/ Literatura

Caracas, 2020

Por | 28 septiembre 2025

Presentamos a continuación un fragmento de Desterrados (2025), la nueva novela de Ana Teresa Torres publicada en Caracas por la editorial Blanca Pantin.

Ana Teresa Torres retratada por Vasco Szinetar. 2020. ©Vasco Szinetar

Miguel visitaba a su madre casi todos los días. Los dos habían quedado solos. Él se había separado de Blanca, un divorcio sin consecuencias, como lo había sido el matrimonio, y Teresa, después de perder a su marido, se había quedado sin su hija y Andrés, su único nieto. Después de lo que le ocurrió a Andrés en las manifestaciones de 2017, entonces casi un niño, o casi un hombre, según se vea, sus padres decidieron irse del país. María y Néstor se instalaron en alguna zona suburbial de Florida y Teresa hizo algunos viajes para visitarlos. Pero no es lo mismo, repetía, entiendes lo que te digo, Miguel. No es lo mismo ir de visita que simplemente ver a tu familia de vez en cuando, con naturalidad, como hacen mis amigas. Bueno, las que todavía tienen a sus hijos aquí, que no son muchas.

Esto era un estribillo conocido y Miguel lo escuchaba con paciencia. Él también echaba de menos a su hermana y a su sobrino, incluso a su cuñado, aunque tenían puntos de vista diferentes para casi todo, pero al fin y al cabo eran amigos desde la universidad, y Néstor había demostrado ser un buen marido y un buen padre. Comprendía que se hubiesen marchado, lo justificaba plenamente. Andrés recibió varios perdigones y faltó poco para que perdiera un ojo, de hecho, no recuperó por completo la visión, además de un brazo fracturado que requirió meses de rehabilitación, y varias quemaduras que supusieron un tratamiento muy doloroso y le dejaron la huella de los acontecimientos en la espalda. Todo esto a los dieciséis años parecía suficiente, así que no fue una sorpresa para nadie que María anunciara un buen día la decisión tomada, vendían lo que tenían, su apartamento, no demasiado lujoso, pero bien situado y bien mantenido, y los dos automóviles, no precisamente nuevos aunque en buen funcionamiento, y con eso pensaban que podrían aguantar hasta que Néstor comenzara a despegar en Estados Unidos; el plan era asociarse con un amigo que tenía una franquicia y al parecer le iba muy bien. Todo estaba listo para la partida.

–¿Cuándo te vas, hija?

Ana Teresa Torres. Desterrados. Caracas: Editorial Blanca Pantin, 2025.

–Tenemos pasajes para la semana que viene –contestó Néstor sin que le temblara la voz–. Y los esperamos pronto, en lo que estemos instalados tienen que venir. Tú también, cuñado, no te vayas a hacer el loco. Andrés vio que en el colegio en el que lo inscribimos hay un club de ajedrez y te manda a decir que te prepares para la derrota.

–Por cierto, bien caro, pero hasta que no tengamos lista la residencia no tenemos otra opción que un colegio privado –agregó María.

Más o menos así, recordaba Miguel, transcurrió aquella conversación que ahora parecía muy lejana. Efectivamente fue a visitarlos una vez, y su sobrino le dio una paliza con el ajedrez, Néstor le explicó los aburridos pormenores de su trabajo en la franquicia, y María trataba de esmerarse en la cocina, que no era desde luego su mejor virtud, sino el negocio de real estate, en el que sí demostraba mucho talento.

–¿Cómo te parece que mi esposa gana más que yo?

–La situación ideal de un hombre. Esa es la mujer que estoy buscando. Preséntame una parecida y aquí me quedo para siempre.

–Pero, qué machismo el de ustedes, por favor.

La visita duró una semana y fue la única. Inventó motivos de trabajo, acuciantes entregas de un proyecto que no podía rechazar porque no abundaban, y aunque estaba seguro de que sus excusas no eran demasiado creíbles también sabía que su hermana comprendía lo que le ocurría. Tomó la decisión de adelantar el regreso, a pesar de la penalidad que casi doblaba la tarifa, cuando entraron en una licorería regentada por venezolanos, y se escuchó a todo dar la voz de Ricardo Montaner cantando “iluminada y eterna, enfurecida y tranquila”. Fue un momento imprevisto y desafortunado, María rompió a llorar, se recompuso y salieron del centro comercial directamente hacia su casa. En el automóvil, ante algún comentario que pretendía ser consolador acerca del poder evocador de la música, ella le dijo, basta por hoy, Miguel, basta por hoy. Cuando abrieron la puerta y bajaron las compras del automercado todo parecía olvidado, pero había ocurrido. Apartando los episodios infantiles por sus permanentes peleas solo había visto llorar a su hermana una vez, cuando murió su padre, Francisco Delgado, médico, de un infarto inesperado porque era un hombre siempre pendiente de minimizar los riesgos cardiovasculares que sabía llevaba en los genes, y que no le permitieron sobrepasar los sesenta y cinco. Aquel día, cuando se despidieron, un breve momento antes de cerrar la tapa del féretro, María lloró como lo había hecho después en aquella estúpida licorería, atendida por un estúpido vendedor, que al reconocerles el acento pensó que por su edad pertenecían a la estúpida generación X, los que alguna vez se habían besado mientras escuchaban Déjame llorar.

Ana Teresa Torres (Caracas, 1945), es psicóloga (UCAB, 1968) y escritora. Ha ejercido ambas disciplinas con igual intensidad y reconocimiento. En 1984 obtuvo el premio del concurso de cuentos del diario El Nacional, lo que inclinó su carrera definitivamente a la literatura. Es individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua. Su obra publicada como académica dedicada al psicoanálisis, así como sus ensayos, novelas, cuentos y artículos es enorme. Entre ellos, podrían resaltarse: Diario en ruinas (1998-2017) (Caracas: Alfa, 2018), La herencia de la tribu. Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana (Caracas: Alfa, 2009), Fervor de Caracas. Una antología literaria de la ciudad (Caracas: Fundavag, 2015); y las novelas El exilio del tiempo (Caracas: Monte Avila Editores, 1990), Malena de cinco mundos (Washington: Literal Books, 1997), Nocturama (Caracas: Alfa, 2006) y La escribana del viento (Caracas: Alfa, 2013). Desterrados (2025) acaba de ser publicada en Caracas por Editorial Blanca Pantin.

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