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El suicidio del colibrí

Por | 5 noviembre 2023

La diva berlinesa Aérea Negrot (La Guaira, Venezuela, 1980 - Berlín, 2023) decidió congelar su vida. Performer, compositora, cantante y sobre todo criatura techno, Negrot mutó una vez más, volvió a ser Roberto al liberarse, lanzando por la ventana al icono de la estética queer y el underground europeo.

Aérea Negrot as BX (doubling herself) in 3x3x6. Instalación multimedia de Shu Lea Cheang, representante oficial de Taiwán en la Bienal de Venecia 2019.

En el circuito del arte contemporáneo estamos viviendo una instrumentalización excesiva del cuerpo trans y cierta vulgarización del término queer como método de enunciación estética de los cuerpos blancos y cis. Una cosa es evocar la construcción de género no binario, otra cosa es encarnarlo. Sería absurdo hablar del nacimiento de una conciencia queer en la creación actual sin analizar la energía creativa de los cuerpos trans (no hablo del simple travestismo o de la imagen pop que representan las drag queens haciendo doblajes de las divas hiperfemeninas). La performatividad trans que capta mi atención representa a la hija bastarda y victoriosa de la performance que representa a Aérea. La historiografía del arte pasa de largo esa capacidad cercana a la antropofagia, esos rituales donde el cuerpo híbrido se apodera de los iconos del presente para generar un arte vivo, que en muchos casos no puede ser clasificado como teatro, no se rige por un guión y no apuesta por la representación del otro, sino por la evocación o liberación desencarnada de un estado oculto en la conciencia de les artistes. Esquizofrenia para los ortodoxos, yo prefiero leer estas expresiones como un momento elevado de espiritualidad.

Los cuerpos marginales, degenerados, no molestan cuando permanecen como aves nocturnas, tamizados en la oscuridad de la noche. Un cuerpo queer indocumentado, un cuerpo BIPOC, una prostituta o transexual negra es inofensivo si es funcional y sirve para calmar nuestros deseos mas oscuros, desde la webcam, el burdel o frente al lente de un artista cis que lo representa con una mirada exotista para un museo. Estos cuerpos, “sub-humanos” para la ciudad oficial, son cosas que solo tienen derecho a existir si encarnan la diversión y abren una ventana al mundo del horror. 

Por ello es urgente generar procesos de empoderamiento que nos liberen de esa funcionalidad y el pinkwashing institucional, que nos permitan ser percibidos como sujetos no objetos, leer estos cuerpos más allá de la carne, como entes cuánticos, espirituales.

Abrazadas por la magia y el misticismo, la cosmogonía de un cuerpo trans está marcada por el dolor, y por esa naturaleza no binaria que las obliga a asumirse como criaturas frente al mundo, en el caso de los cuerpos BIPOC, desafiando escrituras sagradas como el Corán o la Biblia para conectarse a deidades paganas andróginas o hiperfemeninas presentes en culturas no occidentales. Así, es importante comprender que el imaginario queer de un cuerpo afro, indígena o asiático que creció fuera de las grandes ciudades no tiene nada que ver con esa estética domesticada que ofrecen el “orgullo gay” o el voguing citadino. El cuerpo queer que se configura fuera de las grandes ciudades es un ente que lucha entre el tormento de encarnar un castigo divino y la conciencia de tener un nivel de percepción y sensibilidad altamente desarrollado. Ser un cuerpo queer y negro, en un contexto rural, implica negociar a diario con la pulsión de muerte y el odio de tus seres mas amados, tal como ocurrió con el padre de Aérea, quien pasó más de 20 años sin hablarle. Ser un cuerpo queer y racializado en Europa implica luchar contra el exotismo que modela el amor hacia los cuerpos “no blancos” y quizás entender lo queer desde una lógica creole. 

Es necesario hablar de la soledad, el tormento y la ansiedad que están viviendo los cuerpos híbridos en medio de la pista de baile, tratados como una fruta frente a la cámara de un artista cis, o como imagen de una bienal. Es necesario hablar de la disforia de género que te lleva a la autodestrucción, incluso luego de una transición. Es necesario estar atentos y fomentar el cuidado entre nuestras familias. No hablo de la familia biológica para quienes nuestra vida es su sombra, hablo de esas “madres” adoptivas que nos protegen de la noche y esas criaturas como nosotros que deciden estar cerca, compartiendo su fragilidad.

¿Quién fue Aérea Negrot? 

Danielle Taboga, nacida en 1980 como Roberto Gallegos Ascanio, se definía a sí misma como un “marico cuántico”. Ella representó un momento a finales de la décadea de 1990 donde los creadores asumieron su hibridez cultural, vinculando lo tradicional popular a las imágenes de consumo masivo y cierta estética “culta”. Su nombre viene del hábito exotista de seducir pilotos extranjeros frente al aeropuerto de Maiquetía, en La Guaira, su ciudad natal. Fue compositora, cantante y dj. Su música es una mezcla entre electrónica, techno y cabaret latino. Danielle tenía voz de mezzosoprano, con una coloratura tan potente que la hacía casi inclasificable. Un personaje dark-tropical, que fusiona toda la agresividad urbana y el desparpajo del Caribe. Para explicarlo mejor, podemos leerla como Roberto, un pescador  mulato de La Guaira que se volvió un híbrido entre Nina Hagen y Celia Cruz, desarrollando un estilo absolutamente personal, pero coincidente a la movida electrónica caraqueña. Ella se describió así:

“Yo soy de la costa, de La Guaira, y por supuesto me encantaría salir con unas alpargatas y un vestido de Tamunangue y ser la negra Lorenza. Pero es que yo nací en una época en que quizás ya eso había muerto un poco. Mi ritual sería mucho más auténtico si fuera sobre Jem and the Holograms o Punky Brewster (…) El coco es mi identidad, el patacón, la guayaba. La guanábana es mi identidad, pero con un poquito de techno.” 

En Venezuela Danielle se convirtió en 1995 en una suerte de icono nacional, tras su aparición junto a Stayfree, su “madre” de la noche, en la portada del semanario juvenil URBE, con el título RAMBO TRANS.  A finales de la década de 1990, lo dejó todo para cazar machos europeos y buscar el amor, primero en Países Bajos, luego en Berlín, capital europea de la comunidad trans, encontrando en el concreto alemán un refugio seguro; al punto que en pocos años se convirtió en una de las musas del underground europeo, luego de ingresar en 2005 al grupo «Hercules and Love Affair«. Como en la escena de una película romántica, durante un concierto de Antony and the Johnsons, en un teatro de Berlín, no paró de llorar. A la salida del concierto, bajo la lluvia, con el maquillaje corrido, un chico que estaba fuera le preguntó que qué hacía, así que ella le puso un CD que tenía entre sus cosas. A lo que éste le respondió, “ah, qué interesante, se lo voy a pasar a Antony”. ¡El tipo era Andy Butler! jefe de mercadeo de la banda. A partir de allí todo se transformó en una danza escarchada en medio de la oscuridad. Aérea logró mutar y crecer como una inmensa y sublime criatura techno frente a decenas de fotógrafos, artistas y aves nocturnas seducidas por su histeria, con una gestualidad más allá de lo humano y una voz inmensamente espiritual. Mientras trabajaba con Hércules BPitch, Control la invitó a crear Arabxila. Pero solo soportó cinco años con la banda. El motivo de su partida fue simple: no le interesaba la responsabilidad que conlleva ser una superestrella.

Aerea Negrot ( Bobbit +Foucault) in 3x3x6, instalacion multimédia. Shu Lea Cheang, representación oficial de Taiwan a la Bienal de Venecia 2019.

Icono europeo fabricado en Caracas 

Aérea será recordada como la imagen del underground europeo, un icono de la energía berlinesa, que evidentemente lo fue, aunque su propuesta estética se gestó en medio de la sofisticación de la Venezuela petrolera previa a la llegada de Chávez al poder y la posterior dictadura. Su música emana del caos propio de la intensa movida electrónica caraqueña de los 90, donde el acid house, el techno y el jungle estaban presentes en fiestas privadas desde finales de la década anterior, dando lugar a ritmos tan disruptivos como el breakcore. Su inteligencia corporal y su talento para improvisar encarnan el caos tropical; y su creatividad para configurar una estética queer corresponde a un forma de arte local en la que el cuerpo híbrido emerge como criatura apocalíptica. Entonces aclaremos: Aérea fue una musa europea, ¡pero también es Caracas! Por ello no es coincidencia que otro gran icono de estética queer contemporánea venga de Venezuela, la super diva performer y compositora Arca.

Francisco Barone, Omer Bretón, Elianamar Barroso, Eduardo Morales, Yanet Matos y Leonardo Chalbaud. Club Le Antre. Caracas, 1985. Foto: Gustavo Acevedo. Cortesía Omer Bretón.
AEREA NEGROT para Queer Kalendar con Kaltblut Magazine. Foto: Tomás Eyzaguirre. 2022.

En Venezuela lo «cuir» (escrito con “c”, para definir la producción de imágenes que no nacen del imaginario gay anglosajón) está cargado de cierta oscuridad, de un dolor que configura cuerpos a la defensiva que corren por su vida las veinticuatro horas del día. A pesar de que el travestismo de las fiestas populares alimenta nuestra noción de lo queer, incluso los cuerpos que se mueven en la escena global, como Arca y Aérea, se rebelan al deber ser de la estética de la marica alegre y saludable, o del absurdo cliché de la feminidad binaria encarnada en la princesa. Ambas son bips, ambas se acercan a la idea de cuerpo Cyborg, ambas emanan de la música electrónica: Aérea apostando por una hibridación con una postura casi creole, y Arca trabajando el presente como ruina para señalar distopías de futuro desde el Noise. Dos posturas que describen una porción apenas difundida de la escena alternativa caraqueña antes y después de la dictadura. Una dinámica donde nuestros cuerpos queer pasaron de ser la niña más rica y sofisticada del continente a la talentosa indocumentada que cambia sexo por comida. Así, nuestra versión de lo queer, desde Venezuela, parece más una criatura tropical y apocalíptica que no sueña con ser fragil y femenina y que no ataca al poder heteronormativo, simplemente lo ignora o se burla de él. Quizás esa sea la pista para entender la sofisticación estética que surge entre las ruinas de una nación derrotada. 

De la autocosificación a la performance

La performatividad de Aérea es intuición pura, configurada desde una aparente animalidad que propone un juego de servidumbre voluntaria. Un juego decolonial parecido a la estrategia de Joséphine Baker a su llegada a Francia, donde el cuerpo humano se autocosifica y se reinventa como criatura abstracta, salvaje y absurda frente a los ojos del otro, para seducir y controlar la mirada eurocéntrica. Un juego inteligente y común de antropología inversa, que conocemos bien “los salvajes” del sur que adoramos convertirnos en cosa para manipular la mirada del poder socionormativo occidental. 

Esta criatura alcanzó a formar parte de una élite creativa global, como miembro de ese grupo de artistas que deconstruyen el cuerpo, el género y la humanidad, asumiendo las grietas de la ciudad oficial como templo. La lista de artistas que se inspiraron en ella, se sirvieron de su imagen o que generaron diálogos horizontales con su trabajo creativo es muy larga, por lo que su imagen ingresó a colecciones institucionales en todo el mundo, aún cuando ella no existe para los historiadores del arte. Danielle solo quería compartir con la gente querida, ser amada, ver a su abuela frente al mar y hacer ruidos con su voz  para escapar a sus demonios.

AEREA NEGROT. “Cantos de amor y fetichismo”. Expo-laboratorio LOVE?, Rautenstrauch-Joest-Museum. Colonia, Alemania. Curador: Rolando Carmona. 2023
AEREA Negrot. Performance en Hamburger Bahnhof. Berlín, 2023. Registro: @iheartberlin iHeartBerlin.de

Entre sus colaboraciones recientes más relevantes estuvieron, en 2019, su participación en la 58. Bienal de Venecia con la artista Shu Lea Cheang en el pabellón de Taiwán, bajo la curaduría de Paul Preciado. También colaboró con los artistas Pauline Boudry y Renate Lorenz en la instalación “El cristal es mi piel”, creada expresamente para el Museo Reina Sofía en el Palacio de Cristal del Parque del Retiro en Madrid; performance donde su cuerpo inmenso intimidante y derruido se tamiza entre una masa de humo, emitiendo frases discordantes como un chamán de amor apocalíptico. Ese día, su voz, potente y enternecedora era capaz de cortar el espacio para convertirse en latigazos sobre nuestra piel.

   

“El Cristal es mi Piel – Glass is my skin”. Pauline Boudry/Renate Lorenz en colaboración con Aérea Negrot. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 2022.

Su última intervención en un Museo tuvo lugar en el marco de la Expo-laboratorio LOVE?, presentada en el Rautenstrauch-Joest-Museum de Colonia, Alemania. Se trataba de un performance compuesto de cantos de amor y liberación, donde ella servía de médium para conectar sus propios espíritus protectores con los espíritus atrapados en antiguos objetos de culto expoliados. Durante esa performance Aérea perdió por primera vez en su vida la voz en un evento. El gran templo del exotismo colonial la devoró… Mientras corrimos a protegernos en el hotel sentí que algo pasaba, que en cualquier momento podía ser llamada al otro lado de la vida, que su cuerpo pedía a gritos otro cambio, incluso habló sobre la posibilidad de resucitar a Roberto, y así fue. Como ella vaticinó en “Voy a volar”, desde esa ventana sale un icono, una criatura frágil, frenética y tornasol. Como  ella misma lo decidió, de un momento a otro, en pocos aleteos, se hizo alquimia.

Aérea Negrot as BX (doubling herself) in 3x3x6. Instalación multimedia de Shu Lea Cheang, représentante oficial de Taiwán en la Bienal de Venecia. 2019.

Poco después la policía de Berlín consiguió a esa criatura convertida en Roberto, un extranjero más, devorado por el concreto alemán.   

Nuestro cuerpo queer quedó mutilado. Aérea se lleva lo mejor de la Caracas mortal y lo más refinado del underground europeo. Nuestra CUERPA rebelde, ese cuerpo que nos pertenecía como símbolo y que encarnaba el presente de una Europa migrante y solitaria deambula ahora perdida al ritmo de los bips. 

©Trópico Absoluto

Rolando Carmona (Barquisimeto, Venezuela). Vive y trabaja en París. Su trabajo se nutre de teorías y prácticas artísticas que cuestionan visiones del mundo antropocéntricas y binarias desde una perspectiva interseccional, con énfasis en el arte basado en medios derivados de la cultura post digital. Sus proyectos  actuales reflexionan sobre IA, ecosistemas híbridos y arte queer desde una perspectiva BIPOC. Está preparando la publicación CUELPA Rebelde, una revisión de la contemporaneidad en Venezuela desde la lógica queer. En Venezuela participó en la creación de dos instituciones culturales (Squat MUEM y Museo Manaure) y en París trabajó durante ocho años en el estudio de Nicolas Schöffer. Actualmente colabora con varias galerías, colecciones y  museos, como el Rautenstrauch-Joest-Museum (Colonia, Alemania) 

2 Comentarios

  1. Hola gracias por darle la difusión merecida a esta artista de calidad. Lo que no me queda claro es por qué le llamamos suicidi, según tengo entendido fue un pelón en la dosis de diversión corporal en un cuerpo que ya no se divierte de la misma manera. Un paro cardiaco aumenta de probabilidad con los años y ya ella andaba rodando el lado B. Por ello, no sé, el beneficio de la duda de que fue un accidente. Me encantaría una aclaratoria en los términos.

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