Selección de poemas
País (2007)
El mandato
Mientras registraba en el escaparate,
escuchaba el mandato. Estaba
dentro de las cajas, en esas cosas
que los viejos guardan,
en papeles, en fotografías. Entonces
no podía entender lo que se me ordenaba
pero no te hubiese traicionado jamás.
Tú me escogiste para hablar por
nuestros muertos,
los que nacieron a destiempo, sin ánimo
para acusar los golpes.
En su desbarajuste,
ellos me recuerdan a los potrillos
que había en la hacienda, aquella exhalación
de pieles y estaturas,
tan hermosos, dentro del potrero, cuando
de un lado al otro, en sus carreras,
ya eran recuerdos.
* * *
El rosario
Doloroso es tener que lamentar
los indios de Venezuela
y principalmente los de Turmero,
la desgracia de haber nacido
con el color que tiene tu cutis.
Dolorosísimo
es tener que arrepentirnos
de haber trabajado tanto,
exponiendo nuestras vidas
en los campos de batalla,
y haber perdido
a juestros padres y parientes
para conseguir
la gloriosa emancipación
de nuestro continente; pero nada
es más horrible ahora, nada
más injusto, más inocuo,
que estar persuadidos
de que desde el principio
de la revolución de la independencia,
no se veían condes
ni marqueses, ricos hacendados,
sosteniendo
la lid de las batallas.
Amamos estas tierras
en las que nacimos,
los muros de esta casa
de adobe,
con sus sobirios corredores
que alguna vez abrieron
a un bosque y luego
a un patio de café,
para secar los frutos.
Historias de rapiña,
son la nuestras,
en Venezuela, historia
de pérdidas y laceraciones
por cuanto el cuerpo
ha sucumbido a la violencia
y el alma a vejaciones
a lo largo de los siglos.
¿Cuántas guerras
no se sucedieron
y pueda decirse
que alguna familia
no perdió a un hijo
en las batallas?
Quedaron las arengas
con su poderío.
Nunca se cerraron las heridas.
Que cada quien de su testimonio.
Yo ofrezco el mío.
©Trópico Absoluto
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