completar su doctorado en la Universidad de Yale (1965), Wagner se unió como investigadora al recién fundado Departamento de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), donde llevó a cabo toda su carrera profesional. En el IVIC participó en el diseño del primer postgrado en Antropología de Venezuela, por lo que se le considera una figura clave en la profesionalización de los estudios y la investigación arqueológica venezolana.

Como parte de ese proyecto académico e institucional fue miembro fundador de la primera asociación de arqueología del país, la Asociación Venezolana de Arqueología (AVA), así como de una docena más de asociaciones internacionales dedicadas al campo. En homenaje que le rindiera la AVA, su discípula Kay Tarble (1994) resalta este aspecto del trabajo de Wagner, quien no sólo se limitó al ejercicio investigativo, sino que además fue fundamental en “la consolidación de la profesión y en la formación de una nueva generación de arqueólogos quienes nos hemos beneficiado de su ejemplo de honestidad, ética profesional, de su preocupación por la calidad en la obtención, análisis y publicación de sus datos, y por su invalorable contribución a la conformación de la sección arqueológica de la Biblioteca Marcel Roche del IVIC”.

Debido al entrenamiento formal en sus trabajos –precisa otra brillante investigadora, su colega, la antropóloga y arqueóloga italo-venezolana Alberta Zucchi–, Wagner “pudo articular la arqueología con la etnohistoria e incorporar además conceptos de ecología cultural. Sus investigaciones cubrieron diferentes áreas del territorio venezolano y han servido de marco de referencia para trabajos posteriores. También es necesario señalar su constante preocupación por la protección y preservación de nuestro patrimonio cultural”, a lo que se agrega su empeño en el constante incremento del acervo bibliográfico en antropología, un trabajo por el que es ampliamente reconocida en Venezuela.

Wagner comenzó su carrera de la mano de José María Cruxent, investigador de origen español radicado en Venezuela, fundador de la antropología y la arqueología en el país y un artista plástico vinculado al movimiento de vanguardia El Techo de la Ballena. Fue la influencia de Cruxent la que derivó sus intereses por la naturaleza, la historia y los problemas sociales hacia la arqueología. Y fueron también los contactos de Cruxent los que facilitaron su traslado a la Universidad de Yale para -con una beca del IVIC- realizar su doctorado bajo la tutela de Irving Rouse, quien había firmado hacía poco junto a Cruxent el clásico An Archeological Chronology of Venezuela (1958). El hito que marcó esa publicación fue complementado y continuado por los discípulos de Rouse y Cruxent, entre los que destacaron Alberta Zucchi, Patrick Gallagher y la propia Erika Wagner.

De izquierda a derecha: J.M. Cruxent, Hugo Baptista (de pie), Carlos Contramaestre y Erika Wagner, durante los preparativos de la exposición tubulares o sujetos plásticos para El Techo de la Ballena. Foto: Archivo Erika Wagner. 1963.
De izquierda a derecha: J.M. Cruxent, Hugo Baptista (de pie), Carlos Contramaestre y Erika Wagner, durante los preparativos de la exposición tubulares o sujetos plásticos para El Techo de la Ballena. Foto: Archivo Erika Wagner. 1963.

No es para nada banal mencionar aquí la relación de Wagner con Carlos Schubert, un geólogo que le sirvió de apoyo durante el trabajo de campo de su tesis doctoral, en el pueblo de Carache, y con quien unos años más tarde se casaría en la ciudad de New Haven, lo que sería el comienzo de una larga y fructífera combinación científica y personal. Tarble resalta el valor de esta valiosa pareja venezolana de arqueólogos en “la investigación, la conservación ambiental, el albergue y alimentación de multitud de criaturas carentes de hogar, el cultivo de ajíes y aguacates en Choroní, y el deleite por los placeres del paladar.”

En un momento de expansión de las ciencias en nuestro país, la obra de Wagner profundizó en numerosas publicaciones científicas y de divulgación en el estudio arqueológico de la región andina de Venezuela, haciendo énfasis en los aportes de las culturas indígenas americanas. En su detallada semblanza de la obra de la científica, Tarble menciona como su colaboración con Schubert fue de gran importancia y “marcó pauta en la arqueología venezolana”. En este sentido, los trabajos realizados en las regiones del Lago de Maracaibo, Perijá y Yaracuy permitieron una “ampliación de la cronología regional, la definición de nuevas fases y la proposición de modelos de poblamiento y de interacción con áreas vecinas”.

Wagner complementó su obra científica al poner atención en la ampliación de archivos y bibliotecas nacionales, que al comienzo de su carrera se encontraban todavía en una fase embrionaria, y con una notable preocupación por la protección y conservación del patrimonio cultural, lo que le hizo mercedora, en 1978, del Premio Nacional de Conservación, en virtud de su labor para concientizar acerca de la importancia del acervo del pasado precolombino.

En momentos tan complejos para el campo científico venezolano, revisar la trayectoria de figuras como Erika Wagner es un recordatorio del país que alguna vez fuimos, espacio amable para el recién llegado, atractivo para jóvenes talentos e investigadores de todas partes del mundo que hicieron de esta tierra su hogar, el lugar en el que pudieron coronar sus esfuerzos para hacerlo más grande, más rico, al sembrar una obra que sin duda permanecerá en el tiempo.

©Trópico Absoluto

Manuel Silva-Ferrer

Referencias:
https://www.academia.edu/51121967/HOMENAJE_A_ERIKA_WAGNER
http://www.ivic.gob.ve/galeriaemeritos/index.php?mod=wagner.html

5 Comentarios

  1. Kay Tarble de Scaramelli

    Hermoso tributo a la gran arqueóloga , la Dra. Erika Wagner. Tenemos mucho que agradecerle, tanto en lo personal como en lo profesional.

  2. Loable su labor en la divulgación de la arqueología y la antropología
    Ojalá se pudiera reeditar el texto publicado por Cuadernos de: Más de quinientos años de legado americano al mundo .

  3. Rafael Apitz-Castro

    Una gran mujer y el mejor ejemplo de la mujer en Ciencia. Junto a Carlos fueron pioneros de la antropología en Venezuela. Lamentablemente por razones inexplicables murió en soledad.

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