/ Política

Así nos habla el Kremlin: Narrativa y medios de comunicación rusos en América Latina  

En tanto ideología presente en medios, intelectuales y élites políticas de Rusia y América Latina, las narrativas iliberales proyectadas por medios y academias afines gozan de apreciable presencia e impacto en el panorama regional. A raíz del conflicto entre Rusia y Occidente por la invasión a Ucrania, el rol de los medios rusos como fuente de desinformación de la población latinoamericana ha sido objeto de atención. La presencia de estos medios masivos permite al Kremlin cuestionar el modelo democrático vigente en la mayor parte de América Latina y defender las posturas oficiales del gobierno ruso, al tiempo que se alinean con las perspectivas de las fuerzas iliberales, en especial de la izquierda radical, del espectro político regional.

CATAPutin. Francisco Bassim. 2022

Los propagandistas comparten recursos y tácticas:
las granjas de trolls rusos que promueven la propaganda de Putin
también pueden usarse para promover la propaganda de Bielorrusia o Venezuela.
También transmiten los mismos mensajes sobre la debilidad de la democracia
 y la maldad de Estados Unidos
Anne Applebaum (2022)

La realpolitik opera bajo una lógica de medios y fines, orientados a maximizar los objetivos de seguridad nacional, desde el prisma e intereses de la élite gobernante. Estos medios no se reducen a recursos tangibles, como financieros, militares o tecnológicos. El enfoque de guerra política, que sustenta la proyección de sharp power (Walker y Ludwig, 2017) de regímenes autocráticos, incluye la construcción y difusión de ideas, símbolos y mensajes, como vehículos para influir percepciones y comportamientos. Especialmente en sociedades abiertas, donde el libre flujo de ideas e información moldea una opinión pública susceptible de determinar y modificar las actitudes y objetivos del gobierno objetivo.

La consolidación del eje iliberal, como parte de la identidad del movimiento anti-occidente es una estrategia que requiere de un aparato de difusión amplio, que, como lo señalan González y Chaguaceda (2022), implica no solamente la iniciativa diplomática (soft power), sino, además, la activación de todos los mecanismos de propaganda necesarios. Esto no tanto para derrotar la narrativa del adversario, sino para provocar confusión y generar desconfianza en la democracia como la forma más óptima de organización política (Fonseca, 2018), desafiando al liderazgo de Estados Unidos en la región (Milosevich-Juaristi, 2019, p. 6).

Partiendo de esos objetivos, el Estado ruso ha desplegado, con ayuda de Internet y nuevos medios globales (Russia Today, Sputnik y otros) su sharp power sobre naciones de Occidente, en especial sobre grupos descontentos y extremos políticos de derecha e izquierda. Al mismo tiempo, coopera con aliados autocráticos para promover agendas y narrativas afines a los intereses comunes de estos y del Kremlin (Vanderhill, 2013). En América Latina, donde el resentimiento con EE.UU. y el peso de las ideas radicales son fuertes en todo el espectro ideológico, el Estado ruso ha aprovechado la influencia regional de intelectuales e instituciones académicas para difundir la ideología iliberal, cuestionando el consenso democrático de la Post-Guerra Fría.

Comprendiendo el contexto, entendiendo el problema

Los nexos entre Rusia y América Latina trascienden los códigos de la diplomacia convencional.  En una suerte de reconstrucción histórica de la alianza soviética con Cuba, Venezuela se convirtió en los inicios del gobierno de Hugo Chávez en socio confiable del gobierno de Vladimir Putin. Una relación en principio transaccional, se transformó en alianza estratégica en la lucha rusa en contra de los EE.UU. (Chang, 2019).

Los vínculos entre Rusia y América Latina, y muy especialmente con Venezuela, se han visto afianzados luego de las sanciones de las que Rusia fue objeto por parte de EE.UU. y otros países de Occidente, a partir de la crisis en Ucrania de 2014 con la ocupación de Crimea y la guerra de baja intensidad entre las fuerzas militares ucranianas y los separatistas pro-rusos en el este del país. Uno de los ámbitos donde la relación ha sido no solamente consistente, sino, además, amplia por el alcance en la región, ha sido la del suministro de armamento militar y asistencia técnica, donde Venezuela y Brasil, entre otros, son parte de la cartera de clientes. Una conexión que ha contribuido, además, de manera significativa a la supervivencia del régimen chavista en crisis luego de la caída de los precios del petróleo en 2015.

Sin embargo, las relaciones ruso-venezolanas no solamente se han diversificado, sino, como hemos visto tras el análisis de las distintas categorías donde operan las sinergias iliberales, se han profundizado, provocando que los EE.UU. considere necesario acercarse a Venezuela en un intento por contrarrestar las consecuencias de las sanciones petroleras impuestas a Rusia luego de su invasión a Ucrania en febrero de 2022. En este sentido, y dadas las críticas a la administración de Biden por dicho acercamiento, puede verse también como un intento por reducir el espacio de influencia rusa en América Latina, a los efectos de provocar un reacomodo geopolítico regional, considerando que los vínculos militares no son el único capital estratégico.

Unos de los espacios donde esta influencia ha tenido consecuencias determinantes para la región ha sido sin duda el espacio informativo. La penetración del espacio informativo ha derivado en un despliegue del sharp power ruso en coordinación con los gobiernos aliados y las organizaciones regionales anti-occidente, las redes académicas e intelectuales afiliadas al eje anti-imperialista, como expresión del aparato ideológico intercontinental. El eje anti-Occidente se concibe como la alternativa multipolar frente al orden unipolar de Occidente y sus dinámicas están orientadas por el fin último de la consolidación de una nueva hegemonía geopolítica.

Los medios rusos y sus aliados

Russia Today

La penetración mediática rusa en América Latina puede verse como una herramienta eficiente para el posicionamiento de la narrativa del Kremlin vista la experiencia de sus principales medios. Estos medios se han convertido en una fuente familiar de información de la población latinoamericana (Rouvinski, 2022). Comparten varias características relacionadas con su misión: primero, la inclusión de sensacionalismo, capaz de captar amplias masas. Además, le proporcionan a Rusia el potencial de utilizar un efecto similar al de las grandes cadenas informativas occidentes –comunicación masiva en tiempo real– para impactar audiencias latinoamericanas.

Russia Today (RT) es un canal internacional informativo financiado por la Federación Rusa. Tiene su centro de operaciones en Moscú y se autodefine como una organización sin fines de lucro (TV-Novosti), autónoma y el primer medio en línea del mundo, por encima de otros más tradicionales como BBC, Voz de América o CNN. En tiempos donde la información y la desinformación compiten en los mismos espacios y en igualdad de condiciones, la autodefinición de este medio no es un dato menor. Como lo señala el Departamento de Estado de los EE.UU., los medios informativos financiados por el gobierno ruso actúan como instrumentos para la diseminación de información mediante un esquema que el Centro del Departamento de Estado para la Participación Global describe como los pilares de desinformación y el ecosistema de propaganda ruso. Estos pilares comprenden: 1) comunicaciones oficiales; 2) posicionamiento global de mensaje financiado por el Estado; 3) cultivo de fuentes intermediarias; 4) uso de las redes sociales como armas, y 5) desinformación cibernética.

El canal RT en Español fue creado para la difusión de noticias en el mercado de habla hispana. La filial comenzó sus operaciones en 2009, alcanzando una amplia audiencia en América Latina. Una de las motivaciones de este medio es ofrecer otra interpretación de los hechos. Aun cuando la cadena señala el interés que tiene en destacar aquellas noticias que gozan de poca cobertura, en realidad, se trata de una operación de reframing de los hechos. En su página web presentan un equipo integrado por treinta periodistas y corresponsales, donde destacan los enviados en países como Cuba, Colombia, México, EEUU., Venezuela y Argentina.

La penetración digital y la multiplicidad de plataformas donde opera el canal han contribuido a su ascenso. De acuerdo con sus propios números, en 2020 alcanzó un tráfico de 10 mil millones de visitas en sus canales de YouTube. Sin embargo, y a pesar de la intención de un posicionamiento imparcial, el financiamiento oficial del régimen ruso deja pocas dudas sobre la naturaleza de su cobertura. Según lo reportado por Meduza, RT encabeza la lista de medios con financiamiento del gobierno federal, con un presupuesto de 451.968.748 de dólares para 2022. En el caso de RT América, la filial en Estados Unidos, se conoce el monto del presupuesto ($141,753,983 acumulado desde 2016) debido a las exigencias del Departamento de Justicia del país, a diferencia de la región América Latina con un ordenamiento jurídico más laxo.

Sputnik Mundo

La agencia de noticias Sputnik Mundo es la versión rusa de lo que conocemos como agencias internacionales con corresponsalías. Trabaja en las ciudades más importantes y, además de su presencia en múltiples plataformas, también cuenta con una emisora de radio. La agencia opera desde Moscú, con corresponsalías en lugares como El Cairo, Montevideo, Pekín y Washington. El objetivo de la agencia es la difusión de contenidos relacionados con Rusia y el mundo, abarcando temáticas que van desde lo político, lo económico y lo social. La agencia fue creada en 2014 a partir de la fusión de Russian Information Agency Nóvosti (RIA Novosti) con la emisora de radio La Voz de Rusia, como parte del conglomerado mediático operado por la empresa estatal Rossiya Segodnya.

La opacidad sobre los fondos para operar es característico de las agencias informativas rusas, que en este caso comprende varias filiales. La dificultad de acceso a información confiable disponible de forma pública, donde se pueda identificar la procedencia del presupuesto y las estructuras organizativas, obliga a recurrir a fuentes indirectas e incompletas para poder reconstruir el entramado financiero de estos medios. El único sitio que registra presupuesto para Sputnik Mundo es Wikipedia, y vinculado a la matriz Rossiya Segodnya, que de acuerdo con el informe del Departamento de Estado, es responsable parcial de su financiamiento, pero no lo hace público. Para 2018, el estimado de este presupuesto fue de 275.000.000 Euros, cifra que no pudo ser verificada por las investigadoras en fuentes oficiales, por lo que se deja constancia del sitio en referencia, a los efectos de contextualizar la falta de acceso a la información y ausencia de transparencia en la distribución y uso de los recursos públicos.

Ruptly

Adicionalmente, en dicho ecosistema de medios rusos financiados por el Estado, además de RT, se encuentra Ruptly, una agencia informativa en video descrita como hermana de RT. Se presenta en una diversidad de formatos y plataformas (televisión, digitales y redes sociales). Fue fundada en abril de 2013 por ANO TV Novosti, la agencia estatal televisiva rusa. Según RT, la agencia Ruptly, con sede en Alemania, lanzó en 2019 su versión en español. Cuenta con 22 oficinas en el mundo y pone su contenido a disposición de cadenas de televisión y medios digitales. Ofrece servicios de broadcasting, posiciones en directo y estudios multicámara en ciudades como Londres, París, Nueva York y Washington. Su misión es la de “convertirse en una alternativa fiable a las agencias de noticias tradicionales, ofreciendo a los clientes el contenido más actual junto con una amplia selección de vídeos virales, sorprendentes y exclusivos”. Sus medios hermanos son RTD, RT, RT America, RT en Español, Rusiya Al-Yaum y RT UK. Ruptly fue fundada por ANO TV Novosti para operar comercialmente de forma independiente, ofreciendo servicios de suscripción pagos a personas y empresas.

Hay dos características que contribuyen a la opacidad financiera de los medios rusos: la ausencia de presupuestos o ejercicios fiscales a la vista pública, y la imbricación de una amplia red de medios[1], donde los responsables tienen cargos repartidos entre los distintos aparatos informativos. Podemos notarlo en la estructura de medios financiados por el Kremlin a través de la cadena Rossiya Segodnya, que comparte liderazgo con RT, y donde además se encuentra Sputnik, entre otros canales y servicios informativos.

Telesur

Por otro lado, hay que abordar los medios aliados que hacen de contraparte autocrática latinoamericana. Destaca en ese sentido la cadena televisiva Telesur, producto de una iniciativa encabezada por Venezuela. Fue fundada en 2005 durante la presidencia de Hugo Chávez, en alianza con los gobiernos de Cuba, Argentina, Uruguay, y Brasil, como miembros fundadores, a los que luego se les unió Bolivia. Es un canal informativo 24 horas con sede principal en Caracas, concebido para introducir diversidad en el ecosistema de canales de noticias por cable, con una visión latinoamericanista de las noticias más relevantes. Sin embargo, uno de sus fundadores, Aram Aharonian, ha señalado que Telesur no logró ser más que un canal venezolano. Aunque no existe información disponible sobre el número de colaboradores y corresponsalías existentes, en un vídeo de celebración de su décimo aniversario, en 2015, el canal destacaba la presencia de colaboradores en 32 países de América Latina, Europa, África, y la importancia de la presencia y colaboración con Rusia.

Telesur desde su concepción apuntó a ser un medio con aspiraciones a competir con CNN o BBC, en la búsqueda de un balance mediático frente a lo que han caracterizado como monopolio imperialista. Sin embargo, la conformación de la cadena refleja el sesgo ideológico que replica el debate Norte/Sur o Capitalismo/Socialismo, en el que no se identifica un enfoque noticioso libre de antagonismo ideológico. La concepción del canal es la de un vehículo de promoción de una narrativa aliada al eje político dominante en la coalición de países que lo integran. Ello se vio claramente con el retiro de Argentina y Uruguay como patrocinadores, una vez que ganaran las elecciones presidenciales Mauricio Macri y Luis Lacalle Pou.

El mantenimiento financiero de Telesur depende fundamentalmente del gobierno venezolano, como accionista mayoritario inicialmente con un 51% de participación. Posteriormente sus aportes representaron el 70% del presupuesto de la cadena, mientras que el restante 30% era cubierto originalmente por las contribuciones de los otros países miembros, con la participación accionaria inicial de Argentina (20%); Cuba (14%); Uruguay (10%), y posteriormente Bolivia (5%). En sus comienzos, la inversión de arranque estuvo por el orden de 12.500.000 de dólares, de acuerdo a fuentes oficiales. Posteriormente, Argentina (2016), Ecuador (2018), y Uruguay (2020) cesaron la contribución para su financiamiento. En la actualidad no encontramos registro oficial de sus balances financieros para constatar posteriores movimientos en su composición accionaria. Las únicas dos referencias al presupuesto anual corresponden al presupuesto ministerial del ente al que está adscrito el canal, el Ministerio para la Información y Comunicación venezolano por 5.200.000.000 bolívares en 2016, unos 7.843.137 dólares aproximadamente (ver cuadro #2).

Correo del Orinoco

Enfocado en el público nacional venezolano, Correo del Orinoco es un diario venezolano fundado en 2009, que forma parte del Sistema de Medios Públicos (estatales) de Venezuela, conformado por 13 canales de televisión, 5 emisoras de radio, 9 periódicos y una agencia de noticias. Con un tiraje impreso estimado en 50.000 ejemplares y un sitio web (www.correodelorinoco.gob.ve), Correo del Orinoco inició como proyecto del presidente Hugo Chávez destinado a contrarrestar la presencia de medios tradicionales (El Nacional, El Universal, Últimas Noticias) de línea editorial crítica del gobierno, los que entonces captaban buena parte del consumo nacional de noticias.

Para estos medios los ratings o penetración en el público no es lo más importante, sino la posibilidad de que sus contenidos puedan ser transferidos a otras plataformas más confiables. Los medios de desinformación rusos son máquinas de lavado de información, como lo describe el Departamento de Estado de los EE.UU. El ente considera que se trata de una operación de blanqueo para legitimar sus manipulaciones, y así alimentar la desconfianza en las instituciones democráticas.

La influencia rusa en el aparato comunicacional regional es otra expresión de la integración política entre el régimen de Vladimir Putin y sus gobiernos aliados en América Latina, donde la experiencia soviética es el verdadero capital del régimen ruso vigente. La estrategia de crecimiento del aparato burocrático informativo se expresa en dos vertientes:

1. Estructura operacional: La incursión de medios rusos en español, como RT, Sputnik Mundo, sus servicios como Ruptly y la extinta Voice of Russia en español, han elevado el esfuerzo por penetrar e influir sobre la opinión pública regional. 

Estos medios se dedican a la promoción de los objetivos del movimiento multipolar –en teoría– procurando no solamente el posicionamiento de un liderazgo regional alternativo, sino fundamentalmente, la subversión del orden democrático occidental, sembrando la desconfianza en la democracia como modelo democrático (Fonseca, 2018; González y Chaguaceda, 2022), profundizando en las críticas a los gobiernos de EE. UU. y sus aliados en Occidente, como un ejemplo de la decadencia democrática mediante la descalificación.

2. Aparato de desinformación: El posicionamiento de medios implica no solamente generar matrices de opinión, sino subvertir el orden político mediante la desinformación. Estos medios cumplen con una doble misión, traduciéndose en interferencias y obstáculos para la coordinación de apoyos en los asuntos estratégicos de la región (Berg, 2022).

En 2018, Global Americans condujo un monitoreo de cuatro medios durante el segundo semestre del año. Dos rusos y dos chinos (RT y Sputnik de Rusia, y Xinhua y Pueblo en Línea de China). Encontraron que “los esfuerzos de desinformación provenientes de medios estatales rusos son más agresivos que los de China” (Noboa y Mateu-Gelabert, 2020).

Como lo señala Fonseca (2018), el propósito de la estrategia de desinformación es procurar la desconfianza en los medios y las instituciones democráticas, para así reducir el espacio de influencia de las democracias occidentales (Fonseca, 2018). Es necesario también destacar que este es un esfuerzo que el régimen ruso viene haciendo desde hace años (Meza, 2015), considerando que en 2013 América Latina ya representaba la segunda área de influencia de RT después de los países islámicos (Sagarra y Soler, 2014, p. 106).

Podemos convenir que la construcción de un sistema regional de influencia comunicacional, con Rusia liderando en alcance y penetración, representa un campo de lucha adicional que requiere de mayor atención, debido a que es mucho más efectivo en su propósito de generar desconfianza en la democracia, especialmente la democracia occidental. El avance de esta estrategia ha sido no solamente sostenido, sino que ha probado ser exitoso. Esto representa un verdadero desafío para las fuerzas democráticas de la región justamente cuando la democracia liberal se encuentra atravesando por su peor momento.

Confluencias mediático-políticas

Para explicar cómo se proyecta la influencia rusa en América Latina, es posible identificar en medios y espacios académicos las sinergias del Kremlin con aliados autocráticos de la región en temas como las posturas (diplomáticas y mediáticas) sobre democracia, los derechos humanos y las relaciones internacionales. En un estudio inéditodestacan elementos como soberanía, lealtad y resistencia.[1] Eso va en consonancia con el énfasis iliberal soberanista, que delega en el Estado –y sus máximos titulares– la encarnación de la nación, por encima de cualquier otra consideración (Laruelle, 2020).

Investigar esta influencia es un tema complejo. La transparencia (de financiamientos, objetivos y nexos políticos) no es algo que caracterice el proceder de los regímenes autocráticos; más bien es su opuesto. De ahí que las fuentes de información para recabar los datos utilizados en este texto fueron diversas, fragmentadas y recopiladas después de sucesivos esfuerzos de las autoras y del equipo de GAPAC que nos apoyó. En algunos casos (medios e instituciones rusos o venezolanos) la opacidad es la norma; en casos como los de instituciones académicas que operan, al menos parcialmente, en entornos democráticos (Ej. CLACSO), es posible contar –aunque con cierta reserva– con datos sobre sus recursos y objetivos.

Venezuela, puerta de entrada

Comprender la confluencia mediático-políticas de la narrativa rusa en América Latina puede ser posible mirando como ejemplo su interacción con el régimen autoritario venezolano. La administración liderada primero por Hugo Chávez (1999-2013) y luego por Nicolás Maduro (2013-actualidad) ha encontrado en Vladimir Putín un aliado importante. Signo de esto ha sido el intercambio entre los espacios mediáticos y políticos y una mutua “solidaridad”.

En primer lugar, en los medios rusos son frecuentes los llamados a la lealtad en torno a la revolución bolivariana de Venezuela, así como la exaltación de la soberanía frente a “ataques” que buscan perjudicarla. En segundo lugar, resalta la cooperación entre actores (gobiernos y medios) autocráticos, que comparten una visión iliberal del orden nacional y global (Weyland, 2017). Para el Kremlin es fundamental mostrar que Venezuela no está sola en cuanto a alianzas internacionales. En esa línea, no sorprende que sea la alianza Rusia-Venezuela un contenido destacado: “Rusia apoya el legítimo Gobierno de Venezuela” (RT) y “Caracas es socio estratégico de Rusia” (Telesur). Los llamados de diálogo, paz y orden –“paz y el entendimiento entre venezolanos” (RT), “solución pacífica de la crisis” (Telesur)– aparecen reiteradamente en estos medios. Lo que recuerda el modo en que los regímenes de Putin y Maduro han utilizado los llamados al diálogo (en Venezuela, Ucrania, Siria, etc.) para desactivar resistencias a sus agendas políticas y lograr ventajas en el marco de dichos procesos.

Por otro lado, al abordarse si en Venezuela hay democracia, los medios rusos hacen énfasis en que sí existe. El objetivo es brindar legitimidad al gobierno de Maduro: “somos un país con la democracia más vigorosa de América Latina” (Correo del Orinoco), “ocho políticos rusos participaron en la veeduría internacional de las elecciones parlamentarias” (Telesur) y “Venezuela goza de una vigorosa democracia popular» (Sputnik News). Aquí la discusión remite a los modos de concebir la democracia por gobiernos populistas y regímenes autocráticos, unidos en el rechazo a las instituciones, mecanismos, valores y principios de la poliarquía. Existe una vinculación entre medios aliados. Se retoman notas entre uno y otro. En este punto, la cooperación mediático-política entre ambos regímenes y narrativas autocráticas adquiere otro nivel de visibilidad. Mostrando cómo los objetivos y perspectivas iliberales compartidas les hacen colaborar y compartir informaciones y declaraciones, sin demasiada mediación.

En estos medios se sanciona a países hostiles, reflejadas en posturas cómo “iniciativas hostiles a Venezuela como la creación del Grupo de Lima” (RT), “Organización de Estados Americanos, del Grupo de Lima y de países alineados con la política exterior de Washington” (Correo del Orinoco) y “EEUU utiliza a países de la región para arremeter y desestabilizar las instituciones y la democracia en esa nación” (Sputnik News). Como puede verse, constituyen los adversarios aquellos casos gobiernos o instituciones que conforman el polo democrático liberal en la región y que, en el caso de EE.UU., ostenta un liderazgo global.

Penetración de medios rusos en Latinoamérica

Sin embargo, el caso venezolano es emblemático de la penetración de medios rusos en Latinoamérica, este no es el único país en la mira de las redes de influencia mediática del Kremlin. Como lo ha señalado la investigación del Digital Forensic Research Lab del Atlantic Council, México, Argentina, y Colombia también forman parte de los objetivos estratégicos mediático-políticos de Rusia, siendo México uno de los países con mayor crecimiento en la audiencia, de acuerdo a un estudio de Ipsos encargado por RT. Es significativo, de acuerdo con los hallazgos del DFR Lab, que un 50% del tráfico en el sitio web de RT en Español se haya registrado en los países mencionados. Este comportamiento refleja la influencia que tienen los medios rusos en un mercado donde compiten otros aliados como Telesur, pero donde además CNN, Voz de América y BBC, entre otros medios internacionales que no llegan a registrar la misma penetración en el mercado de habla hispana.

También es importante considerar el impacto que tiene la segmentación del mercado según el medio, pues las audiencias latinoamericanas están distribuidas entre las distintas redes sociales: Twitter, Facebook, Instagram, y Youtube. Adicionalmente cuentan con los canales alternativos Telegram y WhatsApp y sus páginas web. Esto nos da una idea de la amplitud de la estrategia de influencia de la red de medios oficialistas rusos en estos países sujetos a una constante influencia informativa dirigida desde el Kremlin.

Sinergia con la academia

A esta influencia antidemocrática debemos añadirle la sintonía que encontramos entre el discurso político oficial de Rusia y posturas relevantes dentro de la intelectualidad y academia latinoamericanas. Un caso emblemático es la sinergia existente con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

Fundado en 1967 con el cometido de impulsar las ciencias sociales latinoamericanas y reactivado con un rol relevante desde 1980 con el apoyo a los académicos exiliados por las dictaduras sudamericanas, Clacso, con sede en Buenos Aires, reúne la mayor cantidad de instituciones e investigadores de ciencias sociales de la región. Según datos de 2022, opera una red de 638 centros miembros plenos, 100 instituciones asociadas y 98 redes asociadas. Aunque nuclea cierta diversidad de procedencia geográfica y enfoques disciplinares, a partir de la década del 2000 su directiva (desde Atilio Borón y sus sucesores Emir Sader, Pablo Gentili y Karina Batthyány) han mantenido una postura política alineada con los movimientos y gobiernos llamados “progresistas”, especialmente con los del eje bolivariano autoritario: Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela.

CLACSO ha promovido iniciativas tanto con gobiernos autoritarios latinoamericanos como con el ruso. Destacan por ejemplo las jornadas de centros CLACSO en Venezuela y estudios como el que aborda el efecto del “bloqueo imperial en la vida de las mujeres en Venezuela” realizado con el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología venezolano. Su financiamiento ha provenido de cuotas de los centros miembros y asociados, de proyectos de cooperación con agencias internacionales de desarrollo como la Agencia Sueca de Cooperación Internacional (ASDI), así como de fundaciones privadas, lo que le ha permitido consolidar la generación de recursos propios, llegando en 2022 a cubrir más de 70% de los gastos de estructura, e igualando los ingresos por donativos o provenientes de terceros.

Con ASDI como apoyo, CLACSO realizó el Cuarto Foro Internacional “Rusia e Iberoamérica en el mundo globalizante: historia y contemporaneidad”, convocado por la Universidad Estatal de San Petersburgo, el Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia (ACR), el Instituto Bering-Bellinsghausen para las Américas, patrocinados por el Ministerio para los Asuntos Extranjeros de la Federación Rusa, el Gobierno de San Petersburgo y la participación de CLACSO.

Las sinergias discursivas se revelan con expresiones como las que responsabilizan al gobierno de EEUU por la crisis humanitaria venezolana, al señalar que Washington es autor de “intensificar su agresión contra el pueblo de Venezuela” (CLACSO). De nuevo, como en los medios rusos, la intención es hacer ver que la víctima de los ataques no es Maduro sino el pueblo. Así, omitiendo las causas y modalidades de las sanciones dirigidas a funcionarios e instituciones identificadas con la estructura del régimen venezolano, se enfatiza que “la consecuencia más inmediata y evidente, es la dificultad para la adquisición de materiales e insumos esenciales, medicamentos y alimentos que no son producidos en el país” (CLACSO).

Comentario sintético

Rusia y varios países de América Latina han vivido procesos de autocratización paralelos en el siglo XXI. Regímenes iliberales personalistas, como los de Rusia, Venezuela y Nicaragua, han estrechado diálogo, colaboración y apoyo mutuo a lo largo de sus relaciones políticas. Sus prácticas convergen en la eliminación progresiva de instituciones y actores democráticos (partidos de oposición, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil).

En paralelo, estos gobiernos han asegurado una fuerte presencia estatal en la economía, desde relaciones de clientelismo y neopatrimonialismo.

Un caso paradigmático es el nexo entre Rusia y Venezuela. A la par de la cooperación económica, militar, diplomática y de inteligencia, Rusia (poder autocrático global) y Venezuela (régimen autocrático latinoamericano) establecen sinergías en lo relativo a la defensa y proyección de su cosmovisión política. Venezuela se posiciona como puerta de entrada rusa al mercado y espacio regional latinoamericano, no solamente económico sino académico, cultural y mediático. Por su parte, Rusia ofrece un contrapeso diplomático como aliado global contra EE.UU., contra otros aliados democráticos y contra las interrogantes y desaprobaciones de la comunidad internacional.

El factor iliberal, aparece como un tipo de ideología blanda pero altamente efectiva, que atraviesa los discursos de medios, intelectuales y centros de pensamiento cercanos a los objetivos del Kremlin. Como ha señalado recientemente el reconocido experto Victor Mijares (Chaguaceda, 2021), tanto por su valor para proyectar hegemonía doméstica y desafiar el orden global liberal, como por su influencia en élites y públicos afectos al chavismo dentro de América Latina, estas narrativas –proyectadas por medios y academias afines– gozan de apreciable presencia e impacto en el panorama venezolano y regional actual.

En las últimas semanas, a raíz del conflicto entre Rusia y Occidente materializado en la invasión a Ucrania, el alcance de los medios rusos como fuente de desinformación de la población latinoamericana ha tenido nuevos hitos y elementos probatorios (Ponce de León, 2022). La presencia de estos medios masivos de comunicación y desinformación permite al Kremlin cuestionar el modelo democrático vigente en la mayor parte de América Latina y defender la postura oficial del gobierno ruso en varios temas, incluido el actual apoyo a la invasión de Ucrania. En América Latina, las programaciones de estos medios se alinean con las perspectivas de las fuerzas iliberales –en especial de izquierda radical– del espectro político regional.

No podemos ubicar las sinergias ideológicas de estos países dentro de los parámetros convencionales de la Guerra Fría, sino percibir los posibles puntos de contacto y affordances entre el conservadurismo y el nacionalismo ruso (M. Laruelle, 2021; Tsygankov, A. P., y Tsygankov, P. A., 2021). Estas visiones encuentran eco en discursos y agendas compartidas por actores políticos, mediáticos y académicos de la región, donde gozan de amplia representación los enfoques iliberales, nacionalistas, estatistas y opuestos a la sociedad abierta y el orden democrático.

El avance de la comunicación estratégica de Rusia en América Latina ha tenido relativamente poca oposición (Rouvinski, 2022). Uno de los factores detrás del éxito de estos medios en América Latina es la falta de comprensión del público de la naturaleza del interés de Moscú en el espacio informacional regional. Muchos latinoamericanos perciben la presencia de medios como RT o Sputnik como una simple expresión del pluralismo informativo. En el contexto latinoamericano hay pocos debates públicos sobre su rol, aunque tal vez la guerra en Ucrania modifique algo tal situación. Rusia intentará sostener su comunicación estratégica en el vecindario como una herramienta eficaz –por su alto e inmediato impacto y relativamente bajos costos– de su política exterior. Encontrando sintonía con los públicos y discursos iliberales de las sociedades, élites y campo intelectual latinoamericanos.

©Trópico Absoluto

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Notas

[1] El estudio coordinado por Armando Chaguaceda, con apoyo del equipo GAPAC y los investigadores externos Carlos Torrealba y Daniel Calderón analizó las posturas de cuatro medios (Russia Today, Sputnik News, Telesur y Correo del Orinoco) así como de dos espacios académicos -Valdai Club y CLACSO-, a través de una metodología de análisis estructural del discurso y análisis de marcos. En este documento se retoman algunos resultados del mismo, sintetizando la información arrojada por el análisis.

Johanna Cilano Pelaez (La Habana, 1982) es polítologa y jurista. Doctora en Historia y Estudios Regionales (UV). Investigadora posdoctoral UNAM Enes León (México) y miembro de la Red de Politólogas.

María Isabel Puerta (Barquisimeto, 1969) es politóloga, Doctora en Ciencias Sociales, mención Estudios Culturales (UC). Profesora Visitante de Ciencia Política, Valencia College, EE. UU. y miembro de la Red de Politólogas.

Una primera versión de este trabajo apareció en la plataforma Diálogo Político: https://dialogopolitico.org /documentos/dp-enfoque/dp-enfoque-10-kremlin/ Se reproduce aquí con autorización de sus autoras.

2 Comentarios

  1. Considero que la política de Putin no se parece en nada a la de Venezuela, Nicaragua y otros países Hispanoamericanos.
    Creo en Putin en cuanto a que la izquierda mundial está alineada con la nueva agenda global, dominada por el populismo y la carencia de valores morales .

  2. F. Javier Lasarte Valcárcel

    Excelente trabajo que establece el entramado ideológico-comunicacional de redes mediáticas y académicas del nuevo imperialismo ruso y sus aliados latinoamericanos. Parte crucial, junto a los poderes del terrorismo islámico o el pragmático imperialismo chino, de uno de los dos polos siniestros y dominantes de la política internacional de este siglo XXI, que comparte con el otro polo «insurgente»: la nueva derecha radical, el sueño autocrático y el desprecio por la vida democrática de las diferencias humanas y sociales. Su consigna (nada nueva, pero de algún modo efectiva): mi discurso es la realidad.

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