Álbum de grabados, de Néstor Mendoza
«Un álbum es como un osario: contiene los restos del tiempo, trozos del espacio y riquezas o tesoros del aliento de quienes una vez estuvieron o siguen estando porque esos huesos, que son las palabras, siguen siendo grabados por la insistencia de quienes buscan, hurgan, escudriñan hasta encontrar lo que buscaban y hasta lo que no buscaban.»
1.-
El poema advierte de un retrato. El cuento o la novela del perfil de su autor. El ensayo, del alma inquieta de un insecto invisible. El retrato también contiene el poema: toda palabra es un reflejo, un eco de una imagen detenida en el tiempo. Las cosas se mueven en la pupila mientras las nombramos.
Sobre la mesa que miro hay un tomo voluminoso, un grueso historial de rostros, miradas, gestos, voces que remedan la realidad o son la ficción que nos avisa de su llegada.
No hay idioma que se resista a una imagen, a la magia de un poema o a la maldición de un ángel. De allí que todo retrato, grabado desde la mano impulsiva del creador muestra el todo del objetivo, del sujeto a fijar, moldear, escribir, grabar, destacar, soldar, hincar, leer, tener como blanco del ojo que lo observa. Toda palabra está sujeta a una biografía, como quien la pronuncia, como quien la enaltece o la malogra. Toda palabra sangra: siempre viene de una herida, de esa boca que el tiempo ha moldeado para que la diga, la module, la mastique, la muerda, la acaricie con la lengua mientras la succiona para luego darla con gracia o desgracia a quien la oye o quiera desecharla.
Un álbum es como un osario: contiene los restos del tiempo, trozos del espacio y riquezas o tesoros del aliento de quienes una vez estuvieron o siguen estando porque esos huesos, que son las palabras, siguen siendo grabados por la insistencia de quienes buscan, hurgan, escudriñan hasta encontrar lo que buscaban y hasta lo que no buscaban.
Con este libro, Álbum de grabados (Richmond, Virginia, USA: Casa Vacía, 2024) Mendoza viaja por la biografía literaria, por el tejido de muchas escrituras de autores cercanos a su gusto y a su pasión por lo que dejaron como legado verbal.
2.-
En esta nueva incursión verbal de Néstor Mendoza por el ensayo, América Latina y España viajan por sus páginas a través de Álvaro Mutis y su emisario imaginado Maqroll, suerte de soledad humana que rige la insistencia del poeta y narrador colombiano. Así: «Maqroll: personaje lírico y narrativo» confirma esa soledad a través de este ensayo del autor venezolano radicado en Jamundí, muy cerca de Cali. García Márquez aparece como poeta, quien tocado por el pulso de ´Javier Garcés y sus versos´, nos da a saber de los pocos textos que el autor de Cien años de soledad dejó en algunos rincones, gavetas, archivos o manos amigas. Algunos estudiosos han dado cuenta de estas osadías del Gabo, porque la poesía, más allá de cualquier reencuentro con la magia, es un acto aventurero en el que tanto el poema como el poeta simulan la creación del mundo y sus pequeños o grandes detalles.
Mendoza toca el pañuelo del autor de Platero y yo mediante el título «Juan Ramón Jiménez, perfumista parisino», y entonces el lector se lo imagina, al autor español, de paseo por una calle de la capital de Francia muy aromático bajo el cielo estrellado cerca de la Torre Eiffel. O, en todo caso, abrumado por la felicidad de saberse perfumado. Digamos, el lector imagina, o tuerce el destino de lo que quiso decir el ensayista.
Marguerite Duras y sus apuntes. Borges y su primer lector. Todas as palabras de un autor poco conocido por los que andamos en este patio, Manuel António Pina. Y luego, Francisco José Cruz, padre de aquel hermoso libro, Hasta el último hueso, tocado por la gramática acuciosa de Néstor Mendoza. Más adelante, una nota sobre El lugar de las palabras, de María Gómez Lara. No podía faltar el gran José Watanabe, quien sigue “entre nosotros”. Alfredo Armas Alfonso y Elisa Lerner, dos entrañables venezolanos, tejidos a través de ´tres instancias´ para el primero y De muerte lenta de la segunda. El fotógrafo Ricardo Armas se apunta en esta bella aventura ensayística a través del título «la vigencia emotiva de la imagen».
Varios de seguidas otros temas que enriquecen este trabajo de Néstor Mendoza, quien seguramente tendrá muchos lectores más acentuados que quien esto firma.
La escritura de Néstor es fina, centrada en lo que piensa y luego comunica, de una belleza que atrae al buen lector. Estamos en presencia, no sólo de un excelente poeta sino de un estudioso de la literatura que sabe comunicarla, llevarla de la mano hasta quien aborda sus palabras.
Diversa es su prosa, diverso el mundo, diversas las voces que aquí se acuñan.
Este libro ha sido publicado por la editorial Casa Vacía. Es una edición de Pablo de Cuba Soria. Richmond, Virginia, USA, 2024.
©Trópico Absoluto
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