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Lengua, educación y ciudadanía: ‹En torno al lenguaje› de Rafael Cadenas, cuarenta años después

Por | 25 abril 2025

Con motivo del homenaje que se rinde hoy a Rafael Cadenas en la Universidad Central de Venezuela, ofrecemos este trabajo de Irma Chumaceiro que vuelve sobre los pasos de ‹En torno al lenguaje› el mítico ensayo que el poeta publicara, en 1984, como un alerta ante el deterioro evidente que ya manifestaba la sociedad y la cultura venezolana de hace cuatro décadas. Al revisar el texto de Cadenas, no es difícil observar que «las situaciones que inquietaron al poeta, lejos de haberse superado, siguen estando presentes, mucho más agravadas».

Primera edición de En torno al lenguaje. 1984.

Hay libros que marcan hitos en una sociedad, no solo por su contenido o belleza, sino por su visión anticipatoria de la realidad, por la osadía de advertirnos un futuro que, lejos de ser complaciente, nos perfila la cara oscura y perturbadora de lo que podría venir. Eso sucedió con En torno al lenguaje, texto de Rafael Cadenas, publicado originalmente en  diciembre de 1984.[1] Se trata de una disertación sobre temas sustantivos, ligados a lo más esencial de lo humano: la lengua como sustento de la educación, la sociedad, la cultura y la política; así como instrumento para el pensamiento, la reflexión y la escritura.

En este caso, estamos ante un texto fundador y polémico que, en su momento, recibió tantos apoyos como fuertes críticas en razón de su severo diagnóstico sobre la lengua, la educación y nuestra realidad como país.  Sobre estas afirmaciones, atendamos a las palabras del autor[2]:

Si  la educación está en baja, si la corrupción se instala en el Estado;… si los dirigentes del país se dedican a robarlo; si la justicia es burlada con facilidad por los poderosos; si nuestras pocas tradiciones desaparecen…; si en el ambiente físico campean la fealdad, el descuido, la dejadez, el abandono, la polución; si la tecnología impone su dominio acosando o desplazando la formación humana; si los medios de comunicación están más al servicio de intereses parciales que la comunidad y en general la atmósfera del país es de descomposición, ¿va el lenguaje a permanecer indemne? (Cadenas, pp.24-25)

La cita anterior es un llamado urgente, hasta hoy desatendido. Más que una simple constatación de nuestra realidad, encierra una advertencia y es una conminación a mirar hacia el lenguaje[3] como espejo del deterioro social y del entorno. Si la lengua, como afirma el poeta, es nuestra casa interior, cuando esa morada está deslucida y maltrecha se propicia un progresivo empobrecimiento del gusto, del ambiente y del hombre mismo. La preocupación de Cadenas, hoy más que nunca presente, lo llevó entonces a plantear la necesidad de una interconexión estrecha entre la lengua de la comunidad, la calidad de su educación y el desarrollo de la ciudadanía.  Para el poeta, la educación debe ir unida a la enseñanza de la lengua, y esta última apuntalada por el estímulo a la lectura, atenta, sensible y placentera, que promueva el gusto y el conocimiento de la literatura. En este sentido, Francisco Javier Pérez, en el prólogo que hace a la edición del 2009, afirma lo que sigue:

Para Cadenas, la decadencia de nuestras responsabilidades en el cuidado de la lengua está asociada a las caídas en nuestro modo de educar: El fracaso de la escuela y el desinterés que en ella se patentiza en torno a lo que el lenguaje significa como visión y edificación del universo y a lo que representa como grabado imaginario del mundo abrirá un ancho margen para extinción de los valores expresivos que el manejo de la palabra tiene en los actuales momentos en Venezuela. (Francisco Javier Pérez, 2009:8)

Como podemos imaginar, En torno al lenguaje constituyó en su momento un duro pero acertado diagnóstico de nuestra realidad; pero más allá de ello, fue una advertencia sobre el presente y el futuro de la lengua, siempre unida a su contrapartida la cultura. Asimismo, fue también una invitación a tomar conciencia sobre el papel crucial de la comunicación oral y escrita en el mundo de hoy, tan desasistida de verdadero diálogo y profundidad, tan llena de palabras vacías, estridencias, lugares comunes y manipulación interesada. A todas estas amenazas, tendríamos que añadir en la actualidad el poco estímulo a la lectura, el manejo inadecuado de las nuevas tecnologías de la comunicación, el auge indiscriminado de las redes sociales, las distorsiones interesadas de la información y, en un plazo cercano, el uso acosador de la inteligencia artificial y sus eventuales consecuencias.  De manera un tanto premonitoria,  en este texto, Cadenas,  anticipándose a nuestros días,  relaciona la salud y la vigencia de la democracia con el uso transparente y responsable de la lengua por parte de educadores, comunicadores, políticos y gobernantes;  a la vez que, de forma implícita, clama por una ética en el uso del discurso y de la comunicación.

Los planteamientos que a continuación presento forman parte de mi lectura y valoración de la obra, a la luz de su vigencia en nuestro tiempo y contexto. En torno al lenguaje, recoge cinco temas fundamentales hoy día, estrechamente vinculados entre sí.

1. Educar no es solo impartir conocimientos, es dejar atrás el hombre masa, la colectivización.

La masificación ha instaurado el «reino de la cantidad» (…) Tras cada problema actual está, incrementándolo, el crecimiento de la población (…) La educación (…) ha sufrido grandes estragos. Tiende a colectivizarse, a volverse mecánica, a transformarse en una actividad sin alma, a tal grado que me pregunto si deberíamos seguir usando la palabra educación para designar lo que se hace hoy en los institutos de enseñanza ¿A qué se reduce si no a impartir malos conocimientos con miras a la sobrevivencia? (Cadenas, pp. 14)

Esta severa crítica al sistema educativo pone en tela de juicio el papel de la escuela venezolana, sus logros y perspectivas futuras. Para el poeta, la educación debería centrarse, no en formar al hombre masa como hoy se procura, sino al individuo consciente; tratar de educar no para la sobrevivencia, sino para la vida interior y ciudadana. Para alcanzar dicha meta habría que reconocer el papel primordial que debe cumplir, en esa educación de calidad, el estudio de la lengua en todos los niveles de enseñanza y su cuidado por parte de maestros, planificadores e instituciones.

2. La enseñanza de la lengua es primordial y es tarea de todos

Cadenas en su texto denuncia lo que él llama «la quiebra del lenguaje». A su juicio, la lengua y su enseñanza han sido dejadas de lado en aras de una comunicación inmediata, utilitaria y sin formas. Ello se evidencia, día a día, en la expresión lingüística de las mayorías, incluidos aquellos que deberían dar el ejemplo, como maestros, líderes, políticos, gobernantes y comunicadores. Proliferan, en muchos de sus textos, el uso de registros verbales inadecuados (extremadamente coloquiales o altisonantes), utilizados en situaciones que por su tema o trascendencia, o incluso por la misma autoridad del emisor, exigirían más cuidado de las formas y más respeto por el destinatario. Cotidianamente observamos cómo se abusa del empleo de estructuras sintácticas anómalas y de un léxico repetitivo, pobre, en ocasiones hasta soez.  Se impone, igualmente, una retórica vacía, plena de palabras estridentes y, en algunos casos, malsonantes. El ruido suele encubrir deliberadamente la clara expresión de las ideas y la manipulación encubierta domina muchos de los mensajes publicitarios y políticos.

Para el poeta las limitaciones en el uso de la lengua tienen graves consecuencias para el venezolano:

El desconocimiento de la lengua […] lo priva de la herencia cultural de la humanidad, especialmente la que pertenece al ámbito lingüístico; lo convierte en presa de embaucadores, pues la ignorancia lo torna inerme ante ellos y no lo deja detectar la mentira en el lenguaje, lo transforma fácilmente en hombre masa, ya que una conciencia del lenguaje es una de las mejores defensas frente a las fuerzas que presionan contra la individualidad.  (Cadenas, pp. 23)

La ingente tarea de mejorar la enseñanza de la lengua, tal como señala Cadenas, se fundamenta en dos aspectos centrales. Por una parte, la revisión y cambio de los programas de estudio en todos los niveles de la educación y la preparación de maestros ganados para dicha labor.  Por la otra parte, exige dotar a los alumnos del conocimiento y de las competencias lingüísticas y pragmáticas que hacen posible una comunicación, no solo correcta sino también adecuada y contextualizada. Sobre esas bases, los educandos podrían alcanzar un manejo eficiente del discurso y de la comunicación que los prevenga de ser «presas fáciles de embaucadores y palabreros».

Cuando una comunidad conoce bien su lengua, y está en condiciones de apreciarla y quererla, puede recibir sin riesgos todos los aportes. De otro modo, es posible no que ésta cambie, sino que la cambien, sin que se dé cuenta, fuerzas muy ciegas. Cadenas, (pp.30)

Corresponde en este apartado sobre la lengua hacer un necesario comentario sobre la recepción que tuvo En torno al lenguaje al momento de su primera edición. En aquel entonces, el planteamiento central de su autor sobre «la quiebra del lenguaje» generó reacciones encontradas. Por un lado, aquellos que expresaron acuerdo y asumieron su preocupación; por otro, algunos lingüistas de nuestras universidades que negaron la posibilidad de tal hecho, argumentando que las lenguas cambian, en razón del tiempo y del uso, por tanto su transformación es indetenible y no implica, en modo alguno, deterioro o quiebra.

Ello es cierto, pero no es menos cierto el hecho de que en el mundo de hoy, la velocidad y globalización de la comunicación lingüística en tiempo real, los múltiples formatos en que esta se expresa, las tecnologías para su reproducción y los avances de la inteligencia artificial en materia de lenguaje, exigen un esfuerzo mucho mayor para mantener nuestra identidad lingüística sin menoscabo de las necesarias diferencias. No se trata de hablar siempre al modo de Cervantes, sino de manejar con habilidad y fluidez los distintos registros[4] que, dentro de la misma lengua, el hablante dispone para adecuar su expresión a las circunstancias de su emisión o contexto. Dicha habilidad comunicativa, hoy, igual que ayer, solo podría alcanzarse con escolaridad sistemática y de calidad, lecturas e interacción social y ciudadana. Unido todo ello a las mínimas condiciones de bienestar e infraestructura, que permitan la labor de las escuelas y el aprendizaje.

3. La lengua y la cultura son una sola armazón. La memoria su soporte

Desde la perspectiva de Cadenas, conocer la propia lengua no solo implica adquirir conocimientos gramaticales, ni comunicarse con fluidez y eficacia. Significa, igualmente, apreciar la cultura, las tradiciones, la historia y la literatura, aspectos que nos hacen individuos, pero al mismo tiempo miembros conscientes y activos de una sociedad. La lengua unida a la cultura son las garantes de que la memoria pueda preservarse. Ella es necesaria para dar los cambios que el mundo de hoy exige, ya que sin memoria no hay experiencia, y sin esta última estaríamos condenados a mantenernos en el camino equivocado y, a veces, persistir en el error.

…un descenso del lenguaje debilita y hasta puede cortar nuestros vínculos con el pasado, quitarnos el suelo histórico al que pertenecemos, pues hablar una lengua es una filiación a un territorio cultural específico. La desmemoria que se observa en el mundo moderno quizá tenga que ver con ese descenso, ya que el lenguaje es la vía cardinal de comunicación no solo en el presente sino también con el pasado.  (Cadenas, pp,26)

4. La literatura como producto y goce del lenguaje. la importancia de los maestros

El poeta nos plantea el ejercicio de lectura como medio para propiciar la expresión lingüística adecuada, el desarrollo del pensamiento, el estímulo al espíritu crítico, la preservación de memoria y de la cultura.  Sin embargo, estas metas solo pueden alcanzarse si la práctica lectora sostenida nos sirve de puente a ellas, como vaso comunicante.  Aboga, Cadenas, en este caso, no por la simple lectura, hecha con rapidez y eficacia, sino por aquella que se realiza con detenimiento y placer, con atención hacia la manera de expresarse de los buenos autores. Es decir, aquella que no solo se detiene en lo que el texto dice, sino en su manera de decirlo. «El cómo es importante, el cómo es la literatura». (Cadenas, pp.49)

En nuestros días, la formación de lectores hábiles y autónomos cobra mayor importancia. Enfrentar los retos de las tecnologías y de las nuevas formas de comunicación exige individuos con gran capacidad para comprender, relacionar y reutilizar información proveniente de distintas fuentes y formatos, pero ello solo es posible a partir del manejo consciente, competente, y podría añadirse creativo, de la lengua. En tal sentido, la escuela debe educar lectores sensibles y aguzados, hacer de la lectura una práctica cotidiana, no para alcanzar un fin, sino para brindarnos una forma de estar en el mundo.  Dentro de esa concepción, la lectura de textos literarios se concibe como una práctica gratificante y placentera; de manera tal que la literatura dejaría de ser una asignatura más para convertirse en un goce. Para alcanzar este cometido, sin embargo, se necesitan maestros que comuniquen un gusto genuino por la lectura, ya que solo los lectores convencidos pueden trasmitir el interés genuino por los libros.

De estos cuatro tópicos anteriores se deriva un quinto tema relevante y actual.

5. Educar para la ciudadanía es la base de la democracia y UNA FORMA de preservarla

En este libro, Cadenas, de la mano de intelectuales de diferente época e ideología, como Karl Krauss, Pedro Salinas, Federico Nietzsche, Herbert Read, Ángel Rosenblat, entre otros, plantea la importancia que tiene el manejo correcto y adecuado de la lengua materna y de la lectura, en la formación de ciudadanos conscientes y críticos, opuesto al hombre masa, ese que suele ser presa fácil de políticos interesados y de personajes inescrupulosos.

Como sabemos, además, hace cuatro décadas el poeta, preocupado por el destino de la democracia en Venezuela, aún más disminuida en nuestros días, da una alerta sobre los peligros de una población que, en razón de su pobre conocimiento de la lengua y de las limitaciones en su expresión verbal, puede ser fácilmente manipulada y confundida.  Esta denuncia pone al descubierto, por una parte, la determinante vinculación entre el manejo adecuado y eficiente de la lengua y el ejercicio pleno de la ciudadanía y, en consecuencia, la vigencia de la democracia. Por otra parte, exige de los representantes de los poderes del Estado, de los partidos políticos y de quienes dirigen los medios de comunicación, el empleo responsable del discurso, sin engaños ni manipulación. Es decir, una lengua no solo correcta y adecuada en su uso, sino también apegada a la verdad. En este sentido, de manera implícita, el autor reconoce la importancia del discurso en el ejercicio de la política y la permanencia de instituciones independientes que garanticen el equilibrio del poder, la democracia y los derechos ciudadanos.

Hoy sigo pensando que un buen conocimiento de nuestro idioma significa cultura, y esta es la muralla que de manera más segura puede cerrarles el paso a las fuerzas de la antirrepública. Sin embargo, este aspecto suele dejarse de lado por políticos y comunicadores, cuando es evidente que las limitaciones en el lenguaje por parte gran parte de la población la vuelven inerme ante el discurso engañoso de los destructores de la democracia. La pobreza idiomática facilita la llegada al poder de dictadores y su permanencia en él. (pp.90)

A manera de conclusión

Al volver sobre los temas que En torno al Lenguaje nos plantea, vemos con frustración que las situaciones que inquietaron al poeta, lejos de haberse superado, siguen estando presentes, mucho más agravadas. La lengua es maltratada por quienes deberían ser sus celosos cuidadores. El ruido interesado, los discursos vacíos pero ensordecedores y, a veces, falaces, no dejan oír las palabras certeras; el aturdido hombre-masa parece imponerse sobre el ciudadano consciente y libremente informado. Asimismo, la educación de calidad es desplazada por la improvisación y el deterioro, tanto en los programas académicos como en su ejecución. Por todo ello, hoy más que nunca se hace imperativo educar poniendo énfasis en la lengua y en su utilización en el discurso, ya que solo este conocimiento hará posible el surgimiento de la conciencia sobre el poder de la palabra, de manera tal que el ciudadano común dejará de ser presa fácil de manipulaciones y estafas verbales:

¿No estamos presenciando constantemente los estragos de tantos totalitarismos, de tantas democracias de papel, de tantos sistemas que profanan el lenguaje acomodándolo para embaucar? La estafa verbal es un rasgo de nuestra época.  (pp.42) 

Pareciera que después de estas afirmaciones poco queda por decir y mucho por hacer. Para salir de esta crisis severa y de larga data, de esta oscuridad, que nuestro poeta califica como estridente, es indispensable cambiar el ruido por palabras sencillas, palabras con cuerpo, con sustento en la verdad, pero también con cabida para el silencio y la escucha. En fin, abrir la posibilidad verdadera del diálogo, hacia uno mismo y hacia el otro.

Notas

[1] La primera edición de En torno al lenguaje estuvo a cargo de la Imprenta universitaria – UCV en 1984.

[2] En adelante, las citas que aparecen son tomadas de la edición del año 2009, Caracas-Otero ediciones, con prólogo de Francisco Javier Pérez.

[3]  Definición de lenguaje en oposición a lengua. Entendemos el lenguaje, siguiendo al Diccionario de la Lengua Española como la facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos, la manera de expresarse, o el estilo o modo de hablar y escribir. Mientras que lengua es, según el mismo Diccionario, como el sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura, como el sistema lingüístico considerado en su estructura, o como el vocabulario y gramática propios y característicos de una época, de un escritor o de un grupo social.

[4] El registro lingüístico es la manera como una persona usa la lengua en un contexto especifico, adecuándola según la situación, el interlocutor, el tema y el propósito de la comunicación. Un hablante pueda manejar múltiples registros, su eficiencia estará en usarlos acertadamente.

Este texto es un desarrollo del Prólogo que realicé para la edición de 2024, Caracas: AB ediciones, Universidad Católica Andrés Bello, en ocasión de los cuarenta años de la publicación de esta obra de Cadenas.

Irma Chumaceiro es Licenciada en Letras y Magíster en Lingüística de la Universidad Central de Venezuela. Es profesora titular de la misma universidad. Como investigadora, ha publicado trabajos sobre semántica, análisis del discurso (político y literario) y el estudio de la variedad del español americano y particularmente el venezolano. Ha publicado Estudio lingüístico del texto literario. Análisis de cinco relatos venezolanos (2001, 2005), Discurso político: teoría y análisis (2006) y, con Alexandra Álvarez, El español, lengua de América. Historia y desarrollo del español en el continente americano (2004).

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