Alberto Barrera Tyszka: «La ficción tiene el poder de iluminar la realidad»
Claudia Cavallin entrevista a Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) quien acaba de estrenar con gran éxito El secreto del río (Netflix, 2024), una serie que aborda las complejidades de la transexualidad a partir de la experiencia de un joven indígena. «Me gusta pensar que esta historia de amistad de Erik y Manuel es una posibilidad, otra alternativa ante los prejuicios, las convenciones, los consensos… incluso las distintas formas de violencias que están institucionalizadas o irrumpen frecuentemente entre nosotros en América Latina.»
Existen obras de arte, como los grabados antiguos o las esculturas griegas, que apreciaron la representación de los cuerpos y de los sentimientos en la diversidad sexual. Desde entonces, y en múltiples escrituras literarias y teatrales, se ha logrado compartir los testimonios de la existencia y el renacer de los seres humanos. Esta vez, en la ficción, Alberto Barrera Tyszka se muda a lo visual, pues en El secreto del río (The Secret of the River, Netflix, 2024) sus palabras giran en torno a las escenas y tonos de voz que permiten que dos personajes crezcan y se valoren por lo que cada uno de ellos culmina siendo. A ambos los une, de manera infinita, la amistad. Desde una hermandad abierta, diversa, logran superar los atajos de la inocencia. Su fortaleza es parte de lo que Barrera Tyszka utilizó para que el tiempo y la madurez se transformaran en diálogos, a veces en lengua zapoteca, bajo la presencia de una cultura indígena que es el eco de las diferencias que sobreviven más allá de los silencios.
Claudia Cavallin: Como suelo hacer con los libros, parto siempre del nombre y la portada, que son las maneras complacientes de seducir a los lectores. En este caso, los espectadores se atraen a través de una imagen y del silencio de las aguas, pues hay un secreto en el río ya que «ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos». Partiendo de este aforismo de Heráclito ¿Crees que tus personajes no solo se trasladaron de la infancia a la madurez, del mito heterosexual a la libertad trans, de una ciudad a otra, sino que, además, lograron cambiar y legitimar los afectos más allá del silencio de los deseos?
Alberto Barrera Tyszka: Yo creo que la serie quiere contar un gran relato de amistad, dentro del cual, por supuesto, se narran los viajes vitales de cada uno de los personajes, sus cambios y transformaciones, en un contexto específico y ligados a los temas de género, sexualidad, identidad…Pero no estoy tan seguro de que, como dices, la heterosexualidad sea un mito o de que la transexualidad sea –per sé– una experiencia de libertad. Una de las cosas que me parecen más interesantes de la muxeidad es lo incómoda que resulta a la hora de categorizarla. Esa ambigüedad, que imposibilita poner etiquetas rápida y fácilmente, me parece clave en todo el debate. Es lo que dice el personaje de Solange en un momento y que yo tomé del testimonio de una muxe de Juchitán. Ella me dijo: «no me siento cómodo siendo hombre, pero tampoco ambiciono ser mujer. Soy muxe”. Es una noción amplia y difusa de la diversidad. Hablar de lo no binario también es una forma de reaccionar ante la tentación de las definiciones, ante esa ansiedad por precisar y establecer los límites de las identidades. Todo esto, que en el contexto del Istmo de Tehuantepec parece algo antiguo, ligado a la tradición zapoteca, resulta que de pronto, hoy día, tiene una contemporaneidad sorprendente.
En otras obras literarias, teatrales o cinematográficas – como Fresa y Chocolate, basada en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo de Senel Paz, por ejemplo-, esa ansiedad que mencionas, en la amistad entre dos identidades que comparten el mismo espacio, destruido y maltratado, superó la censura patriarcal o la ausencia de la figura paterna. ¿Consideras que esta amistad entre dos niños que viven en Oaxaca, Erik y Manuel, es un símbolo necesario y pertinente para superar lo que sucede ahora en América Latina?
La ficción tiene el poder de iluminar la realidad de otra manera; puede desideologizarla, desactivar los mecanismos polarizantes con que los solemos abordar algunos temas. Me gusta pensar que esta historia de amistad de Erik y Manuel es una posibilidad, otra alternativa ante los prejuicios, las convenciones, los consensos… incluso las distintas formas de violencias que están institucionalizadas o irrumpen frecuentemente entre nosotros en América Latina.
Ya que mencionas el meritorio poder de la ficción, quisiera destacar a los personajes de la serie que también han sido parte de la historia mexicana. Solange, es una valiosa figura materna, una de las muxes de Oaxaca, quienes han sido consideradas el tercer género en las comunidades del Istmo de Tehuantepec, principalmente en Juchitán, comunidad zapoteca. ¿Crees que un cuerpo nacido biológicamente hombre puede llevar dentro la identidad de la madre, el sentimiento materno que muchos niños necesitan para establecer la confianza en sí mismos? En Las malas, de Camila Sosa Villada, un niño tiene diversas madres trans…
Fíjate que nunca pensé en Solange como una «figura materna». Quiero decir que, deliberadamente, jamás me la planteé de ese modo. Al principio, el personaje era la representación de la diferencia posible ante los ojos de Manuel y también de buena parte de la audiencia que no tiene idea de la existencia de las muxes. A medida que escribía que Solange iba teniendo vida propia se fue transformando en otra cosa, en una suerte de mentora entrañable, en una cómplice de lo mejor de los dos niños, llena de sabiduría y de buen humor. Manuel ya tiene una madre, a la que extraña y espera; creo que con Solange establece un tipo de lazo distinto, una empatía diferente. Sabe que fue como él. Está más cerca de su propia naturaleza, es una alternativa de transformación.
Me mudo ahora al machismo, a esa frase que aparece en la serie donde el padre de uno de los niños dice «Prefiero un hijo muerto a un hijo puto». Muchas familias en América Latina siguen aplicando sentencias similares que tachan u ocultan la diversidad de género. Saliendo de la serie y partiendo de tu valiosa conexión con dos lugares ¿Cómo describirías el machismo que se mantiene en países como México y Venezuela?
Yo ya no sé si el término «machismo» es útil para nombrar lo que ha ocurrido y ocurre. Pienso que, en la medida en que se visibilizan las realidades, también modifican los lenguajes y las maneras en que han sido abordadas y expresadas. Por supuesto que «machismo» es una palabra útil, funcional, pero pienso sobre todo en esa suerte de universo simbólico que se creó alrededor del «machismo mexicano», por ejemplo: la imagen del charro, la canción ranchera, la masculinidad exaltada a cuenta de gritos, balas y picante…que construía algo pintoresco, incluso divertido, debajo de lo cual podían solaparse «simpáticamente» diferentes tipos de violencia, tanto contra las mujeres como contra cualquier forma de diversidad sexual. Quiero cree que ese imaginario también está moviéndose, cambiando. Pero obviamente, las violencias continúan. Basta ver las estadísticas de feminicidios y crímenes de odio para entender que es así. Del otro lado, en Venezuela, en el manejo simbólico del tema, hay algo que llama mucho la atención: un gobierno que de manera pública y permanente utiliza la diversidad sexual como insulto. El liderazgo de la auto proclamada «Revolución» acusa a quienes le adversan de ser traidores a la patria y/o maricones. Tampoco creo que el término «machismo» sea suficiente para nombrar este ejercicio de discriminación ejercido desde el poder absoluto.
Tu serie ha sido la más vista en Netflix desde que se estrenó. Las estadísticas muestran que hay un anhelo de «contarlo todo», para que las relaciones familiares se amplíen. No obstante, pareciera ser una serie «inacabada», como la palabra que utiliza Ariel Florencia para hablar sobre la verdad y la identidad trans. ¿Crees que tu serie es la primera de múltiples capas que se seguirán abriendo? ¿Consideras que estos capítulos abren otras ideas que vendrán para ser compartidas a través de tu escritura?
Leí la novela de Ariel justo cuando estaba escribiendo los guiones de la serie. Me interesó y me gustó mucho el tono contenido, las dificultades de la protagonista al tratar de contar a su madre lo que le ocurre y lo que está decidiendo. En la serie, aprovechando la infancia y usando el detonante de un intento de abuso, el silencio se rompe más rápidamente, Manuel confiesa que es distinto, llega incluso en algún momento a decirle a Erik que, aunque nadie lo vea, él se siente como una niña. Tratamos de trabajar siempre con respeto y cuidado un tema tan difícil y complicado como la infancia trans. Sin excesos, de manera contenida, pero tampoco dejando todo el espacio al silencio, es algo que el formato audiovisual no permite. Y el paso de tiempo a la adultez, nos dio la posibilidad de ver cómo ambos personajes se habían transformado con el tiempo y qué retos podía enfrentar su amistad en este mundo adulto. Yo no tengo la sensación de que sea una serie «inacabada». Que siga viva en la audiencia, que plantee nuevas posibilidades con historias similares, eso ya es otra cosa, pero -al menos en términos del relato de ficción- creo que es una historia cerrada.
Aunque es otra vertiente que aparece más como contexto que como idea principal, en El secreto del río se menciona también la migración. Una madre miente al decir que migró a los Estados Unidos para ocultar la muerte, una chica trans migra en realidad para evitarla. ¿Migrar es una forma de existir y no morir, de ser valorada y no desaparecida, borrada, inacabada cuando se es una madre abandonada o se desea ser una madre trans?
Tras la muerte de su madre, cuando su padre viene a buscarlo, Solange, la muxe que ha sido mentora fundamental de Manuel, le dice que también puede ver ese momento terrible como una oportunidad, como un chance para irse, para poder encontrarse a sí mismo y vivir de otra forma. Creo que ahí se expresa bien lo que tú estás señalando, la idea del viaje como tragedia, pero también como posibilidad, es una dualidad que define la migración. Y que funciona para todos. Hemos sido y somos un continente migrante. La desigualdad, la pobreza, la impunidad… siguen siendo las tragedias de América Latina. Migrar es una forma de sobrevivir.
Para cerrar, vuelvo a la literatura venezolana y quisiera mencionar a Teresa de la Parra, Isaac Chocrón, Boris Izaguirre, Dinapiera Di Donato, Javier Guerrero, Ana Teresa Torres, Gisela Kozak… a los escritores que valoraron y aludieron en sus obras la diversidad existente en Venezuela. Sé que la lista es inmensa, pero la representación audiovisual de su escritura no lo es tanto. Fina Torres les decía a sus espectadores cinematográficos que «salir del closet era una hazaña casi suicida». ¿Crees que El secreto del río- y tus futuras obras-, ayudarán a fortalecer la diversidad venezolana, por ser parte de la cultura de un país que te ha reconocido siempre como guionista y escritor?
En los términos de las etiquetas, yo soy un cis, educado en la heteronorma. En ese sentido, yo no quiero ni puedo ocupar la voz de la víctima. Sólo soy un escritor que trata de contar una historia, en un contexto determinado, con toda su complejidad, intentando ponerse en el lugar de sus personajes. Si eso logra problematizar a la audiencia, provocar nuevas inquietudes e interrogantes, promover una cultura del respeto a la diversidad, me parece fantástico. Pero mi intención no fue, ni nunca ha sido, editorializar. Creo, eso sí, que hay que tener un compromiso de honestidad y seriedad con la ficción, echar el cuento de la mejor manera, a nivel narrativo y a nivel ético. Pero la ficción no es un instrumento, no es un vehículo para decir otras cosas.
©Trópico Absoluto
Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) es un autor ampliamente reconocido cuya obra abarca géneros como la novela, el cuento, el ensayo, la poesía y los guiones para telenovelas y series de televisión. Sus artículos de opinión han aparecido en los más importantes medios de habla hispana. Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela, y en la década de los ochenta formó parte de los grupos poéticos Guaire y Tráfico. En 2006 ganó el Premio Herralde de Novela con La enfermedad (Anagrama, 2006). Ha publicado También el corazón es un descuido (Alfaguara, 2001), Patria o muerte (Tusquets, 2015) —ganador del Premio Tusquets de Novela—, Hugo Chávez sin uniforme (Debate, 2005), una biografía del líder político venezolano co-escrito con la periodista Cristina Marcano, y El fin de la tristeza (Random House, 2024) . Barrera Tyszka es un prolífico guionista de televisión, actividad que combina con su labor como escritor de literatura. Reside en México, donde acaba de estrenar la serie El secreto del río (Netflix, 2024).
Claudia Cavallin (San Cristóbal, Venezuela, 1972) es Profesora Asociada en la Universidad Simón Bolívar (Venezuela) y docente en el Departamento de Lenguas y Literaturas de Oklahoma State University. Es autora de los libros: Ciudades de película: Ficciones urbanas del cine, la literatura y la música (Editorial Académica Española, 2012) y Espectros de la palabra. La metáfora en Borges: los juegos del lenguaje que hacen posible la configuración de un universo de imágenes recursivas (Editorial Académica Española, 2012). Entre 2012 and 2015, fue directora de Estudios. Revista de Investigaciones Literarias y Culturales.
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